Activismo libertario y lucha de clases

Activismo libertario y lucha de clases en los años treinta. Crónica del movimiento huelguístico portuario marplatense de 1932

Por Agustín Nieto

Introducción

Hacia principios del año 1932 lxs trabajadorxs portuarixs emprendieron un movimiento huelguístico de amplio alcance y profundidad. ¿Por qué historiar estos suceso? Por que, como ya advertimos en otro trabajo (Nieto, 2019), la historiografía obrera argentina se ha ocupado de historiar el acontecer obrero en zonas centrales de nuestro país como las provincias del litoral y de la región pampeana, con particular énfasis en lo ocurrido en la ciudad de Buenos Aires, por ser sede de las organizaciones madre del conglomerado sindical argentino y por ser el epicentro político del país. También porque en relación a los períodos que han concitado mayor interés por parte de historiadorxs preocupadxs por el mundo obrero, las monografías se han concentrado en tres momentos: los orígenes del movimiento obrero, los orígenes del peronismo y los orígenes del clasismo. Finalmente, porque las experiencias bajo análisis tendieron a agruparse en torno a ciertos sectores como el gremio gráfico, por ser uno de los más tradicionales, el ferroviario, el marítimo, el metalúrgico, por ser en distintos momentos ramas estratégicas. De esta forma una mirada que cultivó el apego a lo importante y central terminó por invisibilizar experiencias situadas en el pago chico y en fracciones obreras no hegemónicas. Una hegemonía que muchas veces se refiere con exclusividad a una pretendida dimensión político-organizativa nacional (Nieto, 2016).

Estos sesgos en el enfoque nutrieron relatos que sostuvieron para los años de entreguerras, entre otras tesis, la desaparición del movimiento anarquista, el aplacamiento de la conflictividad y de la identidad obrera, el desplazamiento de la clase obrera por los sectores populares, la emergencia hegemónica de prácticas e identidades conformistas y reformistas entre los sectores populares. Prácticas, estas últimas, que estuvieron alimentadas por procesos de movilidad social ascendente. Todas tesis deudoras, en mayor o menor medida, del programa germaniano y sistematizadas en los años ochenta en torno a la revista Punto de Vista y al Programa de Estudios de Historia Económica y Social Americana (PEHESA).

Nuestra propuesta no es matizar esta mirada sino confrontarla con una nueva. Una que pretende reponer lo contingente y episódico de la historia obrera en tanto historia de una clase subordinada que luchó (y lucha) contra esta subordinación (económica, política, cultural, social). Sabemos que la forja de una nueva agenda para historiar los pasados obreros no se logrará por declamación, es una tarea generacional que está por hacerse. Este capítulo no es más que una nota la margen de esta agenda por venir.

En concreto, el presente capítulo busca presentar pinceladas de una crónica en proceso de elaboración sobre los eventos que configuraron el movimiento huelguístico de lxs trabajadorxs portuarixs de Mar del Plata. La intención de dicha crónica es escrutar las particularidades que en aquel contexto presentaron las experiencias de organización y lucha obrera en esta ciudad-puerto del sudeste bonaerense. Asimismo, a la luz de esta crónica revisamos algunos de los rasgos del sentido común historiográfico aún hoy imperante en el abordaje de la izquierda y el mundo obrero durante el período de entreguerras (Nieto, 2010; Nieto, 2019).

Notas conceptuales sobre el puerto como configuración laboral

Sabemos que no es posible establecer una frontera infranqueable entre un adentro y un afuera, entre el puerto y el no-puerto. Los puertos son nodos de múltiples y diversas relaciones sociales. Relaciones que se despliegan y articulan al puerto y su comunidad (waterfront), el punto más denso y concentrado de esas (y otras) relaciones sociales, con su ‘hinterland’ y su ‘foreland’. Estos términos topográficos están matrizados por el puerto como punto de referencia central. Asimismo, la extensión del entramado portuario depende de la mirada estrecha o ampliada de quien emprenda la investigación. Puede ir desde un acercamiento al microcosmos portuario propiamente dicho (waterfront) hasta un abordaje global del encadenamiento de las tres zonas que hacen al puerto ampliado (hinterland-waterfront-foreland). Más allá de la perspectiva de análisis, aquel espacio está constituido y dinamizado por relaciones sociales de todo tipo y color. Queda en quienes investigamos establecer un orden de prioridades, una jerarquía. Sin embargo, aquellas relaciones sociales no son simétricas ni tienen todas el mismo poder dinamizador. Hay un tipo de relación social que aparece como “un éter particular que determina el peso específico de todas las formas de existencia que allí toman relieve”: la mercancía.

Son dos los autores clásicos que asocian el despliegue de los sistemas portuarios con la proliferación de los mercados: Marx y Polanyi. Por un lado, Polanyi sostiene que los mercados nacieron en los lugares donde los transportes debían de detenerse. “Los «puertos» nacieron en los lugares de trasbordo” (2001: 111). Por su parte, Marx afirma que el mercado mundial, condición de posibilidad el capitalismo, se conformó “realmente” cuando se produjo una “colosal expansión de los medios de transporte -vapores oceánicos, ferrocarriles, telégrafos, el canal de Suez-” (2002: 629). Asimismo, postula que los puertos marítimos fueron el caldo de cultivo de la industria manufacturera, pues esos puertos eran espacios “no sujetos al control del viejo régimen urbano y de su constitución corporativa” (2002: 939)

Páginas más adelante, Marx afirma que las praderas norteamericanas, las pampas argentinas, inmensos eriales (…), ofrecían pingües cosechas” (2002: 924). Esta nota se enmarca en su referencia a los terratenientes y arrendatarios ingleses, quienes habían sido puestos en jaque por la “colosal expansión de los medios de transporte” que permitió la entrada de la producción agrícola de los continentes asiático y americano en los mercados cerealeros europeos. En aquella coyuntura, el espacio portuario fue uno de los territorios sociales más dinamizantes del proceso y el proletariado portuario su sujeto.

Si bien estas notas nos permiten esbozar el rol jugado por los puertos en el desarrollo de los mercados y del capitalismo, queda por establecer en forma breve el lugar y las funciones de los puertos en el complejo metabolismo social que Marx llama “capital social global”. Comencemos por decir que al hablar de puertos nos encontramos en el ámbito de la circulación del capital. El proceso de circulación comprende procedimientos de compra-venta, contabilidad, conservación (acopio), transporte y el uso de dinero. Todos estos procedimientos tienen un costo que se deducen del capital social global.

Nuestro interés está puesto en los procedimientos de acopio y transporte de mercancías (capital mercantil – intervalo entre el proceso de producción del que egresa y el proceso de consumo en el que ingresa). El acopio existe bajo tres formas: la de capital productivo, la de fondo individual de consumo y la de acopio de mercancías o de capital mercantil. Esta última es la forma que  analizaremos en estas páginas.

Para Marx (2002) toda mercancía, en tanto forma de existencia del valor, en la medida en que no pasa inmediatamente de su esfera de producción a su esfera de consumo entra en un intervalo constituyéndose en un elemento a ser acopiado. Con el desarrollo de la producción capitalista tiende a acrecentarse el acopio de mercancías (la autonomización y fijación de la forma mercantil del producto), crece la masa de capital coagulada bajo la forma de capital mercantil. Esta conservación de productos exige gastos, requiere medios de producción y trabajo. Los costos de la formación de acopio consisten en la disminución cuantitativa de la masa del producto, su deterioro y el trabajo objetivado y vivo que requiere su conservación. Cuanto más se concentran socialmente los acopios, más pequeños son, relativamente, estos costos. Finalmente, vale aclarar que todos los costos de circulación que surgen de la trasmutación formal de la mercancía no agregan ningún valor a esta última, pues son gastos para la realización del valor.[1]

El capitalismo disminuye los costos de trasporte para la mercancía individual mediante el desarrollo de los medios de comunicación y trasporte, y su concentración. El movimiento real de las mercancías en el espacio se resuelve en el trasporte de la mercancía. En este sentido, la industria del trasporte constituye, por un lado, un ramo autónomo de la producción, y en consecuencia una esfera especial de inversión del capital productivo. Por otra parte, se distingue porque como continuación de un proceso de producción aparece dentro del proceso de circulación y para éste (Marx, 2002).

Lo dicho sirve para entender que los puertos son parte del proceso de circulación del capital, en donde se solapan procesos de acopio de mercancías (que no agregan valor) y transporte (que agregan valor). En este sentido, el trabajo de estiba y sus sujetos están a caballo de estos dos procedimientos y presionados por el contante desarrollo “racionalizador” del capital (bajar los costos logísticos, aumentar la productividad del trabajo, disminuir la cantidad de trabajadores, incrementar la escala de acopio y trasporte). Claro que estos procesos se desarrollan de forma conflictiva ya que tensan la relación capital-trabajo. Por eso las configuraciones portuarias se torna un producto híbrido, consecuencia de la constante fricción antagónica-cooperativa entre los deseos de lxs capitalistas individuales, los estados, las comunidades y el proletariado con sus organizaciones y medios de lucha. Entonces nos preguntamos, cuál fue la configuración portuaria predominante en Mar del Plata durante los primeros años de la década de 1930.

Siguiendo a Van Voss y Van der Linden (2000) podemos decir que la forma predominante que adoptó la configuración del proceso de trabajo en el puerto de Mar del Plata durante los primeros años treinta fue la “temporal”. Según estos autores los rasgos principales de esta configuración pueden resumirse en las siguientes características predominantes: 1) embarcaciones a vapor; 2) carga a gran escala en bultos y a granel; 3) trabajo realizado por estibadorxs poco calificadxs; 4) nivel medio de tecnología; 5) carga a mano y con elevadores); 6) oferta alta de empleo; 7) nivel salarial bajo; 8) intensidad laboral alta; 9) el trabajo es realizado por cuadrillas; 10) contratación realizada por los capataces; 11) nivel de inestabilidad alta; 12) nivel alto de influencia de las autoridades locales; 13) activismo caracterizado por la acción directa; 14) organización de alcance local/nacional; 15) alto nivel de arraigo comunitario.

Este ensayo de caracterización es una primera y precaria aproximación conceptual a un territorio fluyente dinamizado por las tensiones y los conflictos cotidianos. La configuración laboral temporal fue el producto no deseado de un equilibrio inestable entre las acciones patronales, estatales y obreras. En más de una ocasión, estas acciones, inhiben la incorporación de innovaciones tecnológicas en el proceso de trabajo, ya sea vía maquinaria o reorganización de las tareas y funciones.

Notas de campo sobre el puerto como configuración laboral

¿Qué figuras y procesos estuvieron asociados en aquellos años con el trabajo de estiba? ¿De cuántos cuerpos obreros estaba compuesta la masa de estibadorxs? ¿Qué y cuánto se estibaba en el puerto de Mar del Plata? ¿En qué consistía el trabajo de estibar? ¿Cuáles fueron los rasgos del proceso de trabajo? Son algunos de los interrogantes que buscamos responder en este apartado.

La longitud de los muelles en el puerto de Mar del Plata pasó de 430 metros en 1923 a 996 en 1925. En este puerto, durante los 8 años que transcurrieron entre 1925 y 1932, las toneladas que se movilizaron sumaron 1.011.161. La primera mitad concentró el 40% y la segunda mitad el 60% del movimiento portuario en toneladas de registro. En el período 1929-1932 operaron 110 buques de ultramar, lo que hace a un promedio de 27 buques por año, a razón de 2.511 toneladas de registro por buque. El movimiento portuario, en lo que hacía a exportación estaba dominado por la carga de cereales. También se exportaba papas y otros frutos del país. Sin embargo, la actividad que estaba afianzándose no era exportadora, nos referimos a los desembarques de pescado destinados al mercado de capital federal y a las noveles fábricas conserveras de la localidad. En lo que hacía al movimiento de importación se dividía en tres grandes rubros: mercaderías generales, combustibles y materiales para la construcción. Además, de las embarcaciones, las mercancías fueron movilizadas en carros, camiones y ferrocarriles.

Para el acopio de mercancías en el puerto, se construyeron galpones, uno de ellos de cabotaje con 2.000 m2 de superficie y capacidad para 5.600 toneladas de cereales. En zona de operatoria de ultramar, sobre el muelle se habían construido dos galpones, uno particular de la firma Bunge y Born de 3700 m2 y otro en la dársena de cabotaje de la firma Catuogno y Cía. de 2.600 m2.

Todo este movimiento portuario era dinamizado por la fuerza de trabajo de más de 250 estibadorxs, muchxs de ellxs migrantes de partidos vecinos, de otras provincias y del continente europeo, atravesadxs por experiencias previas de lucha y organización.

Movimiento portuario global en toneladas de registro
Año MdP Quequén Total general
Cabotaje Ultramar Total Cabotaje Ultramar Total
1925/1928 246.914 151.873 398.787 242.531 5.656 248.187 646.974
1925 46.356 49.068 95.424 48.340 0 48.340 143.764
1926 53.364 7.841 61.205 57.538 0 57.538 118.743
1927 68.156 43.284 111.440 68.312 3.792 72.104 183.544
1928 79.038 51.680 130.718 68.341 1.864 70.205 200.923
1929/1932 336.167 276207 612.374 190.825 412.953 603.778 1.216.152
1929 66.575 61.131 127.706 49.583 42.643 92.226 219.932
1930 84.026 87.063 171.089 43.507 79.226 122.733 293.822
1931 86.540 84.393 170.933 42.381 134.867 177.248 348.181
1932 99.026 43.620 142.646 55.354 156.217 211.571 354.217
Total general 583.081 428.080 1.011.161 433.356 418.609 851.965 1.863.126
Fuete: Dirección General de Navegación y Puertos
Exportación de cereales en toneladas netas de carga
Fecha MdP % Quequén % Total
1925/1928 0 0 132.640 100 132.640
1925 0 0 24.152 100 24.152
1926 0 0 29.763 100 29.763
1927 0 0 28.449 100 28.449
1928 0 0 50.276 100 50.276
1929/1932 214.095 20,9 811.700 79,1 1.025.795
1929 33.801 50,9 32.655 49,1 66.456
1930 35.853 27,0 96.973 73,0 132.826
1931 74.462 18,8 321.109 81,2 395.571
1932 69.979 16,2 360.963 83,8 430.942
Total 214.095 18,5 944.340 81,5 1.158.435
Fuete: Dirección General de Navegación y Puertos

Entre las figuras asociadas al trabajo de estiba que aparecen mencionadas en los documentos de la época destacan junto a la de “estibadores”, las de “hombreadores”, “costureros”, “bolseros”, “peones generales”, “capataces”, “galponeros”, “cargadores”, “camioneros”, “contratistas”. Estxs trabajadorxs desenvolvían sus actividades en los galpones y las dársenas de los puertos, las estaciones ferroviarias, los molinos harineros, los elevadores de granos, y algún que otro en los establecimiento rurales del hinterland portuario. La actividad principal estaba constituida por la (des)carga, el (des)apilado, el manipuleo, pasaje y traslado de bolsas de cereales en galpones, maquinas secadoras, elevadores de granos, ferrocarriles, camiones y buques.

Las figuras de “bolseros y costureros” merecen un tratamiento especial, pues responden un ramo anexo a la estiba que había surgido como producto de los daños que las bolsas sufrían en su manipuleo. Según informó Juan Bialet Massé, generalmente la actividad era cumplida por fuerza de trabajo infantil y femenina. Este segmento de la fuerza de trabajo, en ocasiones se encargaba también del pesaje de las bolsas, razón por la cual se lxs conocía como “romaneros”. La primera mártir del movimiento obrero portuario argentino fue Luisa Lallana, una bolsera-costurera de 18 años asesinada en Rosario durante la huelga de 1928 por un krumiro de la llamada “liga patriótica argentina” (Videla y Menotti, 2013).

Cuando el despotismo del capital corporizado en las firmas cerealeras no tenía restricciones, estas disponían de contratistas intermediarios (“sanguijuelas que viven de la sangre del obrero”), quienes tomaban a los capataces que necesitaban entre los especialistas de cada género de carga, y éstos a su vez buscan la gente para armar la cuadrilla de trabajo. La figura del capataz empleado de los cerealistas siempre fue una fuente de conflictos con lxs estibadorxs bajo su vigilancia.

Para una carga de cereales en un buque de ultramar dos obreros se ponen en lo alto de la pila, ya sea en un galpón, un vagón, un camión o un carro, levantan la bolsa en alto y la ponen sobre los hombros de un tercer trabajador; éste traslada la bolsa hasta el destino y vuelve; se establece así un circuito continuo, hasta que se agota la pila, se acaba la carga o llega la hora de la terminación del trabajo. En destino la bolsa era recibida por dos obreros quienes la hacen llegar hasta el fondo de la bodega del barco, donde hay otros dos trabajadores que la ponen sobre el hombro de un nuevo estibador; quien la traslada hasta el punto en que la bolsa debe ser colocada; “hace un movimiento original, sacude el hombro y la bolsa cae, justa, precisa, ocupando su lugar, como colocada a compás” (Massé, 1904: 47). El trabajo se repetía hasta que el buque quedaba cargado. Según Massé, ocho estibadores en ocho horas estibaban ocho mil bolsas, equivalentes a quinientas sesenta toneladas de cereal. Este proceso de carga en los años treinta había empezado a ser reemplazado por la carga a granel, que se terminó de imponer con la hegemonía de los elevadores de granos una década más tarde.

Durante los años treinta y cuarenta el abanico de demandas y reivindicaciones del gremio de estibadorxs portuarixs fue amplio. Una de las demandas más acicateadas por el gremio fue la abolición del trabajo a destajo. Otra el pago de los “cuartos de día”. También se buscaba limitar la cantidad de horas extras en los puertos. Lograron imponer el trabajo “al tranco” (paso normal), en contraposición al trabajo “al trote”, a efectos de evitar el desgaste extraordinario de energías que implicaba realizarlo a velocidades “anormales”. Las pilas de bolsas no debían supera las 18 o 20 bolsas de altura y cada bolsa no debía superar los 70 kilos. Buscaron prohibir el “bolseo” de las bolsas, debían ser “pulseadas” entre dos hombres para echarlas luego sobre el hombro del estibador. También lucharon por el control del mercado de trabajo (contratación de estibadorxs sindicalizadxs) y los turnos de trabajos.

El reverdecer sindical en los puertos argentinos

El golpe de estado de 1930 había significado un duro golpe a las organizaciones obreras. El cambio de mando de Uriburu a Justo en la presidencia, junto al levantamiento del estado de sitio, habilitó hacia comienzos de 1932 la reactivación obrera en sus lugares de trabajo, la estiba portuaria no fue la excepción. El activismo obrero en los puertos del país se lanzó a una campaña de reorganización en pro de la recuperación de las conquistas perdidas, así como también a la búsqueda de mayor coordinación y unidad obrera. Una de las corrientes más activas fue el anarquismo forista, cuyos militantes se lanzaron a la lucha por el control del mercado de fuerza de trabajo, el reconocimiento de la organización sindical en los puertos, la abolición del “carnet policial” y la vigencia del reglamento de trabajo. Estas iniciativas aguzaron la intolerancia oficial frente a las tendencias más “extremistas” del movimiento obrero.  El gobierno promovió la actuación represiva policial y parapolicial, así como la creación o consolidación de sindicatos dirigidos por sindicalistas moderados ligados a la CGT (Calvagno, 2013).

En las páginas de la prensa libertaria se recalaba en el proceso de reactivación con un sentido performativo:

El movimiento obrero revolucionario resurge animado por hondos deseos de realizaciones reivindicadoras. En ciudades y pueblos los trabajadores reorganizan sus cuadros y plantean al patronato luchas que adquieren características de una rebelión contra el sistema social imperante. (La Antorcha, 22/04/1932)

Por intermedio de la presente publicación esta entidad solicita de los gremios portuarios las direcciones de las secretarías y grupos de compañeros con el propósito de entablar una estricta relación, a fin de emprender una campaña de propaganda en pro de la reorganización de la familia de la estiba. La correspondencia debe dirigirse a nombre del secretario general, Manuel Seoane, Necochea 1335, Capital Federal (La Protesta, 04/03/1932).

Sin embargo, estas iniciativas no solo iban a encontrar la resistencia tenaz y violenta del gobierno sino que también tuvieron que enfrentarse a un enemigo mucho más testarudo e irreflexivo: la desocupación creciente. Y esto en un marco global de transformaciones de los procesos de trabajo vía introducción forzada de innovaciones tecnológicas en el proceso de trabajo y la logística portuaria.

Pese a todo, el proceso de reorganización se desenvolvió en todo el sistema portuario argentino, aunque con tiempos y rasgos distintivos en cada uno de los puertos que lo integraban. Las primeras dos huelgas portuarias se declararon en Mar del Plata y Necochea. Tiempo después se sumaron los puertos de Rosario, Capital Federal, Villa Constitución, Diamante, Bahía Blanca, entre otros.  El elemento desencadenante y aglutinante del movimiento huelguístico fue el intento de imposición de la “libreta de trabajo” por parte del gobierno del estado. El ensayo no era novedoso, pues se pretendió instrumentar la libreta de trabajo en los años 1927/28 (La Vanguardia, 15/03/1932).

Según el activismo forista, esta intromisión avasalladora del estado en las relaciones entre lxs trabajadorxs y lxs patronxs y en los asuntos sindicales era una ofensa a la dignidad de lxs estibadorxs, de “la gran familia de la estiba, obrera y anarquista”. Entendían que esa avanzada estatal-patronal buscaba controlar el mercado de trabajo y “erradicar” a los “elementos rebeldes” del gremio portuario.

La libreta de trabajo, compañeros representa el control del Estado para eliminar de la zona portuaria, por medio de una selección conveniente, a todos aquellos trabajadores de espíritu rebelde que siempre han defendido al gremio contra la avaricia patronal. […  y de esta forma] evitar todo posible conflicto en defensa de nuestros intereses morales y materiales. Solamente se daría ocupación en el puerto a los trabajadores de espíritu apocado, a todos aquellos incapaces de hacer valer su derecho frente al capataz, contratista o burgués. […] No habría defensa alguna posible. Volveríamos a los peores tiempos de la liga, al predominio de la arbitrariedad y de la coima, a los salarios de hambre (La Protesta, 04/03/1932).

La reorganización sindical implicó todo un proceso asambleario, en el marco del cual se realizaron asambleas, conferencias, mítines. Así sucedió en Capital Federal, donde, entre otros puntos, discutieron qué actitud debían asumir frente a la exigencia de la libreta de control policial. Asimismo se discutieron las disposiciones generales del nuevo pliego de condiciones a ser presentado, las condiciones del reglamento de trabajo, las la necesidad de un proceso unitario entre las filas obreras del puerto que derivase en la conformación de “una sola organización en todo el puerto”. Dentro de su repertorio organizacional también listaba la encuesta obrera:

Los Obreros del Puerto plantea la siguiente encuesta a las organizaciones afines del país: 1º ¿Para cuándo opinan se puede llegar a una inteligencia sobre adopción de la jornada de seis horas y los dos turnos? 2º ¿Creen en la necesidad de un pliego único de acuerdo a modalidades de cada puerto? 3º ¿Para cuándo convocar una reunión re- [falta línea] la necesidad de discutir la aplicación de la solidaridad y cómo declararán algunos conflictos? (La Antorcha, 22/04/1932).

En la ciudad de Rosario, la Sociedad de Obreros del Puerto realizó una serie de conferencias y asambleas en “pro de la reorganización de ese gremio” y contra “la libreta policíaco-patronal”.

No pasa semana sin que realice conferencias en la zona del puerto. La semana pasada se realizaron tres que tuvieron muy buena acogida por parte de los trabajadores portuarios. La primera efectuóse [sic] en la Av. Pellegrini y Av. Belgrano. La segunda en Callao y Güemes y la tercera en Rawson y Gorriti. Estas conferencias estuvieron a cargo de los camaradas cuevas, Suárez, Barrionuevo y Langa, y en ellas se habló sobre la organización y se exhortó a romper con la libreta policíaco-patronal. (La Protesta, 15/03/1932).

El proceso re-organizativo cundió por todos los rincones del sistema portuario argentino, aunque no siempre produjo los resultados esperados por sus impulsorxs.

Crónica sobre una protesta obrera en el puerto de Mar del Plata

…a los 20 días de caída la dictadura, el gremio se levanta airoso, no para conquistar mejoras materiales, sino para contrarrestar una imposición del patrón-Estado, que apuntala al capitalismo cerealista. Estos camaradas no están solos; están también con ellos, el aguerrido gremio de camioneros… (La Protesta, 19/03/1932).

Desde las 11 horas del miércoles 9 de marzo de 1932 el Sindicato de Estibadores Unidos del Puerto de Mar del Plata adherido a la FOL (en adelante, SEUP) declaró la huelga general contra el control marítimo. Esa mañana los efectivos de la subprefectura marítima impidieron el ingreso al puerto de quienes no portaban la “libreta de trabajo”, quienes sí portaban la libreta hicieron abandono de las labores en solidaridad con el primer grupo. Minutos más tarde, en la sede del SEUP el proletariado portuario improvisó una asamblea para ratificar el paro (La Capital, 11/03/1932, p. 3).

Según la crónica libertaria la adhesión fue “absoluta”, se confiaba “en el pronto y decisivo triunfo que eche por tierra la pretensión estatal de ingerencia [sic] en las cuestiones del trabajo, medida que, naturalmente, va dirigida contra las organizaciones y militantes de la revolución” (La Protesta, 12/03/1932, p. 1). Asimismo, el sindicato publicó un manifiesto de protesta contra la dictadura y reclamó el retorno de los deportados del “Chaco”.

La respuesta policial-patronal no se hizo esperar. A pocas horas de iniciado el paro, la policía detuvo a dos huelguistas. Por su parte, la patronal en menos de 48 horas “habían recolectado media docena de traidores, vagos de profesión y con ínfulas de mandones, armándolos hasta los dientes y con carta blanca, los que con todos estos requisitos de ‘honradez’ empezaron a obrar” (La Protesta, 22/04/1932, p. 4).

Al igual que durante los dos días previos en el barrio puerto, el viernes 11 por la tarde en rededor del local del SEUP, en las esquinas y en las calles, se habían formado grupo de huelguistas que comentaban y discutían distintos aspectos del movimiento. Estaban quienes se mostraban optimistas y quienes expresaban sus reparos. Dentro del primer grupo se encontraba el núcleo más numeroso de quienes no contaban con la “libreta de trabajo”, también de quienes militaban en las filas del anarco-comunismo. El núcleo más nutrido del segundo grupo estaba compuesto por quienes sí contaban con la “libreta de trabajo” y no tenían una militancia orgánica en la FORA Vº Congreso. Por momentos el intercambio de opiniones tomaba un cariz encendido, pero los ánimos se serenaban luego de la intervención y mediación de quienes presentaban un perfil más componedor. Esa tarde los desacuerdos existentes quedaron en un segundo plano por el accionar de un grupo de rompehuelgas (La Prensa, 12/03/1932).

Desde la tarde de miércoles, el núcleo más numeroso de huelguistas y de militantes anarco-comunistas se reunía en la calle frente de la sede del SEUP, hacia ese lugar se dirigió la bandada de rompehuelgas aquel viernes, en clara actitud provocativa.

Aparicio López fue herido de bala en la región pectoral derecha con sección de la médula, grave. Alfredo Salinas fue herido de bala en la región ilíaca lado derecho, de carácter reservado. Juan Barón fue herido de bala en el mentón, pero no de gravedad. Los dos primeros fueron trasladados al hospital y el último fue atendido en la Asistencia Pública.

Un núcleo de huelguistas fue provocado y atacado a balazos por “elementos patronales”. Tres obreros fueron alcanzados por las balas, dos de ellos estaban en grave estado, Aparicio  López y Alfredo Salinas, y uno tenía lesiones leves, Juan Barón. Uno de los agresores fue detenido por la policía, se llamaba Argentino Martínez, identificado como integrante de la Legión Cívica Argentina y, años antes, de la Liga Patriótica Argentina.[2] Al día siguiente fue detenido por la policía otro de los agresores, identificado como Andrés Galera. El ataque, “cobarde como alevoso, causó indignación” en toda la localidad. Ante los hechos, lxs estibadorxs elaboraron un manifiesto:

Es de dominio público la forma en que esta sociedad ha sido provocada por parte de la autoritaria Prefectura marítima, imponiendo la presentación de un documento como la libreta que todo hombre consciente ha rechazado tanto aquí como en cualquier puerto de la República durante y después de la dictadura uriburista y hemos respondido ante tamaña injusticia como uno solo y con esta virilidad nos mantendremos hasta tanto se llene esa necesidad y veamos coronado con un amplio triunfo nuestras aspiraciones ante los patrones de la Rivera portuaria. […] Nuestro conflicto con la autoridad y con los patrones se desarrollaba en perfectas condiciones de paz, creyendo que por ese camino solamente llegaremos a un triunfo completo en breve plazo cuando un sujeto criminal puesto a disposición de los patrones o de la policía (individuo de Comité) nos sorprendió con su actitud a eso de las 18:30 horas de ayer, cuando al regresar de traicionar el movimiento cruzaba por entre un número de obreros no menor de 60 (quienes salían de la asamblea que realizaban todos los días), haciendo alarde de proeza y desafiando en tono de mofa; cuando un compañero quiso llamarlo a razones éste se puso a resguardo, hiriendo a nuestro compañero a balazos como contestación pegándole uno de ellos en el suelo y volviendo el arma al grupo hirió a dos más. Compañeros: Recalcamos una vez más necesidad de entendimiento y de estrechar más aún si es posible nuestras filas y recordemos nuestras luchas anteriores en que no hemos estados aislados sino que nos han llegado refuerzos proletarios de otras organizaciones, para doblegar a esos tiburones. Calmemos nuestros ánimos para reflexionar y entonces llegaremos a colocarnos a la altura que nos corresponde. Insistimos pues camaradas en estrechar nuestras filas y a colocarse en la vacante que hayan dejado los compañeros heridos. ¡Viva la Huelga General del Gremio de Estibadores Unidos! Asambleas todos los días a las 8 horas. Puerto Mar del Plata 12 marzo de 1932. (La Protesta, 15/03/1932, p. 3)

El domingo 13 a las 11hs. falleció Aparicio López, quien se desempeñaba como secretario general del gremio de estibadorxs. El lunes 14 se llevó a cabo una huelga general local de solidaridad con el movimiento de protesta de lxs estibadorxs. La FOL declaró la huelga general “en son de protesta por los hechos ocurridos en el puerto”. Ese mismo día se llevó a cabo un mitin en el teatro, la FOL solicitó el permiso policial para desarrollar el acto público, pero fue negado, por lo cual se realizó a salón cerrado. El acto estaba anunciado para las 17, pero antes de esa hora el salón estaba colmado de trabajadorxs “deseosos de sentir nuestra voz, por tanto tiempo amordazada por la dictadura uriburista”. Según estimaciones de lxs organizadorxs, la concurrencia alcanzó las 2000 personas. Durante el acto hicieron uso de la palabra Felipe Prieto, Argüello, el delegado del puerto de capital federal. Entre los tópicos abordados destacaron la lucha portuaria, el problema de la desocupación, el reclamo de las 6 horas de trabajo, el flagelo de las dictaduras, el incremento de los presos políticos. El acto terminó pasadas las 19 horas, momento en el cual activistas de la FOL distribuyeron un volante convocando a la manifestación de duelo del día siguiente.

El cuerpo fue velado en el local de la FOL, donde la “afluencia de público duró hasta altas horas de la noche”. El sepelio se llevó a cabo el martes 15, sus compañerxs habían acordado “llevar a pulso el cadáver hasta la última morada […] a pesar de la larga distancia”. El cortejo se inició a las 15:45, en medio de una concentración de miles de trabajadorxs, “el gran público que a esa hora había, era imposible calcularlo”. Antes de iniciar el traslado, su compañero Felipe Prieto levantó una tribuna y en una intervención corta explicó que las autoridades locales les habían recomendado “cultura”, “cosa ésta que está demás, pedirnos a nosotros”. El delegado llegado de capital federal también hizo uso de la palabra, iniciándose después el cortejo que transitó las calles céntricas de la ciudad. Por espacio de cinco horas la ciudad quedó sin coches porque fueron detrás del cortejo, para traer a toda la gente de vuelta, debido a lo distante que quedaba el cementerio. Antes de dar sepultura al cadáver, el delegado de lxs portuarixs de capital federal “levantó tribuna” y en su discurso recordó a “Luisa Lallana, a Galván, a Romero, a García, a Améndola, y a López, que iba a ser enterrado, todos caídos en sus heroicas luchas libradas en los puertos del país”. También sostuvo que era necesario que la muerte no los amilane, que ningún portuario tenía que volver al trabajo hasta no ver vencida la imposición de la libreta. Cierra su discurso dando vivas a la FORA y a la libertad de los pueblos. Según narró el cronista libertario Luis Grotadaura, el orador

…fustigó con acertadas palabras a todos los enemigos de la clase trabajadora, tanto los de arriba como los de abajo… Exhorta a los trabajadores a engrosar las filas de los sindicatos para que unidos y hermanados todos podamos arrancarle al capitalismo mejoras morales y materiales, terminando la conferencia con un ¡Viva la anarquía! Acto seguido, cuatro compañeros toman a pulso el ataúd, emprendiendo la marcha hacia el cementerio. Una enorme columna formaba el cortejo fúnebre: en primer término, una gran cantidad de peatones, y detrás numerosos coches de plaza y autos taxímetros y una caravana de camiones de carga que daban una impresión nunca vista en Mar del Plata (El Obrero del Puerto, 27/03/1932).

El diario socialista local también destacó la masividad de la manifestación obrera: “Una enorme masa de pueblo, a pie, marchó en compacta columna detrás del féretro” (El Trabajo, 15/03/1932).

Imágenes: “…una verdadera muchedumbre se volcó en masa en la manifestación de duelo”

Fuente: El Obrero del Puerto, nº 1, 27/03/1932

Días más tarde, el viernes 18 y el sábado 19, la policía llevó a cabo una razia nocturna en el barrio puerto, cuyo saldo fue la detención temporal de decenas de mujeres obreras. La crónica anarquista describió en los siguientes términos la referida redada policial

…se extendió una red de fuerzas policiales dispuestas estas a no respetar lo más humanamente respetable, que son los niños, obligando con amenazas propias en los mazorqueros con sable en mano el lecho a las cuidadoras de sus hijitos, habiendo entre esas madres quien tenía, tres u cinco criaturitas, y algunas de ellas de cuatro meses … tuvieron que ser abandonados hasta las tres de la mañana, mejor dicho, hasta que se les antojó a los representantes del ‘orden’ permitirles volver a sus hogares, quienes al llegar vieron a sus hijitos atendidos por los sublimes y buenos vecinos… …los sayones del machete se han propuesto sembrar la más indescriptible confusión dentro de los hogares proletarios, los cuales están siendo atropellados a deshora de la noche, y en una forma por demás canallesca y violenta, formando así, entre madres y niños un desconcierto de temor al presentarse la jauría policial con linterna y revolver en mano, como si en aquel hogar se encontrase en vez de madres y niños que están entregados al más grande reposo que la naturaleza nos impone, para proseguir la lucha por la vida al día siguiente, habría en cambio fieras, que serían un peligro para la tranquilidad y la vida de los pueblos… (EOP, 27/03/1932).

Además de la represión lisa y llana, otras tácticas policial-patronales fueron usadas. Entre ellas listaba la circulación de noticias donde se “informaba” que las firmas Bunge y Born y Dreyfus estaban reclutando rompehuelgas en capital federal. En una nota aparecida en un diario local se insistían en que dichas firmas estaban dispuestas, de no solucionarse de inmediato el conflicto, a enviar personal desde Buenos Aires “por el tren diurno del domingo próximo. A tal efecto, habrían solicitado y obtenido del F. C. Sud, cuatro coches a su exclusiva disposición para el viaje de dichos obreros hasta esa ciudad [Mar del Plata]” (La Capital, 23/03/1932). Si bien los cuatro coches nunca llegaron, pues las firmas cerealeras buscaban desmoralizar a lxs huelguistas con falsas noticias, el reclutamiento local de rompehuelgas fue utilizado. El uso de rompehuelgas se desprende de notas breves aparecidas en los diarios locales, como por ejemplo esta nota publicada en La Capital: “Algunos cargadores, para cumplir sus compromisos, han echado mano a algún personal adventicio, reclutado fuera de las filas gremiales, donde la solidaridad no ha sido quebrantada en lo más mínimo.” (31/03/1932). Otra táctica utilizada por la patronal portuaria fue la recorrida por los hogares de las familias portuarias con el fin de “informales” que muchxs de lxs estibadorxs en huelga ya se encontraban trabajando normalmente en el puerto. Como prueba de dicha situación les mostraban un listado con los nombres de lxs estibadorxs que se encontraban trabajando en el puerto. Un cronista de La Protesta describió de este modo estas tácticas patronales:

Una de las maniobras puestas en práctica por los patrones, es la de ir de casa en casa de algunos huelguistas, presentándole una larga lista de nombres tomados al azar y antojadizamente, diciéndoles que todos esos obreros anotados en la lista son los que están trabajando o que va a ir a trabajar, tratando de seducir de esa manera a los obreros. También se han dado a la tarea de propalar falsas noticias como esta, por ejemplo: que en breve llegará a esta localidad un cargamento de varios vagones lleno de carneros, procedentes de Buenos Aires. Pero hete aquí que no llega nunca; estos procedimientos no engañan a nadie y menos a los que estamos acostumbrados a estas luchas gremiales; esas patrañas que los capitalistas difunden para desmoralizar a los obreros, no les surte los efectos por ellos deseados, por ser ellas gastadas y viejas, tan viejas como las propias huelgas (La Protesta, 01/04/1932).

El domingo 3 de abril, cuando los trabajadores portuarios se disponían a realizar una asamblea “cayó la perrada y arreó para la comisaría” a 40 trabajadorxs de la estiba, entre quienes se encontraban el secretario, el tesorero y toda la comisión, aunque “pretendieron llevar a los 200 que estábamos esperando la reunión”. No lo consiguieron porque lxs organizadorxs “pegaron el grito” convocando a lxs asistentes a continuar con la asamblea en el local de la FOL sito “en la localidad de Mar del Plata”. Ante la convocatoria “los camaradas” buscaron camiones para “trasladarse del Puerto a Mar del Plata”. De lxs 40 trabajadorxs apresadxs, 10 quedaron en libertad, a lxs 30 restantes lxs estaban “martirizando inquisitorialmente” (La Protesta, 08/04/1932).

Producto de los acontecimientos narrados, el jueves 7 de abril el Consejo Local de la FOL de Mar del Plata, adherida a la FORA, declaró una huelga general por tiempo indeterminado en solidaridad con los portuarios. Días más tarde el gremio de estibadores inició un boicot a la firma Catuogno & Cía.

En un panfleto dirigido “al pueblo en general y a los trabajadores en particular”, el 13 de abril de 1932 el SEUP informaba sobre el sabotaje a la firma Catuogno & Cía. así como sobre los productos que ella representaba y comercializaba. No comprarlos ni trabajarlos encomendaba principalmente a los gremios de la construcción y del transporte (Camiones y Chafeur), pues comercializaba pinturas y materiales para pintar, nafta, repuestos de camiones así como camiones y automóviles marca Buick.

Según se informaba en las páginas de los periódicos libertarios, los efectos del boicot se estaban haciendo sentir: “La firma Catuogno y Cía. está sintiendo los efectos del bloqueo declarado por los gremios de Mar del Plata” (La Antorcha, 13/05/1932). También la represión policial se seguía haciendo sentir incrementándose el número de detenidos y “apaleados”, asimismo se denunció la desaparición del estibador Manuel Mateo Oviedo, quien había sido detenido el 9 de abril (La Antorcha, 29/04/1932).

Al cumplirse 70 días de huelga, el activismo libertario publicó un balance del movimiento de protesta. Primero destacaron la unanimidad del movimiento huelguístico, el cual recién a los 40 días de iniciado conoció las primeras deserciones. Cumplidos los 70 días, de los 240 estibadorxs huelguistas, 200 continuaban en huelga. Luego el balance comenzaba a evidenciar ciertos desacuerdos en las filas libertarias, particularmente entre los delegados de capital federal enviados a Mar del Plata y los activistas libertarios locales. Los primeros consideraban que los dirigentes anarquistas locales no estaban tomando las mejores decisiones ni instrumentando las más convenientes tácticas para lograr el triunfo obrero. Refiriéndose a lxs huelguistas y sus dirigentes, criticaron la violencia física contra lxs carnerxs, pues puede “matarse y apalearse carneros, que no será mucha molestia para el amo, conseguirlos de nuevo”. Asimismo criticaron que no se los molestase cuando estxs carnerxs se paseaban por todas partes, frecuentando cafés y boliches, andando “como cualquier veraneante. Nadie los molesta. Ni siquiera, …, les llaman carneros…”. Criticaron el uso indiscriminado de la ‘huelga general revolucionaria’, decían que “a huelga general, tanto local como regional, debía ser “un arma a emplear en los últimos extremos…”. La alternativa que propusieron fue el sabotaje y el boicot, y la “acción directa, en todas y cualquier forma”, el uso de miguelitos y el destrozo de los camiones que no se plegaban a la huelga (El Obrero del Puerto, junio de 1932).

A esta atura la huelga ya se había parcializado, era contra la firma Catuogno y Cía., no era poco, pues era la firma más importante del puerto. De todos los ítems del pliego de condiciones solo uno no era aceptado por Catuogno: la cesantía de todos los rompehuelgas. Dirigiéndose al comité de huelga, Catuogno les dijo textualmente: “Yo, como ustedes ven, tengo deuda con esa gente, ellos me han servido. ¿Qué pretexto les pongo ahora para echarlos? Ellos me dicen –los carneros- que yo en nada me perjudico, por lo tanto que no tengo derecho a echarlos” (El Obrero del Puerto, junio de 1932).

Catuogno se reunió en capital federal con Damonte y Prioli, representantes del gremio de estibadores de aquel puerto. A su vuelta se entrevistó con representantes de lxs huelguistas y les informó sobre la propuesta arribada en capital federal. La propuesta patronal fue la siguiente:

        • Abolición de la libreta en todo el puerto de MdP
        • Reconocimiento del delegado de la organización uno por galpón o vapor.
        • Respetaba el Pliego de Condiciones, y la organización.
        • Llamaría su capataz libremente al personal.
        • El personal que había traicionado el movimiento, no sería motivo de represalias por parte de los huelguistas, como también Catuogno se comprometía a no tomarla con los obreros.

La asamblea rechazó los últimos dos puntos e hizo una contrapropuesta. En una nueva reunión Catuogno aceptó que todo el personal fuera federado. “…como hay dos sociedades hoy, una de los carneros y la otra de los viejos organizados, el patrón se compromete reconocer la nuestra, pero que corría por cuenta nuestra organizar el personal…”. En la nueva asamblea se rechazó la propuesta de Catuogno y se nombró una nueva comisión para que insista en “TODO O NADA”.

Una vez parcializado, el conflicto con la firma Catuogno prosiguió por varios meses más. Hacia fines de noviembre de 1932, el SEUP publicó un manifiesto en el cual llamaba a ingresar a sus filas para continuar la lucha contra la firma Catuogno, expresaba su solidaridad con lxs trabajadorxs de la construcción en conflicto, y denunciaba al Sindicato de Estibadores, Peones y Anexos adherido a la CGT por ser un “Comité conservador” que reunía a “caudillos a sueldo, alcahuetes de la policía y camaleones” (La Protesta, 26/11/1932). Hacia diciembre de 1932 el boicot a Catuogno continuaba y se entrelazaba con los conflictos de los gremios de la construcción y panaderxs (La Protesta, 30/11/1932, p. 7).

Las notas sobre el conflicto con la firma Catuogno se hacen cada vez más espaciadas en la prensa anarquista hasta desaparecer sin una referencia concreta sobre su finalización.  Es probable que al promediar los 8 meses de prolongación el conflicto se haya diluido por desgaste.  El boicot había comenzado a perder efectividad y el ritmo portuario se había restablecido casi por completo. El balance sobre el proceso huelguístico parece haber sido uno para el grupo de activistas del SEUP y otro para un grupo nutrido de obrerxs portuarixs. La contra-propuesta patronal fue evaluada primitivamente este último grupo, en sintonía con el sentir los dirigentes de lxs portuarixs de capital federal, y esto decidió la suerte del conflicto.

***

La breve crónica presentada en las páginas precedentes representa una primera aproximación a un evento que dirigido por anarquistas de la FORA lograron romper la cotidianidad de los pueblos del sudeste bonaerense. Aún queda mucho por investigar, la importancia de un puerto cerealero que devendría en pesquero, las tramas locales de una firma trasnacional tan importante como Bunge y Born, las intrigas políticas entre los tres partidos mayoritarios en esas localidades: conservadores, radicales y socialistas, las condiciones de vida y sociabilidad de las clases populares, la dinámica de las distintas corrientes ideológicas en el seno de la clase obrera marplatense, las distinción ente el puerto y la ciudad de Mar del Plata, entre otros tópicos. Una problemática a seguir es la referida a las tensiones y rupturas de relaciones sociales que un conflicto de esta magnitud provocó en una aldea en la que aún todxs se conocían. Sin embargo, esta primera aproximación pone en escena una multiplicidad de aristas para comenzar a tirar del hilo de la madeja a desenredar.

La presencia protagónica de activistas anarquista de la FORA V° Congreso abre nuevos interrogantes sobre el decurso de dicha corriente en las postrimerías de la argentina centenaria. Sus prácticas y discursos están muy distantes del Manual del buen anarco-comunista. Su activación ambivalente en los entresijos de un estado tan inconcluso como omnipresente habilita lectura revisionistas de aquel manual. Los permisos que solicitaban a la policial, la misma que los apresaba y en el mismo momento en que lo hacía, así como el uso de la legalidad burguesa y sus fueros, y el pedido de reconocimiento de la entidad gremial como antes del golpe del ’30, disparan preguntas que aún no tienen respuestas.

Importa hacer notar que el “todo o nada” forista apareció, sí, pero no como un mandato divino para estos anarquistas de carne y hueso que culminaron un proceso de lucha con penas y con glorias.  Ese “todo o nada”, al igual que la “huelga general” usada por la FOL, fue un aspecto que concitó un fuerte debate entre los representantes capitalinos y la dirigencia local. Sus alianzas coyunturales con dueños de camiones y dueños de comercios también nos interpelan en búsqueda de miradas menos monolíticas y acabadas. También lo hace su arraigo territorial y barrial desde una identidad fuertemente obrera aunque no antagónica con la popular. La apelación al pueblo es una contante en las comunicaciones y los panfletos, también lo es su arraigo comunitario en el barrio-puerto marplatense.

Bibliografía

Bialet Massé, J.

1904 Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas. Buenos Aires, Argentina: Imprenta y Casa Editora de Adolfo Grau, Tomo Segundo.

Calvagno, Joaquín

(2013) Los estibadores del puerto de Buenos Aires: de Yrigoyen a Perón (1929-1947), ponencia presentada en las 5tas. Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Portuarios, Quequén.

Marx, Karl

2002 El Capital, 3t, 8v., Buenos Aires, Siglo XXI.

Mateo, J.

2014 Entre la crisis y un puerto nuevo: las exportaciones agrícolas de la región de Puerto Quequén durante la Gran Depresión (1929-1939). HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local, 6(11), 220-249. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=345832084007

Nieto, A.

2010 Notas críticas en torno al sentido común historiográfico sobre «el anarquismo argentino». A Contracorriente: Revista de Historia Social y Literatura en América Latina, 7(3), 219-248. Recuperado de https://acontracorriente.chass.ncsu.edu/index.php/acontracorriente/article/view/533/835

2016 Narrativas sobre la historia obrera en Argentina. Notas críticas y apostillas conceptuales. Herramienta, (18). Recuperado de https://www.herramienta.com.ar/articulo.php?id=2507

2019 Lucha de clases y activismo libertario en los albores de la década del treinta, ¿norma o excepción? Crónica del movimiento huelguístico de estibadorxs portuarixs en el sudeste bonaerense. Necochea/Quequén, 1932, en Avances del Cesor, vol. 16, núm. 21, Universidad Nacional de Rosario

Polanyi, Karl

2001 La gran transformación, Buenos Aires, FCE.

Van Voss, L. y Van der Linden, M.

2003 Estibadores: Configuraciones 1790-1970. Historia Social, (45), 35-52. Recuperado de https://www.jstor.org/stable/40340843

Videla, O. y Menotti, P.

2013 Las huelgas de los estibadores portuarios en el sur santafesino en 1928. Sociohistórica, (32). Recuperado de https://www.sociohistorica.fahce.unlp.edu.ar/article/view/SH2013n32a04

Citas

[1] A diferencia del acopio, la industria del trasporte sí agrega valor al producto trasportado.

[2] “…tarado moral, llamado Argentino Martínez, (caudillo del comité radical), carnero y recolectador de los mismos” (La Protesta, 22/04/1932, p. 5). “…Argentino Martínez, sindicado como gran partidario del uso de la libreta” (La Prensa, 12/03/1932, p. 4).

Volver al índice ↵