Anarquismo, movimiento obrero y política

Anarquismo, movimiento obrero y política en Villa Constitución, 1928-1947. Conflictividades, espacios e identidades sociales desde una perspectiva de análisis local

Por Oscar R. Videla

Introducción

En ocasiones las pequeñas comunidades locales suelen albergar más de un sorprendente comportamiento de sus actores sociales, que normalmente no se corresponde totalmente con el funcionamiento a otros niveles espaciales, sino que precisamente por esta condición los conflictos de intereses puestos en cuestión pueden articularse y/o confrontar de modo específico y particular. En este sentido, el presente trabajo se ubica en un contexto espacial que se articula alrededor de la localidad de Villa Constitución en el extremo sudeste santafesino entre fines de los veinte y los prolegómenos del peronismo. Allí a través del análisis de un corpus de fuentes diverso (periódicos locales y regionales, publicaciones políticas, documentación estatal e institucional) se pretende dar cuenta del funcionamiento de un localmente poderoso movimiento anarquista en una coyuntura de alta conflictividad social e ideológica. En un principio tratando de determinar sus prácticas socio-políticas, definir su impacto relativo a nivel territorial, caracterizar su inserción al interior del movimiento obrero local y resaltar la trama de articulaciones con otros discursos político-ideológicos en presencia; para, en el mismo acto, intentar develar las formas en que estos procesos trasvasan a los agentes concretos, contribuyendo a la compleja y contradictoria formación de las identidades sociales a escala local.

Con estos objetivos en un principio trataremos de realizar una caracterización mas bien  global del espacio local analizado haciendo énfasis precisamente en la articulación de niveles (económicos, sociales, políticos y aun espacio-territoriales) para realizar una primera aproximación a la explicación a un rasgo evidente: el largo predominio y la vitalidad del anarquismo local en el espacio local villense desde principios del siglo XX hasta por lo menos los inicios del peronismo. En un segundo momento abordaremos (de manera conjunta) dos temáticas que creemos articuladas: la primera refiere a las implicancias historiográficas de aquella conclusión, en tanto habilita poner a discusión interpretaciones generales sobre el movimiento anarquista que lo veían ya en franca retirada desde los años inmediatos al Centenario y el grado de representatividad de un caso local para abonar matices ciertamente significativos que se le han planteado a aquel modelo interpretativo; en segundo lugar, se avanza en una estrategia (que suponemos clave para llegar a conclusiones más complejas, aunque en esta ocasión sea encarada solo de modo inicial), que hace hincapié en las experiencias de los sujetos, y por tanto tiene un horizonte de análisis “al ras del suelo” más preocupado por aspectos ciertamente más cercanos a una perspectiva microanalítica.

Primera Parte: El espacio local villense, momentos de su evolución socioeconómica y políticoideológica

Primer momento: un nudo ferroportuario en el contexto del modelo agroexportador (fines del siglo XIX a 1930)

Villa Constitución había sido fundada a mediados del siglo XIX como punta de lanza de un proyecto que aunaba motivos estrictamente político-militares (frontera bélica con Buenos Aires) con las primeras iniciativas de colonización (fallida en lo inmediato en este caso)[1], pero será recién sobre finales de ese siglo cuando indudablemente la localidad experimente las transformaciones más significativas devenidas de la expansión de un modelo de desarrollo agroexportador. Desde 1890 Villa Constitución será la cabecera del recién creado Departamento Constitución, pero más significativamente será uno de los puntos de concentración de la dinámica de la circulación de la región. En ella confluye la producción para la exportación de una zona de influencia que excede al Departamento, recordemos que desde finales del siglo XIX el mismo era netamente agrícola, con predominio del cultivo del maíz, con un sistema de tenencia de la tierra marcado todavía para finales de los cuarenta del siglo XX por el sistema de arrendamiento.[2]

En este sentido, casi como un símbolo mismo del modelo de desarrollo, Villa Constitución se constituirá en un nudo ferroportuario de significación no solo zonal, sino provincial y nacional. La confluencia de la llegada del ferrocarril a la localidad (1890) y su articulación con unas precarias instalaciones portuarias (pero con alguna ventaja natural) hicieron que desde los últimos años del siglo XIX y particularmente desde el inicio del XX, la vida económica, pero también la estructura social de la sociedad local estuviera marcada por esta condición. En estos términos, veremos como tempranamente la localidad ira adquiriendo una fisonomía donde su clase obrera (multiforme y en constante transformación y movimiento durante esos años) marcara buena parte de sus perfiles.

Para los inicios del siglo XX el puerto de Villa Constitución se había consolidado como un clásico puerto del modelo agroexportador: una de sus unidades está plenamente dedicada a la importación (casi exclusivamente carbón para la provisión de los ferrocarriles ingleses que tienen una punta de línea y unos talleres de reparación de mediana importancia en la localidad). Por otra parte, el puerto exportador dedicado casi exclusivamente a cereales y dentro de ellos particularmente al maíz.[3] Así para finales de la década del ´20 era el tercer puerto cerealero de la provincia detrás de Rosario y Santa Fe, pero el segundo maicero, por allí se exporta poco más del 5 % de la producción nacional, de cierta importancia si consideramos que entre el puerto porteño y el rosarino se llevan casi la tres cuartas partes.[4] Ahora bien, a diferencia de otras ciudades con puerto, como Rosario o la cercana San Nicolás, la actividad portuaria tiene allí mucho mayor impacto en la sociedad local; es que el puerto ocupa durante los meses de mayor actividad buena parte de fuerza de trabajo local que se ve incrementada por obreros de jurisdicciones vecinas. Por ello mismo, en general los estibadores representan una importante proporción de la población, y si bien las fuentes no coinciden podemos considerar entre 400 y 500[5] su número para finales de los veinte, en una población que posiblemente no supere los 7000 habitantes.[6]

Precisamente durante este primer momento, el ritmo de la evolución de la población es de un crecimiento constante y sostenido desde mediados del siglo XIX, con una presencia significativa de extranjeros, que ronda el 40 % de la población total; a su vez dentro de la población nativa mayoritaria también abundan los nacidos en otras jurisdicciones (muy en particular de la cercana provincia de Buenos Aires); finalmente una tasa de masculinidad (1,2 para 1914) si bien relativamente baja respecto de las otras localidades del interior departamental, pareciera indicar una mayor presencia de varones solos, típicos de las sociedades con una fuerte presencia de trabajadores eventuales producto tanto del fenómeno inmigratorio como de las migraciones internas (Videla, 1999).

Evolución de la Población Provincia Santa Fe, Dpto. Constitución y Villa Constitución
1869(*) 1887(*) 1895 1914 1947
Santa Fe 89.117 220.332 397.188 899.640 1.702.975
Dpto. Constitución 6.180 14.118 16.639 44.841 68.093
Villa Constitución 610 1.203 1.843 3.499 9.183

(*) En estos años no existía el Departamento Constitución, por tanto las cifras corresponden al de General López en el que estaba subsumido.
Fuente: elaboración propia sobre Censo Provincial 1887 y Censos Nacionales 1895, 1914 y 1947.

En términos del movimiento obrero local, este también esta articulado (aunque también tensionado) por la fuerte presencia de los estibadores, entre ellos predominan los anarquistas desde principios del siglo XX a través de la Sociedad de Resistencia de Obreros del puerto de Villa Constitución adherida a la FORA del Vº Congreso.[7] Por otra parte, los estibadores deben competir con una importante sociedad patronal de obreros (Schulman, 2004: 30-31; Ascolani, 2009). Esta condición hace que la conflictividad obrera también haya estado marcada por las huelgas portuarias, en este sentido fueron significativas para la localidad las de finales de 1904 e inicio de 1905, y muy particularmente las de 1928 (Videla y Menotti, 2013) y las que le siguieron de ahí en más (1929, 1930, 1931, 1932, 1936, 1939, 1940/1, 1946. Los gremios ferrocarrileros completan el cuadro sindical local, al que se agrega con suerte diversa los intentos de agremiación de los empleados de comercio. No obstante la presencia anarquista en estos parece evidentemente menor.

Como dijimos más arriba la condición ferroportuaria marcó de manera fundamental la estructura social y como veremos la disposición territorial de esta. En un contexto donde la población se incrementaba y cambiaba con un ritmo frenético marcado concretamente por la estacionalidad de las labores agrícolas y las de embarque, donde la circulación (pero también el asentamiento) de extranjeros y nativos migrantes era moneda corriente, en la planta urbana de la localidad se fueron demarcando dos espacios claramente definidos donde la presencia obrera era casi absoluta, contribuyendo (si bien segregadamente, por estos años) a dar un perfil claramente obrero a la localidad donde la presencia de sus trabajadores se hacía evidente.

Por una parte, en una estrecha franja de la localidad que se extiende entre la ribera del río y difusamente hasta la calle General López (puntualmente la barranca al río y la calle Colón como principal espacio público) es el lugar de concentración de buena parte de la clase obrera local. Allí están algunos de los mayores demandantes de mano de obra (los puertos) pero también las sedes de las sociedades de resistencia, allí también tienen su domicilio los militantes anarquistas de los que contamos con ese dato.[8] Pero allí también están otros espacios de sociabilidad de significación, una multitud de pequeños (algunos suponemos que son minúsculos) “boliches” a los que los obreros asisten cotidianamente (para beber, jugar a las cartas, o realizar minúsculos consumos, pero también para charlar y estar al tanto de las noticias clave como por ejemplo las posibilidades de trabajo). Pero la zona también es el “refugio de cuchilleros, matones, pendencieros y canflinfleros”, es decir hombres de acción, de uso imprescindibles para los políticos locales (Cafferata, 1988: 9).

El otro espacio de concentración obrera de Villa Constitución es el Barrio Talleres (jurisdiccionalmente Hoppe, Talleres I, Congreve), ubicado al nordeste de la misma y ciertamente alejado del “centro” de la localidad, una parte esta “cercado” por las vías del Ferrocarril, entre la Estación de pasajeros y los Talleres que le dan nombre y los terrenos ferro portuarios, la otra parte se extiende más difusamente del lado norte de las vías. Obviamente allí se concentran la mayor parte de los obreros y empleados ferroviarios, además de una importante cantidad de jornaleros sin trabajo fijo. Allí también están las sedes de las instituciones ferroviarias (sindicatos y asociaciones de ayuda mutua), residen sus líderes (Di Donatti) y se instalará el Club identificado con los mismos (Porvenir Talleres).

En términos políticos, el departamento Constitución, del que era cabecera Villa Constitución, había sido el bastión del caudillo Juan Cepeda desde fines del siglo XIX, conservador constitucionalista hasta 1912, luego radical (en general antipersonalista). Allí predominaba la política coactiva y la policía “brava” hacia los opositores políticos, pero particularmente hacia el movimiento obrero. No obstante ello, otras orientaciones políticas tienen su relevancia dentro de la ciudad, el Partido Demócrata Progresista (PDP) y algunas facciones yrigoyenistas se terminaran asentando más firmemente durante los veinte.

En definitiva, en los prolegómenos de la crisis del 30, la ciudad se mostraba en un punto indudable de expansión económica, con una estructura social en transformación, donde la presencia de sus trabajadores era incontrastable, pero posiblemente oscurecida por un mercado laboral que tendía a la rotación constante, a la movilidad de la fuerza de trabajo y a una distribución espacial que tendía a concentrar los dos núcleos fundamentales de trabajadores (estibadores y ferroviarios) en espacios de relativa invisibilidad del “centro” de la localidad.

Segundo momento: La crisis que no cesa en el tránsito hacia la industrialización que no llega (1930 – 1947)

La crisis del modelo agroexportador en los treinta había dejado a la región circundante a Villa Constitución en un estado de indefección aguda, su campaña (una de las más feraces del planeta) ya no podía sostener un rosario de pequeñas localidades que a la vera de las vías férreas veían como su población disminuía día a día.[9] Así, casi a modo de un símbolo de los tiempos, el impresionante elevador de granos del puerto villense que tantas expectativas había generado, apenas inaugurado (a fines de 1944) casi no tenía uso por la falta de excedentes exportables (Videla, 2013).

Exportaciones por el puerto de Villa Constitución (1928-1947) (toneladas)
Trigo Maíz Lino Totales
1928 118.577 320.931 54.162 493.670
1930 36.495 380.741 18.335 435.571
1931 40.482 757.449 78.935 876.866
1932 40.578 460.377 24.427 525.382
1933 48.548 340.428 43.047 432.023
1934 42.834 287.327 34.080 364.241
1935 34.656 495.592 36.328 566.576
1936 1.156 367.709 35.072 403.937
1937 60.114 949.532 41.770 1.051.416
1938 41.330 227.799 13.357 282.486
1939 80.662 201.582 14.937 297.181
1940 110.022 73.753 930 184.705
1941 23.015 9.893 2.981 35.889
1942 18.170 0 2.170 20.340
1943 0 460 20.657 21.117
1944 0 0 0 0
1945 30.640 39.856 10.498 80.994
1946 138.650 4.599 143.249
1947* 24.093 128.216 0 152.309

*Datos no oficiales
Datos construidos a partir del Anexo “Estadísticas”. Bolsa de comercio de Rosario, Memorias 1931 a 1948. Rosario.

Los efectos de la crisis sobre la región y la localidad serán inmediatos, hambre, desocupación, caída del poder adquisitivo de los salarios y represión serán moneda corriente por esos años, tan es así que el relativo aumento de las actividades del puerto hasta mediados de los treinta no debe llevarnos a confusión, sino tomarlo como un efecto propio de las respuestas del mercado agrícola a la propia crisis.[10] Pero será en la coyuntura prebélica y durante el transcurso de la misma que la crítica situación económico-social llegara a su cenit. Particularmente los tres últimos años de la guerra pondrán a la región ante una coyuntura crítica, a tal punto que la situación se expresara en una clara ruptura ideológica expresada fundamentalmente a través de la prensa local[11]. En este sentido, la crisis de un modelo de acumulación es tan evidente que ya estaba en el ambiente la necesidad de otra forma de asegurar el “progreso” de la comunidad fincada en un desarrollo industrial que todavía no era más que una ilusión.

Por otra parte, durante la larga década de los treinta, casi como un contraste de los difíciles tiempos que se viven, el gremialismo obrero villense conservara un dinamismo que no solo es destacable por su magnitud, sino que creemos deja planteados muchas de las preguntas más significativas para una mirada de largo plazo. En principio debemos señalar la particularidad del cuadro sindical villense que es objeto de este trabajo: el peso de los anarquistas sobre el movimiento obrero local es indudablemente mayoritario hasta precisamente esta larga década del treinta que concluye en la siguiente con los inicios del peronismo.

Por otra parte, por esos mismos años se acrecienta la presencia del sindicalismo vinculado a la CGT sostenido fundamentalmente sobre los gremios ferroviarios (Unión Ferroviaria y La Fraternidad) y en menor medida en los mercantiles, a lo que se agrega la novedosa e impetuosa presencia de los comunistas[12] fundamentalmente a través del Sindicato Único de Obreros de la Construcción (SUOC).[13]

Ahora bien, en esta coyuntura, una mirada menos atenta a las organizaciones de la clase, y más preocupada por los trabajadores que las integran, nos permite acercarnos un poco mas a las experiencias de estos actores, más puntualmente comprobar que pueden convivir en ellos múltiples identidades (particularmente sindicales y políticas) “supuestamente” contradictorias sin que parezca acarrearles demasiadas contradicciones en la vida cotidiana.

En este sentido, el análisis local nos permite observar, por una parte, la existencia de casos más “típicos” (que ha sido señalado ya por la bibliografía del movimiento obrero) de esta convivencia de identidades, hasta algunos otros más “atípicos” que creemos nos pueden ayudar más a pensar que la explicación de la existencia de largas continuidades está sostenida sobre la experiencia cotidiana (de clase) de los trabajadores mas que en sus identidades políticas. En el primero de los sentidos, es claro que el análisis de uno de sus máximos dirigentes del movimiento obrero local, el ferroviario José Di Donatti, abona las tesis ya transitadas como las de Juan Carlos Torre o Hugo del Campo para el nivel nacional.[14] En este sentido, si bien no hemos podido comprobar taxativamente su afiliación a partido alguno, podemos suponer que en algún momento fuera simpatizante socialista en razón de sus estrechos vínculos con uno de los mayores líderes nacionales de los ferroviarios, José Domenech en el mismo momento que este lo fuera; aunque también es posible que fuera por lo menos un simpatizante y/o aliado del PDP[15], ya más entrado los treinta se acerca al radicalismo concordancista. Más allá de su afiliación política, su derrotero lo indica como un paradigma del sindicalista de principios de los cuarenta.

Por otra parte, el análisis local señala también algunas experiencias “atípicas” de articulación de identidades políticas y sindicales. La situación aparece por ejemplo dentro del gremio de la construcción conducido por los comunistas, donde conviven militantes y dirigentes de este partido con una apreciable cantidad de afiliados al PDP (Diz y Videla, 2006). No obstante, la situación se puede extender también a los foristas, particularmente si observamos no solo a sus adherentes sino también a las militancias, como veremos más adelante. Allí, la militancia activa en un partido político “burgués” no parece ser un limitante tanto para formar parte de las sociedades de resistencia locales, como para ser uno de sus militantes más activos.

Esto indicaría que no debemos descartar que en el conjunto de vínculos entre partidos y sindicatos (aun con los anarquistas), en los contextos locales, en ocasiones son más importantes los vínculos personales entre los actores que las posiciones de sus respectivas organizaciones. Pensando en el largo plazo, estas evidencias parecieran poder sostener que la “escisión” entre las identidades político partidarias y las propias de la acción gremial no solo serán propias de momentos posteriores de la historia del movimiento obrero (los setenta en adelante), sino que lo eran desde sus propios orígenes.

Por otra parte, desde la perspectiva de los actores las condiciones locales también juegan un papel significativo, así comprobamos que el uso de una especie de “ideología localista” es extendido y ampliamente aceptado, al punto que los actores se disputan precisamente ser los verdaderos “representantes” de ella. De tal manera que todas las corrientes sindicales, como también las publicaciones vinculadas a los partidos, utilizan el argumento de la defensa de los trabajadores locales, y se acusan de proteger o dar trabajo a “forasteros”. El peso de la “ideología localista” es un componente clave del cuadro de reivindicaciones de movimiento obrero villense a lo largo de estos años, lo había sido desde antes y estará permanente hasta el presente. Ya instalado en los veinte y muy poderoso en los treinta como mecanismo de regulación del acceso al trabajo (portuario en la localidad, rural estacional en la campaña), tendrá también un significativo peso en las reivindicaciones del ciclo de radicalización de los setenta, en este caso leídas en clave de postergación respecto de la estructura centralista del sindicato.[16]

El fin de la segunda guerra y el proceso de formación del peronismo llegan entonces en un momento clave para la localidad y su clase obrera; en lo más profundo de una crisis donde la desocupación (y también la represión) es la norma, las condiciones parecieran indicar un momento de máxima debilidad estructural, a lo que se agrega un movimiento obrero fragmentado ideológicamente; no obstante, la particular conformación del peronismo local (en este caso modélica respecto de las interpretaciones capitalinas) demostraran la centralidad de los trabajadores y sus organizaciones en la coyuntura que conservan la suficiente fortaleza (por lo menos algunos de sus gremios, ferroviarios en particular) como para constituir uno de los factores de poder clave de la situación y aportar una parte significativa de sus dirigencias a la nueva identidad política en formación.

Segunda Parte. De la historiografía del anarquismo a la experiencia de los sujetos en la clave micro-social

Primer movimiento: historiografía e historia del anarquismo

Es indudable que el anarquismo tiene un espacio ciertamente importante en la historia argentina moderna y particularmente en la historia del movimiento obrero. No obstante, la historiografía más al uso ha hecho énfasis por un parte en el momento fundacional de este (fines del siglo XIX y primera década del XX) y por otro en las instituciones y sus derivados más “puros” en términos estrictamente ideológicos.

En este sentido, disentimos con las interpretaciones que dan ya en vías de extinción al anarquismo a partir del Centenario, señalamos en este caso que éstas observan el fenómeno desde, por una parte, una perspectiva fuertemente restringida a los “grandes” ámbitos urbanos y escasamente toman en cuenta otros espacios locales de menor envergadura demográfica y/o directamente omiten su peso en zonas rurales cerealeras; y por otra parte, casi imperceptiblemente derivan conclusiones acerca de las características, composición y comportamiento de la clase obrera del estudio de las instituciones, organizaciones del movimiento obrero y/o social vinculado al anarquismo.

La fecha de la crisis final del anarquismo alrededor de 1910 está muy extendida en la producción sobre este movimiento, aparece ya en las opiniones de quienes fueran sus adversarios dentro del movimiento obrero, pero particularmente en la obra de la mayoría de los cientistas sociales que han trabajado sobre él. El mejor de estos últimos es sin duda el libro de Suriano (2001), a este recurriremos entonces para plantear algunos reparos a esta imagen. Por una parte, el énfasis que pone en su objeto de análisis territorial (la ciudad de Buenos Aires) lo lleva a fechar la decadencia del anarquismo a partir de 1910. Varias circunstancias contribuyen a cuestionar esta imagen, en principio una mirada sumamente atenta a las fuentes “evidentes” del anarquismo oscurecen la presencia de sus ideas y prácticas (y por tanto de sus militantes y/o adherentes más o menos conscientes de serlo) precisamente en aquel espacio que Suriano dejaba relativamente de un lado, el movimiento obrero. Por otra parte, una mirada poco atenta a otras coyunturas en otras sociedades urbanas y fundamentalmente una percepción poco atenta a la importancia (relativa, pero también numérica) de las localidades del interior pampeano y del proletariado rural dan como resultado una minusvaloración de anarquismo durante los años inmediatamente anteriores al golpe de 1930. Por otra parte, hay otro factor que ha sido también minusvalorado y es el constante crecimiento del movimiento obrero durante esos años, es decir lo que tendríamos que preguntarnos, es por las causas por la que el anarquismo no pudo “seguir” ese crecimiento de la masa de trabajadores vinculados a las distintas expresiones del movimiento obrero. Finalmente, parece sobrevolar sobre la hipótesis Suriano una mirada estrecha del anarquismo como movimiento, es decir el de “ver” como sujetos del movimiento solamente a aquello/as más convencidos (a lo/as militantes y dirigentes que articulaban desde los emprendimientos editoriales a las sociedades de resistencia) sin poder percibir que lo/as menos “tocado/as” por las ideas y prácticas del anarquismo (más allá que el “grado” en que lo estaban era seguramente importante) también eran parte de ese movimiento.

Ahora bien, la crítica a la hipótesis de la desaparición no es solo nuestra, esta interpretación aparece en el trabajo de Fernando López Trujillo (2005), e implícitamente en los trabajos de Benyo (2005) e Iñigo Carrera (2004), pero esta particularmente desarrollada en Agustín Nieto (2010). En general acordamos con el grueso de sus planteos críticos a lo que él llama el “sentido común”[17] de los de los historiadores del anarquismo, puntualmente sobre la minusvaloración de las experiencias “extracapitalinas” y/o posteriores al Centenario y la asignación acrítica de un carácter “arcaico” a sus prácticas sindicales y/o al “extremismo” como extendida estrategia en el conflicto social, todas ellas derivadas de análisis localmente[18] situados que le permite no solo acercarse a las organizaciones, sus líderes y militantes, sino al conjunto de los trabajadores que se sienten representados por esos anarquistas. En este sentido, es esta estrategia la que nos parece abre un extenso camino analítico ya que al alejarnos de las formas más institucionalizadas del movimiento obrero (que por otra parte son las que mayormente han dejado algún registro de fuentes) permiten acercarnos más a la clase obrera y a los trabajadores que la componen.

Segundo movimiento: ¿Quiénes son los anarquistas villenses?

Algunas consideraciones sobre las fuentes

Para la construcción de este último apartado, hemos recurrido con mayor intensidad a una serie de fuentes que de por sí guardan algunas particularidades que son necesarias de indicar: por una parte, algunas de ellas son “producidas” con mucha posterioridad a los hechos que relatan y/o rememoran y por tanto tenemos que tener los recaudos propios de fuentes matrizadas por las memorias de las experiencias posterior de los narradores.[19] El otro corpus importante de fuentes que utilizamos, los prontuarios policiales, también tienen sus particularidades: si bien son contemporáneas a los mismos sucesos y abordan (muy particularmente) aspecto de la vida de los sujetos que no aparecen en otras fuentes, la impronta jurídico-represiva- estatal de los mismos modela profundamente la información que nos ofrece (Nieto, 2011). Para este apartado también se han utilizado las abundantes fuentes periodísticas locales, pero fundamentalmente en un sentido estrictamente “técnico” sin mayores referencias a su rol intrínseco que fuera abordado en otras ocasiones.[20]

Como dijimos más arriba este último apartado trata de acercase a una perspectiva más atenta a la experiencia de los sujetos a través de un corpus de fuentes ciertamente diversas, en principio tomamos aquellas en que estuviera más cercana la propia voz de los actores: una entrevista realizada a un militante sindical anarquista de la Sociedad de Estibadores del Puerto de Villa Constitución en los treinta al cuarenta y de la Unión  Obrera Metalúrgica en los cincuenta y sesenta, Miguel Ríos (Entrevista a Miguel Ríos, 2001); un trabajo de quien podemos calificar como un “militante de la memoria” anarquista en Villa Constitución, Guildo Corres (2005), “intelectual pueblerino” y militante y dirigente demoprogresista; la historia de vida editada (Cafferata, 1988) de un “pesado” local, Hilario Ramos (estibador y jornalero buena parte de su vida, finalmente bolichero) recompuesta[21] por otro “intelectual pueblerino”, Godo Cafferata, militante radical durante toda su vida.

Estos agentes no solo reúnen la condición de participantes de los procesos analizados, sino algunos rasgos que deseamos resaltar: son estrictamente de la misma generación (nacen entre 1912 y 1916) aunque claramente de diferentes sectores sociales (Hilario y Miguel son indubitablemente parte del “pobrerío”, trabajadores eventuales buena parte de su vida), Guildo es parte de lo que podemos considerar pequeña burguesía pueblerina y Godo descendiente de las familias fundadoras de la localidad (propietarios urbanos y rurales y primeros profesionales universitarios de la zona). Pero el dato que nos interesa resaltar es que buena parte de su vida fueron vecinos dado la escasa distancia que separaba dos realidades sociales tan disimiles[22].

En ese sentido, es evidente que han compartido (seguramente diferenciadamente) buena parte de una experiencia vital de socialización: durante su niñez evidentemente “la calle”, pero también (aunque brevemente para algunos) la escuela primaria pública, más adelante, posiblemente, algunos tópicos identitarios propios de sus experiencias político-sindical (el antifascismo, tal vez, aunque diferenciadamente), pero seguramente también compartieron algunos espacios socialmente diferenciados pero de presencia compartida (en los boliches y prostíbulos del bajo no era extraña la presencia de jóvenes y adolescentes de todos los orígenes sociales en un común rasgo de construcción identitaria masculina), a los que podemos agregar otros más laxos propios de la vida cotidiana pueblerina (la plaza, los bailes populares, etc.); más adelante, ya en su vida adulta, a todos los une (además de la amistad entre por lo menos tres de ellos, Guildo, Godo e Hilario) una común reivindicación de lo que denominamos “la memoria anarquista villense”.

Por otra parte, se ha recurrido a otro tipo de fuentes (esta vez no adictas a aquella memoria) que nos han proporcionado un riquísimo camino para profundizar en la indagación de la vida “al ras del suelo” de estos agentes: los prontuarios policiales. En otra oportunidad ya habíamos utilizado estas fuentes para periodos posteriores, pero marcados por la excepcionalidad (Videla, Menotti y Diz, 2013); en esta oportunidad fue posible consultar el fichero general de la Regional II de la Policía de la Provincia de Santa Fe con sede en Rosario y los prontuarios de 21 personas vinculadas al movimiento anarquista villense. La consulta surgió de un número relativamente importante de nombres surgidos de las fuentes anteriormente mencionadas (mas algunos otros nombres surgidos de la prensa local y/o política) a los que se fueron agregando otros surgidos de los propios prontuarios (en tanto éstos indican, puntualmente con quién ha sido detenido el prontuario, fecha y causa) lo que nos dio aproximadamente los nombres de poco más de 40 personas con diversos grados de implicación con el movimiento anarquista local (desde líderes sindicales de relevancia no solo local, pasando por militantes de diversos grado, hasta simples simpatizantes/participantes de las organizaciones gremiales conducidas por los anarquistas).[23]

Tres casos edificantes[24]

Teodoro Suárez[25]

Por estos años el máximo dirigente de los anarquistas villenses es uno de los militantes emblemáticos del movimiento: Teodoro Suárez.[26] Había nacido en Caldas (León, España) en 1897 y llegado muy joven a la Argentina (1913). Figura de resonancias nacionales, había sido uno de los detenidos por los llamados sucesos de Jacinto Arauz (1921), y en esa condición informante clave de Osvaldo Bayer (2007) para el libro sobre los anarquistas expropiadores. Su militancia en el sindicalismo rural se verá expresada en su prontuario rosarino en las seis detenciones informadas por la policía territorial pampeana y cuatro de la policía de la Provincia de la Provincia de Buenos Aires a requerimiento de policía santafesina, la primera un año antes de su primera detención en la provincia de Santa Fe (1930), lo que indica claramente que era seguido por esta. Teodoro se instala en Rosario en el transcurso de 1929, alojándose con su familia en el corazón de una barriada obrera y de tradición anarquista: Refinería. Allí milita en la sociedad de resistencia de los estibadores donde se desempeña como secretario general. Con posterioridad a su experiencia villense será un importante dirigente portuario en Buenos Aires y de la FORA (fue delegado de esta a los Congresos de la AIT en Europa).

Teodoro llega a Villa Constitución desde Rosario en 1932 y estará allí hasta 1941 en que es nombrado en el Consejo Federal de la FORA. Según su prontuario reside en las inmediaciones de la barranca y será detenido en tres oportunidades y procesado en dos (desacato al Presidente de la República en 1936 y desacato a la autoridad policial en 1940). Participante individual de Congreso unificador del movimiento anarquista realizado en Rosario en setiembre de 1932 por Villa Constitución; en esta localidad construirá un liderazgo significativo al interior del movimiento anarquista (explicitado en su promoción posterior dentro de este), pero también tenderá unas significativas redes con otros sujetos de otras orientaciones políticas y extracción social que le asegurarán una muy alta valoración en la historia “pueblerina”.[27] Los rasgos con los que se construye esa valoración están en línea directa con un paradigmático perfil del buen anarquista: un “hijo de pueblo” (hijo natural para fortalecer la imagen), autodidacta de extensa y amplia cultura, dirigente gremial intachable, combativo y consecuente, enemigo del alcohol y promotor de la elevación cultural de los trabajadores a través del arte[28], la imagen como veremos en contraste con otros militantes foristas se refuerza por sus entradas policiales, todas vinculadas estrictamente a la militancia.

Teodoro Suárez murió el 3 de enero de 1988, su intensa vida, seguramente merece un trabajo de más largo aliento.

Luján de Pozo[29]

Francisco Ismael del Pozo, “Luján” de apodo (por el nombre con que se conocía a su padre), nace como muchos otros en las precarias casas de la barranca villense el 10 de octubre de 1915, hasta 1944 reside en Villa trasladándose luego a Pueblo Nuevo en las inmediaciones del Rosario. Hemos detectado que tiene por lo menos cuatro hermanos, como él todos jornaleros y estibadores, todos ellos con prontuario mas o menos frondoso. El caso de Luján del Pozo es sin dudas muy significativo para nuestro análisis. Del Pozo es un obrero portuario afiliado a la SOPVC (también militó en la mas efímera Sociedad de Resistencia de Oficios Varios), vive sobre la barranca, y como otros es un asiduo participante de las huelgas portuarias, y hombre de armas tomar, casi como una paradoja de las fuentes, a través de la prensa (La Semana, La Capital, La Protesta) lo encontramos implicado en varios episodios violentos (golpiza a un obrero comunista en una disputa intersindical, golpiza recibida por la policía en contextos de huelgas), circunstancias que no figuran en su prontuario, pero sí por lesiones en riña en estado de ebriedad, robo o por portaciones de armas[30]. Como buena parte de los obreros portuarios es un recurrente parroquiano de los boliches del bajo, pero lo que más nos interesa es que es uno de los caudillos barriales del PDP, con suficientes contactos con los líderes departamentales (los hermanos D´Anna) como para poder asegurar a sus conocidos (algunos de ellos también militantes foristas, como el mencionado Hilario Ramos) la condescendencia de los poderes públicos cuando el PDP está en el gobierno, o por lo menos asistencia jurídica cuando se encuentran en la oposición (Cafferata, 1988: 25-27 y 41).

Hilario Ramos

Ramos, apodado desde joven “Carpinchito”, nació en el bajo de Villa Constitución el 14 de enero de 1914, y allí o en sus inmediaciones vivió toda su vida. Hijo de estibador, ese fue su trabajo durante dos décadas, hasta que ya durante el peronismo instalo un minúsculo comercio (los mencionados “boliches”). Convertido en un “personaje del pueblo”, en buena medida por los relatos de Godo y Guildo, su “fama” fue sostenida en una rara mezcla de atributos: hombre de armas, “cuchillero” por sus múltiples entreveros a lo largo de su vida, en algún sentido remedo (práctico y moral) de gauchos y orilleros, pero también es reconocido por su muy laxa reivindicación del sindicalismo anarquista y algunos difusos tópicos propios de este. El vínculo con el anarquismo es múltiple, ya dijimos del arraigo tanto barrial como entre los estibadores del anarquismo villense, a ello se agrega que algún vínculo familiar fuerte: su tía paterna Micaela Ramos, a la que recurre en varias ocasiones en la que cae preso, había sido mencionada como aguerrida oradora anarquista. Ahora bien, si a través de las fuentes que relata su vida (Godo) tenemos una entrada ciertamente compleja del personaje: tanto en esta como de su prontuario se hace evidente que Hilario no cae preso por motivos vinculados a la actividad gremial o ideológicos, los delitos de los que se lo acusa son los llamados “comunes”: sus múltiples entradas son mayoritariamente por lesiones (producto de otros tantos enfrentamiento a cuchillo o revolver que protagoniza), abuso sexual, desacato (a la policía) y robos.

Finalmente, una breve caracterización

A lo largo de su historia el anarquismo local estuvo estrechamente vinculado a la FORA (no hemos detectado la presencia de otras orientaciones del anarquismo), y se sostiene fundamentalmente sobre una sociedad de resistencia villense, la Sociedad de Obreros del Puerto de Villa Constitución (SOPVC) y sobre la eficaz articulación de las numerosas y mucho más inestables Sociedades de Obreros de Oficios Varios de las localidades circundantes, en un arco que si bien se extiende y contrae territorialmente con las coyunturas, tiene su eje en la ciudad.[31] Muy activos desde siempre, a poco del golpe que los había tomado particularmente como unos de sus objetivos para la represión, los anarquistas foristas[32] locales participan de la formación de la Federación Obrera Provincial (1932) al mismo tiempo que la SOPVC encabeza las más importantes huelgas portuarias de la década. Poco después (1935) constituyen una de las más sólidas federaciones comarcales adheridas a la FORA, y más allá de algunos conflictos internos (1936) (Ascolani, 2004:169) su peso local no declina en demasía durante estos años, al punto que emprender intentos de organización (y competencia con otras orientaciones ideológicas) de otros trabajadores locales: en la coyuntura inmediata al inicio de la guerra los foristas habían organizado por lo menos una Sociedad Resistencia de Ladrilleros que había logrado firmar pliegos de condiciones con patronos de los escasos hornos de la zona y sostenido algunas huelgas[33]; además a principios de 1940 intentaron (al parecer sin éxito) organizar una sociedad de pintores (La Semana; 09/03/40). Por esos años ante un desafío de obras de magnitud (como la provisión de trabajadores para la construcción de los elevadores o una de la escuela), utilizar a otra sociedad local (la Sociedad de Oficios Varios de Villa Constitución) casi como un sindicato por rama.[34]

Como afirmamos más arriba el peso de la “ideología localista” es un componente clave del cuadro de reivindicaciones de movimiento obrero villense y también lo será en el caso del cuadro de tópicos reivindicativos que enarbolara el sindicalismo anarquista local: ¿Pero qué es ser local? Obviamente que variará según los intereses de los distintos enunciantes. Por ejemplo, en el caso los anarquistas, posiblemente su interpretación de los difusos límites de lo local se toque con la noción de “comarcal” que daba nombre la sociedad de sindicatos adherida a la FORA, de manera tal que el concepto se convierta en una herramienta para resolver las necesidades de sus adherentes. Es que su larga hegemonía en el movimiento obrero rural del Departamento, hace que sea totalmente factible que utilizara los acuerdos con empresarios para asegurar trabajo a los adherentes al movimiento asentados en los pueblos del departamento, que, acuciados por la creciente desocupación provocada tanto por la crisis general del 29/30 como por la más coyuntural del maíz (producto central del Departamento Constitución y fuerte demandante de mano de obra) se trasladaban a Villa Constitución como primer paso de una migración rural-urbana ya desatada. Finalmente, la desestructuración de la economía portuaria en los años de la segunda guerra (que casi coincidieron con los de la construcción de los elevadores, que les dio su ultimo aliento) evidentemente dieron de lleno en el corazón de la base social de los anarquistas villenses, a ello debe agregarse los efectos de más largo plazo de la mecanización agrícola que impactaba en otro de sus espacios de implantación, los braceros agrícolas. Para cuando las oportunidades laborales locales tomaran nuevo brío con el proceso primero de construcción y finalmente de puesta en producción de las futuras empresas metalúrgicas (a finales de la década del cuarenta y principio de la siguiente respectivamente), el panorama había agregado, además, ese nuevo fenómeno sociopolítico que era el peronismo en el complejo entramado de las adhesiones de los trabajadores locales.

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La Semana, Villa Constitución.

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Vanguardia, Villa Constitución.

Citas

[1] Sobre los condiciones iniciales de la fundación en el marco del proyecto de la Confederación (Galano y Goicoechea, 2000).

[2] Recordemos que esta problemática había provocado el llamado Grito de Alcorta, población del Departamento, escenario de la formación de la Federación Agraria Argentina, expresión corporativa de los arrendatarios esencialmente y de sus primeras luchas reivindicativas, en la que los anarquistas tuvieron su participación. (Bonaudo y Godoy, 1985; Grela, 1958).

[3] El Puerto de Villa Constitución es la salida natural de la producción del departamento Constitución y parte del de General López y Rosario en Santa Fe y de algunos del noroeste bonaerense, el primero es el corazón de la zona maicera argentina y allí donde habían madurado las condiciones de la conflictividad rural pampeana, sea esta chacarera o bracera. (Arcondo, 1980; Ascolani, 1993; Sartelli, 1993).

[4] Datos construidos a partir del Anexo “Estadísticas” (Bolsa de Comercio de Rosario, 1930: 153-219)

[5] La Vanguardia aporta un número imposible: 3000. (La Vanguardia, 17/5/1928). Más realista nos parecen algunas indicaciones de las Memorias de la Bolsa de Comercio, 500 estibadores (Bolsa de Comercio de Rosario, 1929: 147); que además coinciden con las cifras que hemos encontrado en la prensa periódica rosarina: 400 (La Capital, 01/06/1932).

[6] El censo de 1914 indica 3499 habitantes en todo el distrito (rural y urbano). Los años inmediatamente posteriores hasta la crisis del 29 fueron de un incremento poblacional importantísimo pero no creemos que puedan superar los 7000; luego de la crisis la población se estancó de allí que el Censo de 1947 nos indica 6.203 para la zona urbana y 2.980 para la zona rural del distrito (Videla, 1999).

[7] Delegados de la sociedad asisten recurrentemente a los congresos de la misma. Anecdóticamente el delegado al III Congreso de la F.O.A. que se realizó en Buenos Aires en 1903, fue Alberto Ghiraldo (Rey, 2004: 11). Guildo Corres, erróneamente indica que el II Congreso de 1902 (Corres, 2005: 137).

[8] La influencia del anarquismo nunca estuvo reducido a los gremial, un contemporáneo, y vecino del barrio comenta sobre la acción de los anarquistas: “Como apéndice de su trajinar laboral, estos foristas organizaban en sus locales cursos vespertinos donde enseñaban a leer y escribir, tenían bibliotecas, fundaron un conservatorio musical que luego dio origen a “La Lira”, una banda de instrumentos de cuerda y viento que perduró hasta cerca de 1950. Además organizaban veladas con representaciones teatrales donde se representaban obras de fuerte contenido social.” (Corres, 2005: 139.)

[9] Entre 1914 y 1947 casi todos los distritos urbanos del Departamento y particularmente de la línea del ferrocarril que cruza de este a oeste han perdido población, solo la cabecera Villa Constitución y la adyacente localidad de Empalme Villa Constitución han visto incrementada su población. Censo Nacional 1914, Tomo II, pp. 39-40, Censo Nacional 1947.

[10] Ante la caída de los precios internacionales, en el núcleo de la producción agroexportadora, los cereales, el comportamiento general de buena parte de los agentes es, en principio, aumentar la superficie sembrada y reducir el costo y cantidad de mano de obra de modo de compensar precio con cantidad.

[11] En la abundante prensa local de los treinta y cuarenta (El Defensor, La Semana, Vanguardia, Clarinada, La Calle, La Opinión), la necesidad de industrialización como nuevo motor del desarrollo local no había sido tematizado hasta que a inicios de los cuarenta La Opinión y luego La Calle lo tomen como uno de sus ejes discursivos (Diz y Videla, 2012). Evidentemente la circunstancia no era solo un efecto de posicionamiento de líneas editoriales, sino que puede tomarse también como un fenómeno de crisis hegemónica del discurso “agroexportador”.

[12] Ahora bien, a nivel local, la presencia comunista en el Departamento Constitución era evidente desde por lo menos los años veinte (en Alcorta y en menor medida en Villa Constitución), pero muy particularmente lo será a lo largo de los años treinta, no porque se visibilice en las elecciones, pero si a través de las múltiples iniciativas donde sus militantes se muestran muy activos: en el gremialismo chacarero y en el sindicalismo bracero, dentro del movimiento antifascista local, en muchas de las expresiones culturales, pero también avanzando la década dentro del movimiento obrero urbano villense (muy particularmente en gremio de la construcción y algo en ferroviarios) (Videla, 2007; Videla y Diz, 2014; Florio y Rodríguez, 2010; Videla, Menotti y Diz, 2013).

[13] El SUOC es el sindicato de la construcción local, adherido a la Federación Nacional de la Construcción, conducida por los comunistas. Entre finales de los treinta e inicio de los cuarenta disputaran violentamente por la representación gremial con la Sociedad de Resistencia de Oficios Varios de Villa Constitución (SOV) conducida por los anarquistas y adherida a la Federación Comarcal (Diz y Videla, 2014).

[14] Para una análisis del recorrido socio-político de este importante líder local (Aguirre y López, 2013)

[14] Nos referimos puntualmente a un incipiente pero continuo proceso de burocratización, el desarrollo progresivo de un reformismo pragmático y una fuerte vinculación al poder político (del Campo, 2005).

[15] La mayor evidencia de esto son los cargos políticos que ocupó por esos años. En mayo de 1934 fue elegido Vicepresidente de la Comisión Comunal por el PDP acompañando a Luzuriaga, por renuncia de este al año siguiente accede a la Presidencia de la Comuna hasta la intervención nacional. Diez años después, en abril de 1945, volverá a ese puesto en condición de Interventor. Cargo que detentará hasta su nombramiento como Jefe Político del Departamento a partir de enero de 1946. Figura relevante del peronismo local durante años, será electo Intendente Municipal en 1973, pero a los pocos meses fallece el 20 de julio de 1973 (Lischetti, 1980: 186-189; Aguirre y López, 2013).

[16] La importancia de estas reivindicaciones no solamente se restringen al sindicalismo combativo villense, sino que ha sido señalado tanto por James Brennan como por Mónica Gordillo como un componente importante en las movilizaciones en uno de los núcleos de aquel, Córdoba (Brenann y Gordillo, 2008).

[17] “Entre los historiadores que han estudiado y analizado el movimiento obrero argentino de la primera mitad del siglo XX existe un “sentido común” generalizado sobre el papel que le tocó jugar en ese entonces al anarquismo. De forma algo acotada y esquemática vamos a intentar explicitar los rasgos principales de ese “sentido común”. El primer aspecto de la problemática está referido al período en que aquella corriente ideológica ejerció su hegemonía en el movimiento obrero organizado a través de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), limitándolo aproximadamente a los años que transcurren entre finales del siglo XIX y principios del XX. Con posterioridad a la década de 1910, el anarquismo comenzó a languidecer dando sus últimos estertores en los albores de los ’30. Una segunda faz de aquel “sentido común” está vinculada a la dinámica que dicha corriente le imprimó a los conflictos obreros en los cuales tuvo un papel dirigente, resumidos en la frase “todo o nada” que implicaba la negación sistemática a cualquier tipo de negociación y, por ende, a la prolongación de las huelgas hasta que éstas triunfaran totalmente o fuesen derrotadas. Un tercer aspecto se vincula a la relación entre anarquismo y Estado. Si por un lado, se considera que los anarquistas descartaban la mediación estatal como forma de resolución de los conflictos entre capital y trabajo; por otro lado, y como consecuencia, se supone que la única acción estatal posible hacia dicho sector era la represión. Como cuarta observación quisiéramos resaltar que en la mayoría de los casos las investigaciones, de las que se desprende este “sentido común”, son referidas a las experiencias capitalinas y/o realizadas con fuentes de carácter “nacional”, como por ejemplo La Protesta, periódico que si bien no desdeñaba la información referida a sucesos ocurridos fuera de la Capital, se remitía a tratarlos marginalmente. Por último, aunque no menos importante, es común encontrar en las diversas publicaciones sobre la problemática anarquista una identificación mecánica entre esta ideología “arcaica”, una organización por oficio y un proceso de trabajo poco desarrollado, artesanal. La línea de análisis es: artesano-oficio-anarquismo (como ideología pre-moderna); a la cual se le contrapone esta otra línea de análisis: obrero de la gran industria-sindicatos únicos por rama-comunismo (como ideología moderna).” (Nieto, 2008: 89-90).

[18] Consistente con esta perspectiva, Nieto es particularmente crítico con las versiones locales de este “sentido común”. “Como ejemplo de la reproducción de este “sentido común” a escala local contamos con los trabajos de la historiadora Elisa Pastoriza. La autora se propone indagar la dinámica del movimiento obrero marplatense en los orígenes del peronismo, rastreando y encontrando rasgos de continuidad en las prácticas obreras entre el período pre-peronista y peronista. En relación a este punto, ya que sus aportes no se reducen únicamente a ese tema, su hipótesis es que dentro del espectro del movimiento obrero local, hegemonizado por anarquistas y comunistas, los métodos elaborados por los comunistas estuvieron en sintonía con los adoptados por el movimiento obrero peronista, mostrando los métodos anarquistas rasgos de anacronismo. Al momento de enumerar las nuevas prácticas incorporadas por el comunismo, la autora hace referencia a las mismas en los siguientes términos: “En un primer lugar, señalaremos la incorporación del ejercicio de la negociación, entendida como poder para transar en algunos ítems, ya no ‘el todo o nada’ que practicaban las dirigencias anarquistas. Los conflictos son transigidos en su amplia mayoría” (Pastoriza, 1993: 67; Nieto, 2008: 111).

[19] En términos metodológicos, para este tipo de enfoques, sus problemas, pero también sus potencialidades, sigue siendo imprescindible la obra de Portelli (2004).

[20] El tema de la prensa local en sí y sus vinculaciones lo hemos trabajado con cierta extensión (Videla y Diz, 2013; Videla, 2011; Videla, 2016).

[21] El proceso de “recomposición” es de por sí interesante, Godo Cafferata y Hilario Ramos fueron amigos desde la infancia, sabiendo que este último estaba escribiendo de su vida, al morir logró que sus familiares le permitieran consultar estas notas y sacarle fotos. Sobre este material editó un libro (ciertamente precario) sobre la vida de Hilario: el punto más interesante es cierta precariedad compositiva que hizo que por larguísimos pasajes es evidente que copia textual de aquellas notas (escrita en primera persona del singular) a los que inserta otras partes más claramente atribuibles de Godo, en este caso escritas en tercera persona del singular y/o en primera persona del plural. Lamentablemente, tanto las notas como las fotos se han perdido. Godo Cafferata es en realidad Godofredo Neumann Astiz, a su vez hijo de reconocido dirigente radical de vínculos nacionales, Godofredo Neumann Cafferata.

[22] Por una parte, recordemos lo indicado más arriba sobre la zona de predominio anarquista en el bajo (la barranca), pero por otra parte, también debemos recordar que, por razones históricas, las residencias de las familias más prósperas de la localidad también estaban cercanas al río, entre este y la calle principal (San Martin) apenas a cuatro cuadras una de la otra.

[23] Si bien el número puede parecer escaso, en principio nos resta indagar en el amplio panorama de los familiares de los prontuariados que podría dar algunos más implicados en las acciones del movimiento obrero anarquista, sea por ese mismo vínculo, pero seguramente por la condición laboral de la mayoría de la población: peones eventuales y por tanto episódica y recurrentemente estibadores; por otra parte, tal como ya hemos comprobado, no todo partícipe de acciones vinculadas al movimiento, aún líderes sindicales locales de esos años, tienen prontuario; finalmente, la cantidad de casos sobre los que tenemos algún tipo de información (poco más de 40) es una proporción relativamente alta de la cifra que contamos por ejemplo de los estibadores villenses (400-500).

[24] Una ausencia evidente y consecuente debilidad de nuestro análisis es el de las mujeres, justificable (precariamente) en la casi inexistencia de fuentes donde estas aparezcan en primera persona (sean porque la asuman o porque sean tomadas directamente), por ejemplo no tenemos fuentes directas producidas por mujeres, y tampoco pudimos encontrar ningún prontuario de las detectadas como militantes anarquistas (Micaela Ramos o Rosa Vega), nos queda como tarea heurística la indagación de las mujeres vinculadas por lazos familiares a los prontuariados (los nombres de las esposas, hijas, madres, hermanas figuran en casi todos los prontuarios).

[25] Además de las fuentes ya indicadas en este caso hemos utilizado: (López Trujillo, 2005: 244; Etchenique, 2000: 52-71. Teodoro Suárez. Prontuario. DIPROS. AGP).

[26] Otros líderes sindicales locales de importancia son también Plácido Alvarez, Daniel Asenjo, Juan Goitia, Jacinto Pereyra, Ambrosio Rodríguez, Virginio Valentini, Inocencio Lezcano, A. V. González, entre otros.

[27] Así durante los años treinta y cuarenta el anarquismo (y Teodoro) encontrara defensores entre la prensa comercial local (La Semana y luego La Calle, dirigidas por el heterodoxo Jaime Gualda Carbonell: radical, concordancista, yrigoyenista, católico, industrialista y anticomunista), así como entre radicales y demoprogresistas como Godo Cafferata y Guildo Corres aunque posiblemente la reivindicación sea contemporánea con el surgimiento del peronismo y se explique por su común oposición a éste; el peso en la memoria pueblerina llega al presente, al punto que en 2012, cuando se inaugura la remodelación del paseo peatonal del Puerto de cabotaje (parte del recorrido típico de ocio local actual, lugar de trabajo portuario en el pasado), se le da su nombre.

[28] “Autodidacta que a través de múltiples lecturas tenía una cultura admirable. Sindicalista de raza fué el líder local durante muchos años de la FORA desde cuya dirección sentó cátedra de lo que debe ser el gremialismo, además rescató a muchos del “boliche” suscitándoles inquietudes y así elevarles en la propia estimación.” (Cafferata, 1988: 188-9). “Cuando llegó al país era analfabeto. Sus compañeros de lucha le enseñaron a leer y escribir. Toda su ecuménica cultura, es obra de sus prolongadas lecturas y su formidable poder de asimilación, unidos a una superior inteligencia, patrimonio de algunos pocos privilegiados. En aquellos tiempos yo era un joven de apenas 17 años, pero me sentí atraído por su figura heroica de hombre perseguido por las policías bravas de entonces. Además de consolidar el movimiento portuario, Don Teodoro organizó una biblioteca en el local sindical, organizó un cuadro filodramático y habló a un grupo de estudiantes de maestros para que fuéramos, en horario nocturno, al local forista para enseñar a leer a los portuarios que carecían de instrucción.” (Carta de Guildo Corres a Guillermo Herzel).

[29] Además de las fuentes ya indicadas en este caso hemos utilizado: Cafferata, 1988: 25-27 y 41; La Protesta, 01/05/1941; La Capital, 05/04/1941; La Semana, 05/04/1941; Francisco Ismael del Pozo, Prontuario, DIPROS. AGP).

[30] Las “entradas” de Lujan en su nueva residencia (Pueblo Nuevo), son también de ese estilo (lesiones, desorden), aunque aquí sí aparece como militante sindical de los estibadores de Villa Diego (localidad adjunta a Pueblo Nuevo) cuando la policía peronista informa, a solicitud de la Comisión Nacional de Trabajo Rural, su condición de tal y su incorporación a un listado de lo que suponemos elementos “peligrosos” (Francisco Ismael del Pozo, Prontuario, DIPROS. AGP).

[31] Una foto publicada en el diario rosarino La Capital con motivo de una movilización convocada por la Federación Comarcal en la Plaza central villense, a fines del año 1940 (La Capital, 13/11/1940), nos puede dar algunos indicios del grado de adhesión. La foto, sacada desde un lugar apenas elevado en la vereda opuesta a la plaza, muestra la parte más abigarrada de la manifestación cubriendo toda la actual calle Yrigoyen (unos veinte metros) hasta el centro de la plaza (otros cincuenta) donde se encuentra el palco de los oradores, la perspectiva permite observar que está cubierto de gente en un frente de poco más de la mitad la plaza (poco más de cincuenta metros), y deja fuera de foco la calle Rivadavia (perpendicular a Yrigoyen), aunque es evidente que hacia allí también se extiende la presencia de asistentes. En total calculamos poco más de 5000 metros cuadrados densamente cubiertos, a no más de dos personas por metro cuadrado, nos da una asistencia de 2500 personas en una localidad que para esos años está en pleno proceso de despoblación y según cálculos de la prensa de la época (no hay censos hasta 1947) está entre los 6000 y 7000 habitantes. El censo de 1914 indica, 3499 habitantes en el distrito; el Censo de 1947: 6.203 para la zona urbana y 2.980 para la zona rural del distrito.

[32] Aquí nos vamos a permitir una aclaración terminológica, si bien la utilización de anarquismo forista, podría interpretarse casi como una tautología, la distinción no necesariamente es menor. Ni antes, pero particularmente durante los treinta, el anarquismo se redujo a la praxis encarnada en los militantes y adherentes a su máxima organización sindical (la FORA del 5° Congreso), el dinamismo el anarquismo supero holgadamente a la acción de las sociedades adheridas a la FORA y particularmente en los treinta busco otras formas de articulación más específicamente política como producto precisamente de los posicionamientos hegemonistas de los “foristas” (la FACA, por ejemplo). Si nos referimos a foristas, es por que como veremos no detectamos otras formas “clásicas” de la acción de los anarquistas en Villa Constitución que la producida y articulada a partir de las sociedades de resistencia adheridas a la Federación Comarcal adherida a su vez a la FORA. Por otra parte, y de no menor importancia en una perspectiva más atenta a la propia experiencia identitarias de los sujetos, los propios participantes de la movilización social articulados por estas organizaciones (aunque hay que resaltar que los testimonios están mediados por décadas), suelen referirse a ellos mismos como tales (foristas) para distinguirse de los “verdaderos” anarquistas representado en la figura de su más significativo líder local: Teodoro Suárez. (Entrevista a Miguel Ríos, Hilario a través de Godo)

[33] La Semana, de enero a julio de 1940, sigue con atención el tema.

[34] (Videla, 2015). En la coyuntura el tema no era extraño al interior de los debates de las distintas corrientes del anarquismo (Ceruso, 2011; Nieto, 2008).

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