Estrategias de organización y acciones colectivas del movimiento libertario en Argentina, 1935-1955
Por María Eugenia Bordagaray
Introducción
Los estudios sobre los años que van de 1945 a 1955 han estado limitados por la hegemonía de las cronologías establecidas para describir el fenómeno peronista y aparece en la historiografía como una etapa autosuficiente y pocas veces problematizada. Fenómenos complejos como las trayectorias del movimiento obrero o de los partidos o movimientos políticos preexistentes al peronismo, son simplificados en consignas tales como colaboracionistas-opositores, vieja guardia- nueva guardia sindical, entre otros binomios clasificatorios. De esta manera, las acciones colectivas y las experiencias previas, de más largo plazo, son ignorados o solamente se identifican como “etapa previa” o posterior al peronismo. Sin embargo cuestión que nos proponemos analizar necesita imponer sus propias periodizaciones o, por lo menos, cargar las antiguas de nuevos significados, en el sentido que las estrategias organizativas, las acciones colectivas e individuales de los colectivos libertarios que actúan en tiempos del primer y segundo gobierno peronista (1946-1955), comienzan a gestarse y tienen continuidad con las experiencias de la década anterior, al menos hacia inicios de la década de 1930. En el presente capítulo nos proponemos visibilizar por medio del estudios de documentos, publicaciones y diversas fuentes escritas, que los procesos de configuración del anarquismo sufrieron transformaciones en algunos aspectos en el período anterior al peronismo y que, en el contexto de los dos primeros gobiernos de Perón, algunas continuaron y se reforzaron y otros, se modificaron. Es por ello que partimos de pensar al colectivo libertario durante el peronismo como a un actor cuya identidad se encuentra en curso de negociación con el fin de interpelar a un amplio sector de la sociedad aún no “peronizada”: las mujeres, el movimiento estudiantil y universitario y en menor medida, los trabajadores.
Sujetos, acciones y organización del anarquismo entre 1935 y 1946
La historia del anarquismo en la Argentina remonta sus orígenes a las últimas dos décadas del Siglo XIX, momento en que son recepcionadas con énfasis las corrientes de pensamiento europeas que proponen una alternativa al sistema capitalista. Junto al socialismo, las ideas anarquistas serán motivadoras de las primeras formas de organización obrera y tendrán un fuerte protagonismo en las luchas contra la explotación en el mundo del trabajo, pero también una influencia definitiva en los círculos culturales e intelectuales sostenidos por escritores, filósofos, docentes y ensayistas que adhieren a la causa ácrata en la principales ciudades y centro portuarios del país. Sin duda, en Argentina, el paradigma de las ideas y de la organización anarquista es la Federación Obrera Regional de la Argentina (FORA). Desde allí se promueve la acción directa a través de la huelga general y la organización en sociedades de resistencia, uniones obreras y federaciones de trabajadores. La lucha se establece contra el capitalismo, pero también contra toda forma de explotación por lo que la elevación cultural y espiritual del trabajador es tan importante como la lucha por la subsistencia. Sin embargo, esa organización temprana no ocultó la significativa multiplicidad de orientaciones que tuvo el anarquismo rioplatense. (Anapios, 2007; Suriano, 2001; Barrancos, 1991; Bayer, 2003). Entrados en la década del 30, luego de la “desaparición “del anarquismo tal como se lo conocía, podemos avizorar estrategias diferenciadas en los repertorios de organización libertarios.[1] Por un lado, encontramos las instituciones que el anarquismo fue configurando con el fin de organizar la acción encaminada hacia el cambio social en clave libertaria. Sería el caso de lo que se denomina una organización finalista en cuanto a que el objetivo de máxima era la subversión del orden social existente. El ejemplo de este modelo organizativo para los años de nuestro análisis es la Federación Anarco Comunista de la Argentina (FACA), fundada en 1935. Esta también fue una estructura organizativa (siguiendo un formato federativo) de largo plazo ya que es conformada en 1935 y continúa hasta la actualidad con el nombre de Federación Libertaria Argentina. Pero también encontramos otros tipos de organizaciones, en general locales o con objetivos específicos, y que no trascienden en el tiempo una vez trascendida la coyuntura para la cual fueron elaboradas. Para este momento de la historia de los anarquismos locales, diferenciaremos no sólo el tipo de organización sino también a los sujetos a los que apelan: las mujeres, los obreros y los sectores estudiantiles y universitarios. En el período estudiado, los espacios de organización “específicos” surgen en relación con las agrupaciones de ayuda a los republicanos en torno de la Guerra Civil española (entre 1936 y 1940), en la reorganización del movimiento obrero (1940-1943) y la participación en los espacios universitarios (1944-1946). Estas estructuras organizativas –con los sujetos a los que compelen movilizar- serán luego fundamentales para comprender las propuestas de organización cultural y política frente al fenómeno peronistas.
a) La fundación de la FACA
La creación de la Federación Anarco Comunista Argentina (FACA) en el año 1935, representó un cambio en las estrategias organizativas en relación a la historia del anarquismo en la Argentina. Los militantes libertarios Jacobo Maguid (cuyo seudónimo es Jacinto Cimazo) y José Grunfeld (fundadores de FACA y movilizadores activos de las experiencias organizativas en varios ámbitos) hablan de una intencionalidad en la construcción de un movimiento que comenzara por reconocer los desaciertos que habían llevado a su crisis (fundamentalmente las diferencias internas) y de la necesidad de establecer una nueva agenda en el escenario posterior al golpe militar de 1930.[2] (Jacinto Cimazo, 1995) Del mismo modo, coinciden en que se hizo necesaria una reflexión sobre el papel que habían cumplido las diferencias internas en ese deterioro y, se propuso tomar en cuenta los puntos de unidad más que los de desacuerdo. Así, “se soslayó el forismo, el protestismo, el antorchismo, etc., que antes dividían, buscando coincidencias para un trabajo en común. Las experiencias anteriores valían, pero era vital desechar lo negativo y actualizar métodos”. (Jacinto Cimazo, 1995: 26) Los intentos de reconstruir el movimiento anarquista comienzan algunos años antes. En 1932, y como parte de las resoluciones del Segundo Congreso Regional Anarquista, comenzó a debatirse profundamente acerca de la necesidad de la creación de una “organización” que nucleara a las diferentes vertientes en que se manifiesta el colectivo. (López Trujillo, 2005) Cuando en 1935 se realizó en La Plata el Congreso en el que se constituye la FACA, las diferencias ideológicas y organizativas serán tema permanentemente de debate. (C.R.R.A., 1935). Las voces que se expresan allí provienen, fundamentalmente, de alguna región o ciudad del país con tradición previa de militancia lo que posibilita establecer la persistencia de núcleos de acción anarquista anteriores al golpe militar de 1930, con antelación a la propuesta que se viene a llevar a cabo.[3] Por un lado, algunos delegados representan instancias de organización nuclear que aparecen con el nombre de comités de zona, comités de relaciones o comité regional y, también, se registran agrupaciones simplemente numeradas.[4] Asimismo, figuran otras agrupaciones como las sociedades de resistencia o los grupos culturales tales como las Asociaciones de las Juventudes Libertarias.[5] La intención de estructurar una organización de militantes libertarios fue uno de los puntos más ampliamente discutidos en el Congreso en el cual la heterogeneidad de agrupaciones participantes fue la nota peculiar y requirió de formas más precisas de integración a la FACA. Según López Trujillo (2005), muchos delegados objetaron la incorporación a la organización de las Juventudes Libertarias y también se opusieron a la participación de los colectivos de mujeres, asociaciones antiguerreras y estudiantiles, que si bien no formaron parte del congreso, tendrían participación en el movimiento libertario de los próximos años. El rechazo se fundamentó en el entendimiento de que los objetivos de estas agrupaciones representarían “desviaciones” de la lucha general y total contra el capitalismo. Sin embargo, las agrupaciones por “afinidad” (las más antiguas) eran mucho menos numerosas que las nuevas y la intención de quienes promovieron la organización del Congreso había sido –precisamente- ampliar la capacidad de inserción del movimiento y no limitarse a los tradicionales núcleos de actividad anarquista como fueron las antiguas sociedades de resistencia. (C.R.R.A., 1935)
Como resultado de estos debates, se acuerda que la FACA no realizará acciones conjuntas con ningún partido político ni participará en los frentes populares, es decir, la participación conjunta con fines electorales de dos o más fuerzas o partidos políticos.[6] No obstante, dejará abierta esta posibilidad a los frentes de masas. La diferencia entre los primeros y los segundos parece haber radicado en que los frentes populares fueron vistos como organizaciones que respondían a los partidos políticos tradicionales, mientras que los frentes de masas no se ajustaban a esa modalidad de participación. La FACA pivoteará, entonces, entre estas dos posibilidades de acción y dejará a criterio de las agrupaciones que la integren, la participación conjunta con otras fuerzas políticas.
b) Las mujeres como sujetos movilizados
Sin desconocer las estrategias organizativas de las mujeres anarquistas en la argentina desde fines del siglo XIX y hasta entrados los años 30, cuyo ejemplo y baluarte para estos años lo constituye la incansable Juana Rouco y el grupo de mujeres que sostiene desde Tandil y Necochea el periódico Nuestra Tribuna, nos proponemos analizar en este apartado las agencias de otras mujeres enroladas también en causas afines al ideario anarquista.[7] Algunos hechos coyunturales locales, contemporáneos a la fundación de la FACA determinan la entrada de muchas mujeres al campo de la lucha política Una de estas experiencias es la movilización por la causa de los Presos de Bragado. El encarcelamiento de tres obreros de orientación anarquista (Pascual Vuotto, Santiago Mainini y Reclús De Diago), en 1931, acusados de un atentado en el que murieron la hija y la cuñada de José María Blanch (personaje político aliado al conservadurismo de la ciudad de Bragado), produce el inmediato repudio de todo el arco opositor al gobierno de facto y sus sectores aliados y se organizan los comités de ayuda. La campaña consistió en conseguir financiamiento para las familias de los presos, realizar actos y mítines en todo el país para dar a conocer la causa y sumar nuevos apoyos. Esta campaña convocó a participar políticamente a aquellos ya comprometidos con el movimiento libertario y a aquellas que se acercaban por primera vez a los ámbitos de participación política. Las condiciones generales de fuerte represión por parte del estado sobre los hombres ligados a una forma de ejercer la militancia y de relacionarse con los espacios de participación “tradicionales” de la cultura política de izquierda argentina habilitan la aparición de mujeres en espacios que, aunque limitados por estas formas tradicionales de participación y organización políticas, actúan activamente y se incluyen en esos espacios “masculinos” por tradición. (Valobra, 2008) Asimismo, el comienzo de la guerra civil en España, en 1936, implicó la participación de muchas de las mujeres, que ya para estos años, militaban activamente en la organización anarquista FACA. Ante los requerimientos de la Confederación Nacional de los Trabajadores (CNT) española y la Federación Anarquista Ibérica (FAI), la FACA tiene una participación viva y activa incluso con varios militantes libertarios en el frente y ocupando cargos de importancia en la península.[8] Por otro lado, la FACA intervino en la formación de numerosos comités populares de Ayuda a España al mismo tiempo que fundó (siguiendo los criterios de la CNT y de la FAI), el Servicio de Propaganda de España e impulsó la formación de la Solidaridad Internacional Antifascista (SIA). (López Trujillo, 2005) En este marco, desde Cruz del Eje, Iris Pavón (referente femenina del anarquismo en los años de nuestro estudio) impulsa la creación de la Asociación Femenina Antiguerrera, y lo replican otras mujeres en otros puntos del país. Éste es un grupo femenino que, si bien no sólo está integrado por quienes comulgan con las ideas anarquistas, es impulsado por la prensa orgánica faquista “Acción Libertaria”.[9] Según dicho periódico, las acciones de esta agrupación de mujeres no se limitan a recaudar fondos o a funciones de asistencia al pueblo español, sino que participa activamente (puntualmente en el caso de Cruz del Eje) en la organización de mitines y reuniones políticas junto a otras organizaciones como sindicatos, uniones de trabajadores, bibliotecas, centros socialistas y agrupaciones libertarias. Iris Pavón también actuó en el Comité de Ayuda al Pueblo Español, quien de acuerdo a los registros de la SIA, fue durante un tiempo la responsable de ese organismo en la Argentina. Otra referente femenina de las organizaciones anarquistas en estos años fue Ana Piacenza, abogada santafesina, compañera de José Grunfeld y delegada faquista en España. Piacenza participó en la publicación “Mujeres Libres”, manifiesto de un grupo de mujeres anarquistas, desarrolló una línea editorial e ideológica en pos del reconocimiento de las mujeres y sus especificidades como sujetos. Mientras actúa allí, Ana Piacenza también será editora responsable de la publicación “Tierra y Libertad” y delegada de la FACA en el Grupo C de la FAI en Barcelona. [10]
De vuelta en el escenario local, a pesar de la derrota en manos del ejército franquista en 1939, la experiencia española definió los caminos posteriores de las mujeres que representan al movimiento libertario en la Argentina. Éste estará delimitado por la lucha contra el fascismo (que inevitablemente se desplaza hacia el escenario argentino con el golpe militar de 1943, según la prensa libertaria) y la apelación a “las mujeres” como sujeto para el cambio social por medio de la maternidad consciente y la acción antiguerrera. El ingreso de estas mujeres al anarquismo (sea de la mano de las acciones por la liberación de los presos políticos o por la ayuda a España), su mayor participación y el proceso de reconocimiento como “personas de la política” de parte de sus compañeros, y por la sociedad en general, implicó que, a partir de 1943, el estado en manos del nuevo gobierno militar recayera sobre ellas con todo su aparato represor: su destino fue la cárcel. Hasta ese momento, el encarcelamiento había sido el método por excelencia para sosegar a la militancia política y social, mayormente de izquierda y “masculina”. Si bien no existen investigaciones que aborden puntualmente la situación de las presas políticas en los años de nuestro estudio, de alguna manera son conocidos los casos de mujeres militantes del Partido Comunista en la Argentina que pasaron por esa experiencia. Ana Piacenza fue presa en Rosario entre agosto de 1943 y octubre de 1944. Iris Pavón fue detenida durante 4 meses en la Cárcel de Mujeres del Buen Pastor de Córdoba, donde era la única presa política entre cientos de reclusas. (Pavón, 1952)
c) Los trabajadores: sindicalismo y acción política
Como resultado de las discusiones llevadas a cabo en el Segundo Congreso Ordinario de la FACA de 1940, se decidió la promoción de la organización obrera por industria y no por ramo. Los partícipes del Congreso creyeron percibir la existencia de grandes masas populares disponibles, descreídas políticamente y pasibles de ser “manipuladas” por cualquier partido político que tuviera un anclaje popular y en la clase media. (López Trujillo, 2005) En ese momento, la FACA consideró que esa posibilidad estaba representaba por el radicalismo, por su historia de apoyo popular y porque aún cuenta con gran cantidad de adherentes entre los sectores medios y pobres del interior del país. Frente a tal escenario, se recomienda la actuación de los militantes faquistas en los gremios autónomos (no ligados con las centrales sindicales), constituyendo uniones industriales y uniones obreras locales.[11] Del mismo modo, y en clave de alianza político – sindical, crearon junto a la Unión Sindical Argentina (USA) la Comisión Obrera de Relaciones Sindicales (CORS) y el periódico Solidaridad Obrera como su órgano de propaganda.[12] Los argumentos faquistas a favor de una actuación en conjunto con otros órganos y centrales sindicales (fundamentalmente la Unión Sindical Argentina, USA), se apoyan en la crítica a las formas tradicionales, hegemónicas y actuales en que se desenvuelve la acción sindical: “Estamos resueltamente contra el reformismo colaboracionista, contra la sumisión a las instituciones oficiales y a toda especie de politiquería dentro de las organizaciones”. (A. L., Nº 38, 1940: 2)
La identificación de la CGT como central burocrática y aliancista con el gobierno de turno no es nueva en el repertorio discursivo del anarquismo. Sin embargo, resulta particular la caracterización que aquí se hace de “la política” inmiscuida en los asuntos de los trabajadores. Existiría una “mala” manera de hacer política que responde claramente a las acciones del Partido Comunista en los órganos sindicales y que representa “métodos stalinianos” de dirección, sujeción y control de las demandas obreras más “puras”. (A. L., Nº 39, 1940: 2)
Pero la crítica es siempre a las dirigencias, no al gremio ni a los trabajadores. El ejemplo de manipulación de los intereses legítimos por parte de un partido político, es la Federación Obrera Nacional de la Construcción (con una conducción comunista). La Unión Ferroviaria es el ejemplo del aliancismo con la CGT y de ésta con el gobierno de turno. (A. L., Nº 40, 1940) Frente a este escenario pesimista, la creación de una nueva central sindical implica asimismo una política de alianzas con aquellos sectores sindicales no adheridos a estas dos corrientes principales y hegemónicas, y la USA representa para los faquistas esa posibilidad. La creación de la Comisión Obrera de Relaciones Sindicales (CORS) realizará, según la FACA, una tarea de “recuperación sindical”. En la Conferencia Nacional de Sindicatos Autónomos, en febrero de 1941, de la cual surge la CORS, aparece la idea de “saneamiento sindical”. (A. L., Nº 41, 1941: 3). En su aplicación concreta, en febrero de 1941, la CORS propone declarar la huelga general por tiempo indeterminado, contra un decreto dictado por el gobernador de la Provincia de Buenos Aires en ese momento, Manuel Fresco. Según ese decreto, se limitaba el horario para el funcionamiento de las secretarías, no se concederían permisos para la realización de reuniones e se imponía la presencia de empleados policiales en ellas. En el mismo manifiesto, reclamaban el derecho a utilizar las plazas públicas, y pedían la derogación de la medida que impedía la circulación de la prensa obrera. (A. L., Nº 42,1941: 2) Pero el escaso número de trabajadores que componen los sindicatos y uniones obreras en la CORS, imposibilitará que sus acciones tengan algún tipo de repercusión. Esto, sumado a las diferencias políticas irreconciliables entre la FACA y la USA (en relación los fines a los que cada perseguía con la acción sindical) serán motivos para que a poco de fundada, comiencen los desentendimientos. Para los faquistas, la USA no cuenta con ningún tipo de aval como central obrera. (A. L, Nº 48, 1941: 2) Para febrero de 1943, según Acción Libertaria, el volumen de los trabajadores adheridos no alcanza para constituir una nueva central sindical, y aduciendo además diferencias políticas irreconciliables, la USA deja de formar parte de la CORS. (A. L., Nº 63, 1943) En los meses que corren hasta el golpe de estado del mes de junio, los faquistas perciben la acción sindical de los gremios y sindicatos cegetistas así como las divisiones internas de la misma central como la causa del debilitamiento del sindicalismo y la pérdida de sus objetivos legítimos. En agosto de 1943, la Ley de Asociaciones Profesionales (decreto 2669) implicará el golpe de gracia final para la CORS; significó la disolución. Entre las múltiples exigencias y condiciones que fija el decreto, para poder gozar de personería gremial, será condición esencial la exclusión de todo “postulado o ideología contrarios a los fundamentos de la nacionalidad y al régimen jurídico social que establece la constitución nacional”. (A. L, Nº 67, 1943: 2). En segundo lugar, imponía que los miembros del sindicato tuvieran nacionalidad argentina o fueran naturalizados con 5 años de antigüedad. Por último, el departamento Nacional del Trabajo quedaba como árbitro exclusivo, controla todo lo relativo a contabilidad, movimiento de asociados, autoridades, etc. A todo ello se sumó el encarcelamiento de muchos militantes faquistas que participaban en la CORS, y la clausura de todas sus publicaciones.
En este período, la organización obrera y las reivindicaciones laborales resultan un objetivo fundante para la organización anarquista. Aún así, no se pierde de vista que la idea o el fin último de la organización de los obreros era la lucha contra las fuerzas totalitarias, identificadas en “la oligarquía conservadora, los amos de la tierra, los beneficiarios de las instituciones de crédito, la clase vacuna por excelencia”. (C.O.R.S, 1941). Y particularmente para la FACA, socialistas y comunistas son considerados como parte del mismo fenómeno totalitario enemigos de la liberación del proletariado.
Las estrategias implementadas por la FACA para estos años, en relación a la organización de los trabajadores, entrelaza entonces prácticas sindicales con reclamos y participación política en el plano nacional e internacional. Precisamente, su caracterización del totalitarismo como fuerza hegemónica e inevitable teñirá todas las manifestaciones de las organizaciones, desde los años de la guerra de España hasta bien entrados los 50, en sus análisis sobre el peronismo. En ese marco, la apelación a la resistencia que articula el anarquismo incluirá no sólo al movimiento obrero, sino que el llamado se amplía a vastos sectores sociales (Bordagaray, 2011).
d) Universitarios y movimiento estudiantil
El 2 de noviembre de 1943 son intervenidas, por decreto, todas las universidades, mientras Gustavo Martínez Zuviría —escritor y político reconocido por su antisemitismo y por adherir al franquismo— asume como nuevo Ministro de Instrucción Pública nacional. Al mismo tiempo, se ilegaliza la Federación Universitaria Argentina y son disueltos los 50 centros de estudiantes y las cinco federaciones estudiantiles existentes, de la mano del encarcelamiento de muchos de sus dirigentes. (Califfa, 2010) Si bien cada una de las corrientes ideológicas y políticas existentes en las universidades (socialistas y radicales son mayoría en los consejos y claustros docentes de la UNLP) parten de concepciones diversas sobre la universidad, con el discurrir de los acontecimientos, el grupo de docentes, graduados y estudiantes –organizados para responder a la violenta intervención ”socavadora de derechos” adquiridos en el 18– construye un repertorio discursivo y de acción colectiva claramente definido por la defensa de los valores de la universidad ”reformista”. (Graciano, 2008, Bordagaray, 2012) Las motivaciones de la acción colectiva, en un primer momento, estarán definidas por las cuestiones que unían la resistencia universitaria soslayando la diversidad de trayectorias políticas e ideológicas de los protagonistas: la apuesta por la enseñanza laica, el reclamo por la autonomía del gobierno universitario y la libertad de cátedra así como la identificación del gobierno de facto con el fascismo. Por otro lado, creemos que en tiempos en los que la actividad político–partidaria estaba vedada, la participación en la lucha por el reformismo representó para muchos de sus protagonistas la posibilidad de incidir en el destino de la Argentina.
No pasará mucho tiempo desde el comienzo de las acciones conjuntas para que aparezcan las primeras críticas del movimiento libertario, en especial a las intervenciones del Partido Socialista, quienes se erigen como cabeza de la resistencia universitaria, y como parte de la alianza electoral Acción Argentina. (Bisso, 2005, Graciano, 2008) Se evalúa como tibia su denuncia del nuevo gobierno militar y su retardo en pronunciarse en contra de lo que para ellos representó la instalación definitiva del nazi-fascismo en el espacio nacional. (A. L., Nº 46, 1943) Sin embargo, a pesar de esta crítica al socialismo, debemos reconocer también que, paralelamente a su participación como miembro de la FACA, los universitarios libertarios vienen actuando junto al socialismo en el ámbito académico desde la década de los treinta, tanto en la Universidad Popular Alejandro Korn, como a través de la obtención de cargos docentes y de investigación durante los años de la presidencia de Alfredo Palacios en la Universidad de La Plata (1941–1943). (Graciano, 2011) Tales son los casos de José María Lunazzi, Aquiles Martínez Civelli, Rafael Grinfeld, Carlos Bianchi entre otros. (Bordagaray, 2012) Pese a estas críticas iniciales, los argumentos de la FACA giran en torno a que, frente al avasallamiento por parte del Estado, las posibilidades de lucha y de acciones conjuntas entre todos los que conforman la comunidad universitaria es muy alentadora.
En febrero de 1945, un decreto da por finalizadas las intervenciones y la presencia católica en los claustro, como parte del proceso “normalizador” encabezado por Farell.[13] Sin embargo, y no conformes con ello, las universidades y los estudiantes exigían las elecciones presidenciales urgentes. En ese momento se conforma una Junta Superior Universitaria, integrada por los seis rectores nacionales y el presidente de la Federación Universitaria Argentina (FUA).[14] La Universidad de La Plata será uno de los centros que enarbolará ese reclamo.[15] Allí, la intervención normalizadora elegirá como presidente a Alfredo Calcagno (dirigente radical) y al ingeniero Aquiles Martínez Civelli como vicepresidente.[16]
De la mano de esta nueva inclusión de los reformistas, todo el espectro universitario participa de la “Marcha de la Constitución y la Libertad” el 19 de septiembre de 1945, en la que el arco opositor reclama la caída del Ejecutivo bajo el lema: “El Gobierno a la Corte” (Luna, 1973). La Universidad Nacional de La Plata participa activamente de las acciones públicas y, poco tiempo después, el presidente Calcagno es detenido junto con varios consejeros superiores, acusados de participar del intento de golpe militar del 8 de octubre de 1945, contra Farell y su vicepresidente Juan Domingo Perón. La UNLP es clausurada y el edificio central, saqueado. En respuesta a esas acciones, el Rectorado es ocupado por docentes y estudiantes, teniendo los universitarios libertarios un papel fundamental (Bordagaray, 2012).
Resulta muy interesante el hecho de que gran parte de las nuevas autoridades a cargo de las universidades durante la intervención tuvieran también una abierta y explícita afinidad con el movimiento y las ideas libertarias: en la dirección universitaria de 1945, 4 de los integrantes del gobierno tripartito autonombrado por los universitarios platenses, son libertarios.[17] Más allá de la importancia de lo acontecido durante los 12 días que duró la toma, nos interesa aquí destacar las percepciones y los análisis tanto de Martínez Civelli, vicepresidente a cargo durante el encarcelamiento de Calcagno, como de José María Lunazzi, representante de los graduados. Es allí donde podemos analizar su doble pertenencia: al grupo de los universitarios reformistas y al movimiento libertario. Observamos que la apelación a la movilización de los estudiantes y de la juventud universitaria es muy significativa, teniendo en cuenta el lugar que el anarquismo les otorga en la lucha por la libertad frente a las fuerzas totalitarias y la confianza que depositan en su “dinamismo” y “audacia” contra las estructuras establecidas. De la mano de este dinamismo de las luchas estudiantiles, es evocada la Reforma del 18, como proceso aún inconcluso del cual este grupo de universitarios (estudiantes, graduados, docentes) formarían parte. Lunazzi refiere que aquel movimiento, que continúa en la actualidad, es y fue una “revolución de la inteligencia” (Lunazzi, 1945: s/n). En tanto Martínez Civelli refiere que, si bien hasta ese momento todo el grupo de los universitarios ha trabajado en conjunto de acuerdo a un programa “mínimo basado en las coincidencias máximas”, entiende que, dentro del grupo de los universitarios,
Cada corriente debe exponer su plan máximo como elemento de la síntesis que resolverá la crisis. Cada agrupación responsable debe decir, no sólo qué principios, qué estructura y qué mecanismo defiende, sino también qué uso se propone hacer de todo ello (Martínez Civelli, 1945: s/n).
Por su parte, Lunazzi lo proclama de manera más contundente: la apuesta libertaria en la acción política universitaria será por una “democracia real”. Como proyecto político general debe votarse en la comisión obrera, en la delegación estudiantil, en la representación universitaria. (Lunazzi, 1945) Como vemos, el escenario político electoral-partidario queda fuera de estos “nidos de democracia” esperables para el movimiento libertario.
El escenario político posible frente a la convocatoria a elecciones a mediados del año 1945, representa el momento de fractura del movimiento universitario reformista y que tuvo a los militantes libertarios como sujetos de acción y organización de la “resistencia” en tiempos de intervención. Los anarquistas no apoyarán a la Unión Democrática, frente multipartidario formado de cara a las elecciones y como oposición al peronismo.[18]
Anarquismo y peronismo
El triunfo de Juan Domingo Perón, en febrero de 1946, representó para la organización libertaria FACA la implantación definitiva del fascismo en el país, pero ya no como fenómeno aislado sostenido por un grupo de militares aduladores del clero, sino con un fuerte anclaje y aprobación popular. Sobre este reconocimiento del apoyo popular al peronismo, los anarquistas pensarán la clave para las nuevas estrategias organizativas y los proyectos culturales. Éstos surgen como propuesta para resistir los embates del ahora “democrático” gobierno peronista y sumar nuevos adherentes a la causa libertaria. La militancia libertaria se dará en clave de propuestas culturales y políticas que tendrán como objetivo el llamamiento a amplios sectores de la población que no adhieren al peronismo, pero que tampoco se definen por una propuesta de izquierda; nuevamente mujeres, obreros y universitarios en clave diferenciada.
a) Anarquismo, mujeres y peronismo
La organización de las anarquistas durante la década del ‘30 –fogueada al calor de acciones tales como la solidaridad con los presos políticos, la lucha antifascista y gremial- fue quebrada durante el peronismo en una coyuntura que cambió dramáticamente el escenario político-social (Bordagaray, 2011). Frente al nuevo panorama planteado por el peronismo, las mujeres anarquistas intentaron dar continuidad a las formas organizacionales que habían animado en los 30, particularmente en algunos ámbitos locales donde ciertas animadoras resultaron figuras claves para esa organización. Reconstruir es una publicación periódica cuyo primer ejemplar aparece en la primera quincena de junio de 1946. Se editan 90 números hasta junio de 1959, momento en el cual cambia y se convierte en revista, formato en que se publica hasta marzo de 1976. Si bien se gesta en el seno de la Federación Anarco-Comunista Argentina, no podemos asegurar que se trate de una publicación orgánica de dicha organización. La heterogeneidad de las opiniones da cuenta de una apertura a opiniones incluso contradictorias dentro de las ideas anarquistas. También escriben allí algunos referentes socialistas y reciben la adhesión de un amplio abanico de organizaciones políticas no muy ligadas al ideario ácrata. Esa heterogeneidad estará también presente en relación con la idea de voto femenino, la maternidad y el feminismo. (Bordagaray, 2011 b) En los primeros números aparece Herminia Brumana como editora de la página de la mujer, y parece haber sido también quien escribía las notas no firmadas. A partir de los últimos números de 1947, la página dedicada a las mujeres aparecerá de manera intermitente y se irá convirtiendo en escasos recuadros sobre temas relacionados con la actualidad política. Considerando el período 1946-1952, la última referencia a la mujer aparece en el número inmediatamente posterior a las elecciones del año 1951.
La ocasión para iniciar la apelación, por medio del periódico, tuvo lugar precisamente durante el debate parlamentario acerca de la implantación de un sistema de preconscripción en el mes de junio de 1946. Por este medio, el Estado asumía la educación de los niños a partir de los 12 años con el fin de formarlos con vistas a ingresar a las filas de los ejércitos del futuro.[19] La posibilidad de que el Estado lo aplicara fue considerada un indicador de la naturaleza totalitaria y fascista del gobierno peronista. Desde el periódico Reconstruir, se asumió que “las madres” que apoyaran esta medida o la aceptaran sin reparos serían aquellas engañadas por el aparato peronista, obnubiladas por la propaganda oficial. (Reconstruir, Nº 2, 1946) Reconstruir generaliza y da por hecho el apoyo de “las madres” a esta medida. Pero este apoyo, el medio libertario lo entiende como devenido del engaño ejercido por la propaganda estatal, que por medio de la manipulación y la demagogia coloca a las mujeres como: “(…) cómplices, sin saberlo, del futuro sacrificio de sus hijos (…)”. (Reconstruir, Nº 12, 1947: 10) Si bien admiten que el apoyo al peronismo se da entre las mujeres de las clases populares apuestan a que ellas, por ser madres, se opondrán definitivamente a tal cuestión cuando conozcan los verdaderos intereses que se esconden tras los proyectos de preconscripción. De esta manera, las “madres” apoyan al gobierno peronista porque desconocen o ignoran las profundas raíces del régimen. La educación y el conocimiento profundo de la realidad en la que están inmersas, puede dar luz sobre estas mujeres-madres. De allí a la oposición al régimen, habría un solo paso. (Reconstruir, Nº 12, 1947: 10) Así, si bien las anarquistas admiten que el apoyo al peronismo se da entre las mujeres de las clases populares; apuestan a que ellas, por ser madres, se opongan definitivamente a tal cuestión cuando conozcan los verdaderos intereses que se esconden tras los proyectos de preconscripción. De esta manera, las “madres” apoyan al gobierno peronista porque desconocen o ignoran las profundas raíces del régimen. En esta línea, Iris Pavón también plasma en Reconstruir sus opiniones con respecto al peronismo, la mujer y, fundamentalmente, la maternidad como eje para el cambio social. En sus escritos denuncia la propaganda peronista y los métodos utilizados en relación con la educación y la infancia. Según Pavón, estos métodos coadyudaban a mantener a las mujeres en un lugar conservador y subsidiario, mientras que el Estado se hacía cargo de la educación de los “futuros soldados de la patria”. Según entendía, en el Primer Plan Quinquenal, por medio del control del tiempo libre, de las formas y los contenidos educativos y en la excesiva exhortación al entrenamiento físico de los jóvenes había un intento de militarización de los niños y los jóvenes. Reconstruir generaliza y da por hecho el apoyo de “las madres” a esta medida. Pero a este apoyo, el medio libertario lo entiende como devenido del engaño ejercido por la propaganda estatal, que por medio de la manipulación y la demagogia coloca a las mujeres como: “(…) cómplices, sin saberlo, del futuro sacrificio de sus hijos (…)” (Reconstruir, Nº 12, 1947: 10).
Herminia Brumana fue quien escribió la primera nota de opinión en Reconstruir cuyo tema central era el voto femenino a partir del ingreso del proyecto sobre derechos políticos de las mujeres en la Cámara de Senadores de la Nación (Palermo, 1998). En relación al voto femenino, Brumana define al sujeto femenino y revolucionario del anarquismo al confrontarlo con lo que consideró su antítesis: la noción de “ciudadanía” que proponía el peronismo indentificada exclusivamente con en el voto de las mujeres (sin apelar a la participación). Brumana creía en la importancia del rol educador de las mujeres y un proceso de creciente participación impulsado por la ampliación de la ciudadanía, y que vendría acompañando la construcción de una ciudadanía de tipo radical. Y este es un punto central para comprender al anarquismo en su construcción dogmática y discursiva. La ley en sí misma no define la ciudadanía; lo que la define es el compromiso y la participación. En el mismo artículo, la autora denuncia la condición de atraso e ignorancia en el que las mujeres se habían mantenido desde hacía siglos. Pero la crítica no fue hacia todas las mujeres, sino puntualmente a las de clase media o media alta y su ejercicio de la caridad –el que no era objeto de preocupación de las obreras o de las mujeres pobres. Por lo descripto hasta aquí, es posible avisorar que el discurso anarquista en estos tiempos no fue unívoco con respecto a las mujeres. Otra de las propuestas anarquistas, frente a este sufragismo de tinte conservador, es actuar desde el “feminismo”. Si bien es novedad que el anarquismo diferencie al sufragismo del feminismo lo será aún más el apoyo de otra militante anarquista a la causa feminista. Ana Piacenza es una de las asiduas colaboradoras de las páginas de Reconstruir. En su primera aparición, propone un análisis acerca de la diferencia entre el sufragismo y el feminismo, y evidencia cómo se perfila ella como anarquista entre estas dos vertientes: “Cada vez que alguna mujer o alguna agrupación femenina agita la propaganda por los derechos políticos vuelve a plantearse el problema del feminismo(…) Sufragismo significa el ejercicio de la función electoral, la práctica del voto”. (Reconstruir, N° 2, junio de 1946: 11) Piacenza menciona los elementos positivos del feminismo frente al reduccionismo que significa el sufragismo, particularmente este sufragismo peronista que lo utiliza de manera instrumental. La idea aquí es remarcar la particularidad del feminismo, diferenciándolo del sufragismo, que como idea y movimiento político, parecería tener una participación más esporádica y pragmática; en contraposición a
la profundidad y trascendencia de aquel otro: “Feminismo es aquel amplio movimiento de opinión que abarca no solamente a mujeres, sino también a muchos hombres y cuyo fin es la emancipación total de la mujer. No comprende solamente los derechos políticos, sino y principalmente a los civiles, económicos, sociales y sexuales” (Reconstruir, N° 2, junio de 1946: 11).
En relación a los repertorios organizacionales propuestos por el movimiento libertario, observamos que entre marzo y junio de 1946, se crean la Unión Socialista Libertaria (USL) de Rosario, la USL de La Plata, USL de Capital Federal, la USL de Santa Fe, la USL de Ramos Mejía, San fernando, Tigre y la USL de San Juan. A pesar de que se presenten como agrupaciones independientes y sin ninguna relación orgánica con la FACA, hemos comprobado que los miembros fundadores de las USL son históricos militantes faquistas: Ana Piacenza y José Grunfeld fundan la de Rosario, Herminia Brumana en la USL de Capital Federal, Jacobo Maguid, David Kraiselburd y José Lunnazzi en la de La Plata. El público era convocado a participar en actividades culturales como charlas u homenajes a artistas universales (como por ejemplo León Felipe en la USL de Capital Federal), salidas de “excursionistas” a lugares como San Fernando, Tigre o Punta Lara o a formar parte en la creación de experimentos teatrales y de educación alternativa en la USL. Al mismo tiempo, editaron numerosas obras políticas, poéticas y ensayísticas, que sostenían económicamente a la organización. La participación de las mujeres en estas organizaciones se limitó a aquellas que por su formación y trayectoria en el campo anarquista, estaban ligadas a los sectores intelectuales y organizativos. Estos son los casos de Herminia Brumana y de Lola Quiroga, quienes sostuvieron la USL de Capital Federal, junto a hombres como Diego Abad de Santillán, Manuel Martín Fernández. (Unión Socialista Libertaria, Folleto, Capital Federal, 1948) Así, en los múltiples actos que la organización realiza entre 1946 y 1951, las encontramos como oradoras y organizadoras de actividades. (“Memoria y Balance”, 1948; USL de Capital Federal; Reconstruir Nª 1, Nº 2, Nº 4). La especificidad de la cuestión femenina no fue un lema que Herminia Brumana sostuviera dentro de esta organización. Sus intervenciones públicas se refieren a temas como el rol de la cultura en la sociedad argentina, la educación libre o los fundamentos del socialismo libertario. De este modo, así como Brumana propone desde Reconstruir la necesidad de comprender las dificultades de las mujeres para lograr el cambio social y sostiene un espacio en ese periódico escrito por mujeres y dirigido a las mujeres, mientras que en el nivel organizativo se opone a esa especificidad. Precisamente a esta estrategia es a la que apuesta Ana Piacenza con la creación de la Unión de Mujeres Socialistas libertarias de Rosario (UMSLR) en 1946. Agrupación exclusivamente formadas por mujeres, la UMSL posee una agenda particularmente centrada en los reclamos históricos de las mismas y, a su vez, reformulando los históricos postulados de las libertarias. La educación de la mujer, maternidad consciente y voluntaria, una ciudadanía radicalizada en el sentido libertario de participación y decisión, derechos diferenciados para mujeres trabajadoras: podemos observar una apelación diferente con respecto a la que hemos observado al analizar las incumbencias de las anarquistas con respecto al voto femenino. En este manifiesto, la UMSL apela al Estado para obtener derechos (Reconstruir, N° 2, julio de 1946: 8).
Este panorama diverso de las agencias de mujeres dentro de los colectivos libertarios permite observar nuevos discursos, agiornados a los moldeados por el peronismo, en los que la matriz anti estatal o anti sistémica del anarquismo doctrinal se reformula para ser aplicada y repensada en el marco de la ampliación de la ciudadanía por medio de los proyectos legislativos que proponen la participación política de las mujeres por medio del voto. En segundo lugar, pero no menos importante, la cuestión de la maternidad en su doble perspectiva opresora-liberadora y la incumbencia de estos temas también en un momento en que se debaten políticas pública en torno a lo que la historiografía de las mujeres ha definido como “pronatalistas” y “pro maternalistas” (Barrancos, 2002; Di Liscia, 1997; Nari, 2000).
b) Anarquismo, trabajadores y peronismo
La cuestión obrera ocupó la mayor parte del espacio del periódico orgánico de la FACA, mientras que sólo una página de Reconstruir –prensa que, como ya dijimos tenía un objetivo más enfocado en la dimensión cultural y la interpelación a sujetos más amplios que los tradicionalmente ligados al movimiento libertario- fue dedicada a las noticias del mundo obrero a partir de sus números iniciales. La aparición del peronismo en la escena política y sindical representó para el anarquismo la posibilidad y el desafío de elaborar discursos y estrategias políticas específicas sobre la cuestión obrera y esto adquirirá formas concretas en la redacción de su prensa. Algunos trabajos recientes que se centran en conflictos obreros puntuales visibilizan la participación de militantes anarquistas en algunos sindicatos o uniones obreras en la década del 40. Es el caso de los trabajadores gráficos que sostienen una importante huelga en el año 1949. Luis Dannusi, organizador y dirigente faquista, fue también una figura fundamental en la oposición a las facciones del gremio gráfico que apoyaba al gobierno de Perón y su política sindical. Mimbro fundador de la Federación Argentina de los Trabajadores de la Imprenta (FATI), la mayoría de los trabajos que aborda el tema destaca su rol en el sostenimiento de la huelga gráfica del año 1949 (Little, 1979, Ghigliani, 1998; Contreras, 2007). Al año siguiente de la mencionada huelga, se producirá otra huelga para la que también se ha rastreado la influencia anarquista. (Contreras, 2007) En relación a los discursos que circulan en las esferas públicas alrededor del año 45, desde A. L. se previene a los sectores obreros sobre los engaños que, aparentemente solidario con sus reclamos históricos, se apropia de los triunfos también históricos de la clase obrera:
Se habla mucho en las esferas dirigentes del país de elevar el nivel de vida de la clase trabajadora, reconociéndolo lamentablemente bajo. (…) A los impulsos de la lucha suscitada, bajo la formidable presión del movimiento de reivindicación colectiva, se materializó el progreso social y se impusieron auténticas conquistas de dignidad y bienestar para los oprimidos (A.L., Nº 84, 1945: 10).
Estos sujetos, en este caso, los trabajadores, a los que apela el anarquismo, suponen el sujeto revolucionario que lleva adelante la lucha y lo caracterizan con ribetes heroicos: ese héroe que resiste a los embates y la persecución policial, o que permanece en la calle durante días para sostener el reclamo remite claramente al obrero. (A.L., Nº 84, 1945) Esbozan el llamado a los obreros en clave de “resistencia constructiva”, lo que implica firmeza frente a la estatización de sus sindicatos por medio del trabajo ideológico, doctrinario-moral y orgánico:
Hay que llevar, como hicieron nuestros precursores, el viento de las ideas al taller, a la fábrica, al sindicato obrero, por pequeño e incipiente que él sea. Las hábiles combinaciones burocráticas no dan más que victorias aparentes (…) (Reconstruir, Nº 1, 1946: 6).
Por otra parte, Acción Libertaria también apela al espíritu de lucha y de resistencia que históricamente ha caracterizado al movimiento obrero como último refugio frente al avance del estatismo en los sindicatos y en las organizaciones sociales en general. “En esos núcleos obreros, en los millares de trabajadores conscientes, obligadamente afiliados a la CGT, se halla el punto de partida y la esperanza de superación del movimiento obrero y la reconquista de las libertades públicas y las libertades sindicales”. (A.L. Nº 112, 1949:6) De todas formas, reconocen que la adhesión obrera al peronismo no se da solamente por la coacción, sino por medios demagógicos como son los aumentos de sueldos, las mejoras en las condiciones laborales, pero fundamentalmente por medio de la corrupción de los dirigentes sindicales. (A. L., Nº 98, 1947).
La creación de una Unión Obrera Local (UOL), como las que preexisten en Mar del Plata y La Plata son la apuesta organizativa novedosa del colectivo ácrata a partir de 1940 y con mayor énfasis a partir de 1946. Son impulsadas y sostenidas por los miembros de la FACA. Tendrán el apoyo y sostendrán un trabajo mancomunado con las USL a partir de 1946. Se trata de agrupaciones que reúnen a obreros y trabajadores de distintas actividades y ramas industriales, y que fundamentalmente en los años de nuestro estudio, se oponen a al enrolamiento sindical vinculado con el Estado, la CGT y los gremios afines al gobierno. La USL de La Plata indica que dentro de las UOL, es necesario realizar un trabajo no solamente sindical y relacionado con los reclamos obreros, sino también cultural en cuanto espacio de lectura, intercambio y formación política.[20] (U.S.L. de La Plata, 1948)
El potencial del agenciamiento libertario en Mar del Plata (y por ello el impulso a la creación de una UOL) residiría según Reconstruir, en la existencia de una gran cantidad de obreros agremiados, en donde si bien la mayoría no se encuentra ligado a ninguno de los sindicatos de orientación anarquista, las inquietudes que parecen movilizarlos indican la urgencia de la actuación de los libertarios en pos de llenar ese vacío organizativo. El primer número de su publicación homónima data del año 1943.[21]
A partir de 1948, se percibe en la prensa libertaria que las mejoras en las condiciones de vida de los trabajadores (consecuencia de la suba de salarios, nuevos regimenes laborales y reconocimiento por parte del Estado de sus derechos políticos y sociales) han ejercido –según la óptica del anarquismo- un efecto devastador para la agitación obrera, para la independencia sindical y para el movimiento libertario que pretende agitar a los trabajadores.[22] Es por ello que pequeñas “victorias” serán presentadas como grandes batallas ganadas al gobierno peronista y la patronal. Tal es el caso de la vuelta al trabajo de plomeros y cloaquistas, quienes luego de una huelga que duró 50 días en la ciudad de Buenos Aires y que terminó con la negativa a los reclamos de mayores salarios por parte de la patronal y la intervención del gobierno a favor de esta última (A. L. Nº 137, 1952: 3) En este sentido entendemos también la alianza que a partir de 1953 establecerán con la F.O.R.A. “La F.A.C.A. declara su solidaridad con la campaña de los obreros portuarios de la F.O.R.A y saluda la nueva convivencia libertaria”. (A.L. Nº 138, 1953: 1) El punto de discusión entre ambas organizaciones a partir de 1940 había sido cuál es el tipo o la forma de organización obrera necesaria: la F.O.R.A piensa en sindicatos por oficio y F.A.C.A en sindicatos por industria. “Liberarse de la dictadura” es la acción que debe llevar adelante el movimiento obrero para la FACA. (A.L., Nº 138, febrero de 1953). Sin embargo, en momentos de una fuerte retracción de la actividad anarquista, la alianza estratégica se da casi de manera natural entre las distintas tendencias del anarquismo.
Anarquismo, universitarios y peronismo
El triunfo de Juan Domingo Perón en las elecciones de febrero de 1946, conlleva una nueva intervención de las universidades nacionales. Ello afectó a un amplio espectro político de universitarios y profesionales en sus fuentes laborales. Una vez concluido el período de intervención, el gobierno peronista reglamenta una nueva Ley para las Universidades Nacionales, la 13. 031, que comienza a implementarse en el año 1947. (Soprano, 2009) En el caso de los universitarios libertarios que fueron protagonistas en el período inmediatamente anterior en distintos puestos de relevancia académica y de gestión universitaria, todos fueron expulsados durante esta nueva intervención. Carlos Bianchi fue cesanteado de su cargo en la materia Máquinas Eléctricas en la Facultad de Ingeniería. Rafael Grinfeld lo es de su cargo como director del Instituto de Física de la UNLP y del cargo en la materia Física. José María Lunazzi queda cesante de la cátedra Investigaciones Pedagógicas de la Facultad de Humanidades, del mismo modo que Martínez Civelli es cesanteado de la cátedra Maquinarias Eléctricas en la Facultad de Ingeniería. La situación política y sus convicciones significarán para algunos de ellos su postergación profesional. Por caso, vale de ejemplo lo sucedido a Lunazzi. En la introducción de su tesis doctoral titulada “Finalidad, objetivo e ideal educativo. 1946-1986” (defendida en año 1986), José María Lunnazi refiere que en el año 1946 retira de evaluación su tesis doctoral (“Finalidad e ideales educativos”, dirigida por Alfredo Calcagno), como gesto de solidaridad con el movimiento estudiantil. En los meses posteriores, es dejado cesante de su cargo (Graciano, 2008).
Si observamos las estrategias “propagandísticas” que los colectivos anarquistas utilizan y constituyen para interpelar tanto a docentes como estudiantes universitarios, diferenciamos tres tipos de “repertorios. En primer lugar, encontramos aquellos que orgánicamente responden a FACA, cuyo mensaje se alinea claramente con los ideales libertarios y cuyos discursos están dirigidos a un público ligado a una cultura política de izquierdas y de tradición antifascista. Son los casos de Reconstruir, Acción Libertaria y las USL (abordados en los apartados anteriores). En segundo lugar, identificamos y agrupamos a aquellas publicaciones y repertorios organizacionales que, aunque impulsadas y sostenidas por militantes referentes del socialismo libertario y del mundo universitario, su leit motiv es la defensa del “reformismo” en la universidad. (Bordagaray, 2012) Encontramos en este segundo grupo a la Revista Americana de Educación (R.A.E.), la Federación de Agrupaciones para la Defensa y Progreso de la Universidad Democrática y Autónoma, la Alianza Laica Argentina (A.L.A.), y la Universidad Libre de Buenos Aires y La Plata. En tercer lugar, ubicamos a los grupos, movimientos y organizaciones que con una historia previa a la llegada del peronismo y alejadas del ideario libertario, comienzan a partir de este momento a ser impulsadas y defendidas por los anarquistas por el solo hecho de manifestar su oposición a las políticas educativas implementadas por el gobierno peronista. El motivo de este apoyo será simplemente la actitud combativa y la militancia antiperonista. Encontramos en este grupo a la Federación Universitaria de la Argentina (FUA), la Federación Universitaria de La Plata (FULP), la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), la Asociación de Maestros y un amplio abanico de organismos ligados a la enseñanza, la cultura y la intelectualidad a lo largo y ancho de la Argentina.
Cabe una mención en este punto acerca de las consideraciones de Reconstruir y Acción Libertaria con respecto al movimiento juvenil/ estudiantil. Ambas publicaciones pivotearán entre dos consideraciones: por un lado serán reconocidas y publicitadas las acciones llevadas a cabo por el movimiento estudiantil en ocasión de acompañar la “resistencia” de docentes universitarios y contra la reforma en los estatutos y planes de estudio. Por otro lado, la crítica a esas acciones que resuelven problemas en lo inmediato pero que carecen de un trasfondo ideológico que las guíe.[23]
Al menos en los primeros 10 números de ambas publicaciones (A.L. y Reconstruir), la mención a las desventuras del gobierno peronista y su incursión en la universidad es permanente. No sólo refiere a la lucha de los estudiantes de los colegios y de las facultades sino a rescatar fundamentalmente la figura de los docentes expulsados o dejados cesantes de sus cargos, destacando a Rafael Grinfeld y Jose Lunazzi como paradigma y ejemplo de lo que el peronismo piensa hacer con el sistema educativo argentino. (Reconstruir, 1946, N° 5). Son constantes las menciones a Rafael Grinfeld y su convocatoria a un Congreso Científico por la Paz Mundial. La apuesta del físico es a una reunión de matemáticos, químicos, ingenieros, y otros profesionales, que puedan establecer acuerdos para la lucha contra la guerra cuyo máximo y peor exponente es la creación de la bomba atómica. Y son los hombres de ciencia, según Grinfeld, quienes deben dar el aporte fundamental para esa resistencia. El fin último es crear un organismo internacional de investigaciones científicas que impongan el deber de no colaborar con la creación de bombas atómicas en sus respectivos países (R.A.E., 1946, N° 1).
En cuanto a las organizaciones de científicos e intelectuales, las menciones sólo se reducen al accionar de la Acción Laica Argentina (A.L.A.). Impulsada por Juan Lazarte desde Rosario, sus intervenciones se limitan a partir de 1948 a la denuncia de la educación estatal como brazo oculto de la dogmatización del clero y del despotismo. Del mismo modo que A.L.A., desde A.L. se promueve la educación en el hogar como trinchera frente a la imposibilidad del establecimiento de las “escuelas libres de dogmas:
En tanto no sea factible crear escuelas verdaderamente libres, es deber ineludible de los padres que velan por la salud moral de los hijos, convertir los hogares en trincheras de combate contra las mentiras con que se presente envilecer y someter las almas infantiles, En cada hogar digno se debe inmunizar a los niños a los niños, para que la infección terrible del totalitarismo y del clericalismo no los contamine (U.S.L. de Capital Federal, 1948; s/d).
No hemos hallado ninguna referencia en las fuentes sobre proyectos concretos por parte de los colectivos libertarios sobre escuelas libres para los años 1946-1953. Sin embargo, coinciden en general en la necesidad de ocupar espacios alternativos desde donde socializar con amplios sectores opositores al régimen peronista. Frente a la educación religiosa, la única opción viable por el momento es la educación paralela, en el hogar, desde donde sería posible “balancear” los contenidos con respecto a la recibida por parte del Estado en las escuelas públicas.
El llamado a una “agrupación de científicos” por la paz y la ciencia desaparece del repertorio discursivo de estos colectivos hacia fines de 1947. Rafael Grinfeld, principal impulsor de la idea, viaja a Venezuela y se establece como profesor universitario entre octubre de 1948 y julio de 1949. De regreso en la Argentina, trabaja en una fábrica de heladeras de la ciudad de La Plata, alejándose de los colectivos libertarios y de la universidad.[24]
Si bien la estrategia de los intelectuales anarquistas parece haber transitado ese mismo espacio de indeterminación en pos de la apelación común antiperonista, parece notarse que la tradición de la radicalizada retórica libertaria, permitía “distinguir” el marco ideológico del foco de enunciación de estos intelectuales y universitarios anarquistas, más allá de sus intentos de integrarse de manera armónica en la mainstream antiperonista.
Anarquismo, peronismo y después
La persecución policial, los procesos por desacato y las clausuras de las publicaciones reseñadas explican en gran medida las dificultades que tuvieron que enfrentar las organizaciones libertarias, particularmente a partir de 1949. [25]Sin embargo, así como descreemos de las explicaciones que relacionan unilateralmente la desaparición del anarquismo por la represión y la persecución a sus militantes por parte del estado militar a partir de 1930, resulta indispensable recuperar la complejidad en las dimensiones a tener en cuenta para determinar este “final” para el anarquismo en tiempos del peronismo en el gobierno y en el poder.
Sin duda, La aparición del peronismo en la escena política representó un desafío para el amplio y diverso colectivo libertario, a partir del cual las acciones tendieron a recuperar los elementos y las perspectivas “compartidas”, sobre las que era posible construir consensos. Esos lazos de posible unidad en la lucha contra la hegemonía peronista, se extendieron incluso a sectores, agrupaciones y organizaciones ajenas al propio movimiento libertario. Estas estrategias fueron diferenciadas y hemos reconocido los desarrollos específicos en ciudades como La Plata, Buenos Aires y Rosario. Del mismo modo que hacia fines de la década de 1930, las Juventudes Libertarias de Rosario proponían el trabajo conjunto con el Partido Comunista en las organizaciones de base obreras, este tipo de alianzas estuvo ausente en las otras ciudades.
A esta etapa de trabajo en conjunto con colectivos heterogéneos, sobreviene una de fuertes debates y resquebrajamientos no solo en torno a esas alianzas establecidas para enfrentar el fenómeno del “fascismo-peronismo”, sino también entre aquellas que de una u otra manera, desde el anarquismo, se relacionan con la FACA. A partir de 1949, se observa en las fuentes una férrea pugna entre aquellos que apuestan a las Uniones Socialistas Libertarias como espacio de discusión, de conocimiento sobre cultura general, de integración de los jóvenes con orientaciones humanísticas y libertarias y aquellos que ligados orgánicamente a la FACA, pretenden imponer una agenda y un programa anarquista orgánico y apelan al trabajo militante dentro de las USL. El objetivo de este segundo bando en la contienda es incorporar a la FACA a aquellos sectores que de una u otra manera sienten afinidad o participan en las USL, en especial los jóvenes. El nivel de violencia en este enfrentamiento llega a nosotros por medio de la voz de Diego Abad de Santillán, quien defiende la independencia de la USL de Buenos Aires frente al dogmatismo y la acción violenta de los miembros de la FACA que participan en ella. (Diego Abad de Santillán, 1949) Esta historia culmina con la desaparición de la USL de Buenos Aires desde 1949 y la persistencia de la FACA y de sus filas más orgánicas. Diferente es la situación de la USL de La Plata, en donde sus sostenedores combinan actividad editorial, propaganda, militancia y participación también orgánica en la FACA. Es el caso, por ejemplo, de José María Lunazzi y de Juan Lazarte (en Santa Fe).
El Tercer Congreso ordinario de FACA, realizado en la clandestinidad en el año 1951, tiene como eje de debate las estrategias de intervención en diferentes ámbitos en cuanto identificar un medio de adoctrinamiento en el ideario anarquista. (A.L., Nº 137, 1952). Así como hemos descripto la apelación a las mujeres, los obreros y los universitarios en los años inmediatamente anteriores, las actas del Tercer Congreso FACA dejan entrever que sus acciones se limitarán a la activación anarquista dentro del movimiento estudiantil, presuponiendo que en la juventud existe un germen libertario. La acción en el movimiento estudiantil, “(…) servirá para captar un gran número de jóvenes que instintivamente llegan a una percepción anarquista, pero que luego se diluyen al no encontrar organismos para encauzar sus impulsos”. . (A.L., Nº 137, 1952) Incluso proponen organizaciones con nombres específicos, como “Comisiones Estudiantiles de Coordinación Libertaria”. Dichas comisiones deberán constituirse necesariamente en organismos específicos dentro del movimiento universitario.
Relacionado con estas posturas menos heterodoxas con respecto a las presentes en los discursos anarquistas alrededor de 1946 y en los inicios de las controversias planteadas con el peronismo, el discurso sobre las mujeres y las agencias femeninas dentro del movimiento anarquista sufre profundas transformaciones. En su presentación en dicho Congreso de 1951, Ana Piacenza (otrora simpatizante feminista) y luego del triunfo eleccionario de Perón asegura que es función de los hombres embanderados en las ideas libertarias, sacar del letargo a esas mujeres que no han logrado movilizarse ni oponerse activamente al nazi-peronismo. El llamado no es ya a todas las mujeres, sino (y por medio de los hombres) a las compañeras de ideas.
Muchachas provenientes de hogares de llamados <compañeros>, suelen desconocer los principios libertarios y crecen con una mentalidad aburguesada, alimentando aspiraciones frívolas y mezquinas (F.A.C.A, 1951: s/d).
Piacenza deja entrever la poca adhesión que el mismo colectivo libertario logra entre las mujeres de sus compañeros (madres, compañeras, hijas). Plantea que es necesario que incluyan a sus mujeres en actividades de propaganda, y llevarlas a las reuniones y festivales de los que ellos participan. Al mismo tiempo, sostiene que, más importante que su asistencia a las reuniones políticas, es llevarlas a las veladas culturales, teatrales y literarias, o a los pic- nics de camaradería. Así, acepta la veda para estas mujeres de los espacios de participación política más orgánica. En todo caso, si la mujer no acompaña, no ayuda y no milita en “la idea”, por lo menos debería capacitarse para ser buenas madres: “No basta poner hijos en el mundo, alimentarlos, vestirlos y enviarlos a la escuela. (…) El niño no es amaestrable como los animales para que nos diviertan y no nos moleste. El niño tiene un mundo físico y moral muy distinto al nuestro (…)”. (F.A.C.A., 1951: s/d) La clave, nuevamente, es capacitarse para ello.
En resumen, los fracasos organizativos, las disputas internas y el endurecimiento doctrinal parecen haber sido el resultado obtenido por el colectivo libertario luego de los primeros años de gobierno peronista.
Resta una reflexión general, sobre la incumbencia o no de investigar a un colectivo que quizá nunca contó (en el período señalado) con un apoyo masivo y que por esta misma característica fue invisibilizado por la historiografía, pero también por sus contemporáneos. Durante el proceso en el que identificamos las agencias libertarias, en los años en que hemos centrado nuestra investigación, es posible ver a los anarquistas actuando de manera organizada y con propuestas novedosas. Por otro lado, haber abordado fuentes que habían permanecido ocultas a los ojos de los historiadores del anarquismo y comprobar que las agencias libertarias no se agotan con la llegada del peronismo sino que más bien retoman visibilidad pública en los años posteriores a 1955, nos permite aventurar que en los próximos años estaremos recibiendo nuevos trabajos con nuevas miradas para reinterpretar (una vez más) la historia del anarquismo en la Argentina.
Fuentes citadas
Acción Libertaria (A.L.). Números 1 (1935) a 138 (1952)
R.R.A. 1935 “Resoluciones adoptadas en el Congreso constituyente de la Federación anarco Comunista Argentina. Documento de circulación interna.
Diego abad de Santillán (1949). Carta a la Comisión Directiva de la USL de Capital Federal, en Unión Socialista Libertaria de Buenos Aires, s/d.
Federación Anarco Comunista de la Argentina (F.A.C.A.) (1951. Actas, Tercer Congreso Ordinario, 1951.
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Citas
[1] Una mirada crítica sobre la perspectiva historiográfica que avisora el fin del anarquismo con el golpe militar de 1930, previa crisis que aletarga al movimiento desde los años 20, remitimos a los trabajos de Nieto (2010). Laura Fernández Cordero ha realizado recientemente un balance sobre los estudios acerca del anarquismo y el género cuyo abordaje permitiría ampliar no solo el sujeto sobre el que se construye la apelación anarquista sino también la crítica a las temporalidades impuestas por la historiografía. (Fernández Cordero, 2015)
[2] Acerca de las trayectorias biográficas de Grunfel y Maguid, remitimos a nuestro trabajo en el que también se incluyen notas sobre personalidades que aparecen a lo largo de este trabajo como Iris Pavón, Juan Lazarte, Ana Piacenza, Herminia Brumana, Juan Lazarte, entre otros. (Bordagaray, 2016 a)
[3] Por ejemplo, ciudades como Capital Federal, La Plata, Rosario, Bahía Blanca, Mar del Plata, pero también localidades más pequeñas como Pergamino, General Pico y Tandil entre otras. (C.R.R.A., 1935)
[4] Aparecen con el nombre de comités de zona, comités de relaciones o comité regional. También, agrupaciones numeradas pero diferenciadas por localidad, lo que indica cierta organicidad o por lo menos esfuerzos previos por parte de las personas convocantes a este congreso. Jacinto Cimazo refiere a la “incansable” labor de los militantes a lo largo y ancho del país entre los años 1932 y 1935, para lograr un mínimo de organización necesaria y así acudir al congreso fundacional de la nueva (y primera) organización libertaria. (Jacinto Cimazo, 1995)
[5] Éstas son producto de un fenómeno organizativo que nace en España en el año 1932 y es adaptado por algunos grupos de jóvenes anarquistas locales. Las Juventudes Libertarias (citadas como J. J. L. L. en Argentina) tendrán una amplia participación a lo largo de los años de nuestro estudio. Aparecen en este Congreso fundacional de la FACA en 1935 y también las vemos participando junto a las Uniones Socialistas Libertarias en la oposición al peronismo. En el año 1939, por ejemplo, desde las páginas de su publicación, llaman a la realización de su primer congreso nacional, piden por los compañeros presos, apoyan la “revolución social” encarada desde los cuadros obreros revolucionarios y llaman a la educación y capacitación de todos los militantes. (J.J.L.L., 1939)
[6] En el caso del Partido Comunista, a partir de 1935, propone la participación en estos frentes como estrategia en la lucha antifascista y frente a un “enemigo común”. (Camarero, 2007) Por otro lado, López Trujillo afirma que la FACA apoyó la creación de un frente popular contra el fascismo en 1936, junto a radicales, comunistas, socialistas y la CGT. Pero terminaron por separarse cuando los anarquistas entendieron que había una intencionalidad política (electoral) en los partícipes que no era la que los convocaba. Sin embargo, una actitud más amigable con respecto al “frentismo” correrá a cargo de las Juventudes Libertarias (que en Córdoba impulsan la creación de una Alianza Juvenil Proletaria con la Juventud Socialista, la Juventud Socialista Obrera y la Juventud Comunista. (López Trujillo, 2005)
[7] Sobre mujeres, anarquismo y género existe una extensa y numerosa obra historiográfica y literaria. Iniciada esta tarea con los trabajos señeros de Dora Barrancos (1990, 1991, 1996) y Bellucci (1990); Maxine Molineux realiza un gran aporte al visibilizar (y reeditar en formato libro) el único periódico escrito por mujeres anarquistas y para mujeres de América Latina de fines del siglo XIX a cargo de Virginia Bolten: La Voz de la Mujer (1997). En los últimos 15 años, nuevas aristas a la luz de nuevas fuentes nos muestran un amplio y rico panorama sobre mujeres y hombres que bajo las banderas libertarias encarnan distintas apuestas, proyectos y trayectorias de vida bajo el signo del anarquismo. (Guzzo, 2003 y 2014; Calzetta, 2005; Bracamonte, 2006, Bacci y Fernández Cordero, 2007, Ardanaz, 2011; Ledesma Prietto, 2016)
[8] Jacobo Maguid recuerda en sus memorias a los compañeros de ideas que viajaron a España con el fin de unirse al frente republicano: José Grunfeld, Ana Piacenza, Jacobo Prince, Antonio Casanova, Pedro Di Césare, Laureano Riera, José María Lunazzi y otros. Puntualmente, la FACA nombra como delegados en España a Jacobo Prince, Jacobo Maguid y José Grunfeld, quienes ocuparon cargos de máxima responsabilidad en los diarios “Solidaridad Obrera”, “Tierra y Libertad” y en las respectivas organizaciones CNT y FAI. Jacinto Cimazo (Jacinto Cimazo, 1995)
[9] En su primer manifiesto, apela a un discurso que ensalza a la maternidad como estado natural de las mujeres: “(…) madres antes que mujeres; (…) como madres las llamamos y como madres las esperamos”, así también como la importancia de estas para sostener al hombre que es quien desata las verdaderas batallas contra la opresión: “Somos las compañeras, las madres, las hijas de los eternos parias que en tiempos de paz llenan los talleres y las fábricas y en tiempos de guerra los mataderos que pomposamente se llaman “gloriosos campos de batalla”. Pavón, Iris (1952). Pasión de Justicia. Buenos Aires, Editorial Reconstruir. Pág. 55.
[10] Sobre Mujeres Libres y las mujeres anarquistas en la república española y la resistencia luego del levantamiento del general Franco, remitimos al trabajo de Mary Nash (1999)
[11] El caso de la creación de la Unión Obrera Local de Mar del Plata ha sido estudiada en Nieto (2008). Allí el autor realiza un repaso por los conflictos obreros y sindicales, las reivindicaciones y los resultados obtenidos por estas nuevas formas de organización del anarquismo en el movimiento obrero. También da cuenta de las relaciones que se establecen con el resto de las fuerzas políticas y sindicales de izquierda en esa ciudad bonaerense.
[12] La CORS está compuesta por un consejo de los cuales forman parte la Unión Obrera Local de La Plata, la Federación Obrera de la Madera, la Federación de construcciones navales, el Sindicato Único de Obreros de la Madera, el Sindicato de Obreros Plomeros, Cloaquistas y Anexos, el Sindicato de Colocadores de Mosaicos, todos representando a los sindicatos autónomos; junto a 3 delegados de la USA.
[13] Acerca del gobierno de Farell y el período “normalizador” encabezado por éste, ver Campione (2003)
[14] Sobre la historia de la FUA, el movimiento estudiantil y su participación en los años de nuestro estudio, remitimos a los trabajos Almaraz, R.; Corchon, M.; Zemborain, R. (2001). ¡Aquí fuba! Las luchas estudiantiles en tiempos de Perón (1943–1955). Buenos Aires, Planeta.
[15] Resulta iluminador el aporte de Berdichevsky sobre la experiencia, casi paralela a la de La Plata, en la Universidad del Litoral. El autor remarca la apuesta del grupo de docentes y estudiantes que retorna a la actividad universitaria a partir de febrero de 1945 y su pronunciamiento a favor de la entrega del gobierno a la corte Suprema (petición encabezada por Carlos Sánchez Viamonte, docente de la casa platense y miembro del Partido Socialista). Berdichevsky, L; Inglese, J. y Yegros Doria, C.(1965)
[16] Graciano refiere que esta resulta una buena oportunidad para que aquellos que forman parte del nuevo gobierno universitario se afiancen en su carrera profesional y académica, accediendo a cargos titulares y a los consejos académicos de las facultades correspondientes. (Graciano,2008)
[17] Primer Gobierno Tripartito de emergencia en octubre de 1945. Presidente, Doctor Alfredo Calcagno (en la penitenciaría), Vicepresidente: ing. Aquiles Martínez Civelli. Representante de profesores: Carlos S. Bianchi, Manuel del Carril y Rafael Grinfeld. Representantes de graduados: Adolfo Iglesias y José María Lunazzi. Representantes de los estudiantes: Oscar Martín y Ricardo Reca.
[18] Según las actas y los documentos perteneciente a la FACA que hemos consultado, el apoyo y la participación en agrupamientos y “frentes políticos” es necesaria y fundamental a partir del año 1935. Sin embargo, como anticipamos anteriormente, hay reservas en cuanto a participar conjuntamente con los partidos políticos o cualquier proyecto que tenga como fin el de participar en la vida democrática electoral.
[19] El debate público sobre la incorporación de jóvenes y adolescente en un sistema educativo orientado a formarlos en prácticas pre-militares, centradas en la educación física y los valores de la defensa nacional a través del servicio a la patria, se inicia luego de que la “preconscripción” es mencionada en las Leyes Nº 12911 y Nº 12913 de ratificación de los decretos-leyes del período comprendido entre 1943 y 1946, donde figura como artículo o inciso dentro de un artículo de los Decretos Nº 29.375/44 de la Ley Orgánica del Ejército y el art. 28.603/45 de la Ley Orgánica para el personal militar de aeronáutica. (Cucuzza y Acevedo, 1997).
[20] En el mes de septiembre de 1946, Reconstruir informa sobre la formación de un nuevo consejo directivo para la UOL de La Plata: Secretario General, Alberto Fernández Leys; Prosecretario, Manuel González; secretario de actas, Doroteo Báez; tesorero, Antonio Grossa; protesorero, Omar Lizarralde; contador, Julio Di Jorge; vocales: Marcos Brescacini, Amador García, Armando Bielmi, Domingo Quinteros; revisores de cuentas: Juan Fila, Juan Gironda, Oscar Moabro. “Se ha reorganizado el Consejo de la Unión Obrera Local de La Plata”, Reconstruir, Nº 6, Septiembre de 1946.
[21] Las acciones conjuntas de los/las trabajadores/as lleva a la constitución del Sindicato Obrero de la Industria del Pescado (SOIP) en 1942. Vinculado en acciones conjuntas con la UOL, ambos desaparecen de la escena política de la ciudad en 1948. LA UOL es clausurada en 1947 y el SOIP intervenido. Sólo hemos hallado el número 14 del periódico, correspondiente al año 1946.
[22] Numerosas son las menciones de este tipo. Algunos ejemplos en “En la recuperación combativa de los gráficos se manifiestan las reservas morales del proletariado”, A. L. Nº 111, febrero de 1949; “Noticiario Sindical”, A. L. Nº 115, julio de 1949;
[23] Incluso en un mismo artículo, reconocimiento y crítica conforman el argumento por medio del cual Reconstruir apela al estudiantado. Con motivo de una huelga estudiantil en las universidades del Litoral, La Plata y Buenos Aires motivada por la oposición a los cambios que comienzan a introducirse en la institución (reemplazo de docentes, injerencia del Ejecutivo en las cuestiones internas, cambios en los programas de las carreras), Reconstruir refuerza su discurso propedéutico con respecto a “la idea” y la necesidad de su implantación entre la juventud: “La tolerancia estudiantil tiene un límite, y ese límite está sobrepasado ya. Ha llegado el momento de la organización de la resistencia, de la preparación intensa de una acción a fondo que no debe demorarse. No habrá nada que detenga la firme decisión juvenil en su pugna por su libertad de expresión (…)”. (Reconstruir, Nº 7: 4)
[24] En 1955, se reintegra a la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad de La Plata y es designado jefe del Departamento de Física de la UNLP, cargo que ejercerá hasta 1966 cuando un nuevo golpe militar lo alejará nuevamente del país. Como consecuencia de un accidente automovilístico, muere en Costa Rica en Costa Rica en 1969
[25] Sobre la policía y la represión policial en los años del primer y segundo gobierno peronista, remitimos a los trabajos de Caimari (2004), Barreneche (2008)