Los mercados del monopolio español tardo-colonial

Los mercados del monopolio español tardo-colonial en el Río de la Plata (1770-1820)[1]

Por Mariano M. Schlez

El análisis de los puertos y mercados es fundamental para la comprensión de la sociedad rioplatense colonial tardía, en tanto variables centrales en el estudio del comercio. Desde los orígenes de la historiografía argentina se ha valorado la necesidad de incorporar estos elementos para una cabal aproximación a la naturaleza social del Virreinato rioplatense.[2] Desde aquellos años fundacionales, son numerosos los historiadores que dedicaron sus esfuerzos a comprender la dinámica de la Carrera de Indias, y su influencia a nivel político-social.[3] Su impulso fue retomado a mediados del siglo XX, por un conjunto de historiadores preocupados por profundizar el conocimiento en torno a los mecanismos del comercio colonial americano, lo que nos condujo a atender no sólo las fortalezas del sistema imperial español, sino también a sus debilidades.[4] En este sentido, mientras que se demostraba la imposibilidad de comprender el comercio atlántico sin atender al giro interior del continente americano[5], se revisaron los postulados que aseguraban la fortaleza del monopolio mercantil a fines del siglo XIX.[6] Desde su postura, las reformas comerciales de fines del siglo XVIII provocaron un debilitamiento del monopolio gaditano, implementadas como consecuencia obligada del desarrollo de las colonias, del aumento de sus necesidades y de las presiones de las potencias rivales a España, principalmente Inglaterra. La debilidad española, y el mayor desarrollo económico de sus enemigos, habrían marcado el fin de la hegemonía peninsular sobre el comercio americano, aún antes del estallido de los procesos independentistas, permitiendo el desarrollo de un comercio libre de hecho.

Los últimos avances de la historiografía han confirmado algunos aspectos de esta perspectiva, poniendo en cuestión la eficacia del sistema colonial español, fundamentalmente a partir de un mejor conocimiento del contrabando.[7] Asimismo, se ha dejado en claro el papel devastador que tuvo la guerra anglo-española de 1796 para España, obligándola a permitir el comercio entre sus colonias y puertos neutrales, lo que implicó un elemento disolvente de su hegemonía, frente a la conformación de relaciones comerciales inéditas y poderosas.[8] Por su parte, los estudios sobre comerciantes procuraron demostrar que el capital mercantil colonial se incorporó a dicho proceso, al comerciar con algunos de los principales mercados “neutrales” de Europa.[9] En esta oportunidad pondremos a prueba esta última hipótesis, a la luz de nuestro caso, preguntándonos por la pertinencia de la categoría de comerciantes monopolistas, para el período colonial tardío.

Justificación y metodología de un “estudio de caso”

En tanto se trata de una hipótesis referida a los actores del comercio, nuestro trabajo interviene a partir del estudio de los puertos y mercados unidos por el giro mercantil del comerciante español, radicado en el Río de la Plata, Diego de Agüero. Para analizar el problema que aquí nos planteamos, se vuelve pertinente (y necesaria), una mirada que atienda a las especificidades de un caso específico, poniendo a prueba las ideas previas que tenemos respecto de su desarrollo. Es decir que, para evaluar la existencia de monopolistas, a fines del siglo XVIII, es menester atender a una diversa cantidad de variables, que nos permitan ahondar nuestro análisis hasta obtener un detallado conocimiento de los mecanismos comerciales puestos en juego. En esta oportunidad, dado que la categoría se encuentra, aunque no exclusiva, estrechamente vinculada a los puertos y mercados que un comerciante posee, examinaremos el giro de Agüero y Compañía atendiendo a tres variables que nos permitirán ponderar la importancia relativa de cada mercado: el volumen comercial, la cantidad de vínculos que tuvo allí Agüero y el tiempo en que estuvo activo mercantilmente. Lo que implica un esfuerzo metodológico importante, debido a que un análisis exhaustivo nos obliga, por un lado, a cruzar información de tres tipos de fuentes cuantitativas y cualitativas: los registros de navíos, los protocolos notariales y la correspondencia privada y comercial de los Agüero y sus socios. Documentación sita en repositorios documentales de diferentes países (AGI, AGN, AGN-M y AGRdJ), a la que accedimos para construir series lo más completas posibles. A dicha tarea debe sumarse un problema metodológico, originado en las vicisitudes políticas de aquel entonces: en tanto la Revolución de 1810 modificó sustantivamente la forma en que se guardaba registro del comercio, tuvimos que acceder a fuentes alternativas para observar el tráfico entre 1810 y 1820 (Informes a la Capitanía del Puerto y Guías de Aduana).[10]

Finalmente, hemos completado la documentación estatal a partir de fuentes contables privadas (cuentas corrientes, de venta, relaciones varias y correspondencia) de Agüero, que dan cuenta de información vital que, de no haber accedido a ella, nos habría otorgado una imagen bien distinta de nuestro observable. Dichas fuentes nos permitirán conocer tanto las ciudades alcanzadas, como los períodos en que participaron del giro, el peso que poseían a su interior, y los vínculos y que permitían dicho entramado mercantil. Es decir que podemos enumerar las ciudades con las que Agüero se vinculó, en qué momento de su carrera estableció este contacto, hasta cuándo perduró, cuantos vínculos dinamizó en dicho período y que volumen mercantil dinamizó.

El comercio marítimo: el atlántico y sus puertos

El primer elemento que valoriza la importancia de un mercado para un comerciante es la cantidad de mercancías que allí compra o vende, es decir, el volumen mercantil que aporta al conjunto de su giro comercial. Dicho volumen puede medirse de dos maneras: a través de la cantidad de intercambios realizados (en un determinado mercado) y a través del valor de las mercancías transadas (en ese mismo mercado). Mientras que el primero da cuenta de la periodicidad del vínculo establecido, el segundo nos permite observar su importancia en términos de valor monetario. En primer lugar buscaremos dilucidar cuáles eran los principales mercados implicados en el giro atlántico de Diego de Agüero. Para ello, contabilizamos la totalidad de los registros que transportaron mercancías suyas de forma legal, teniendo en cuenta la dirección del buque (origen y destino) y tomando como eje al Río de la Plata, ciudad de residencia de Agüero. En este sentido, los conceptos utilizados para la descripción de la circulación atlántica (exportaciones e importaciones), deben ser entendidos como meramente descriptivos, y no de acuerdo al uso que se le otorga actualmente, dado que las mercancías, aunque entraban y salían de América, no se dirigían a un espacio o nación exterior, sino que seguía circulando en los márgenes del Imperio español (en la mayoría de las veces). Veamos el primer resultado que ofrece la sistematización de estas fuentes, en lo que hace a los mercados en los que traficó Agüero, los que resumimos en el Gráfico 1.

Gráfico 1. Puertos atlánticos del giro mercantil de Diego de Agüero y sus socios (1770-1816)

En cantidad de navíos, según puerto de salida y llegada. Fuentes: AGN (Buenos Aires): Registros de Navíos  (salas IX y XIII), Capitanía del puerto (sala III); Registros de Caudales (sala IX); Guías de Aduana (sala X); AGN (Montevideo): Fondo Ex Archivo y Museo Histórico Nacional, Aduana de Montevideo, Registros de Navíos; Fondo Archivo General Administrativo; AGI (Sevilla): Contratación; Indiferente General; AGRdJ (Río de Janeiro): Fondo Cámara Municipal, Serie Embarcaciones, Termos de entrada no Porto do Río de Janeiro. Correspondencia, Cuentas Corrientes y Relaciones de Embarque, MHN (Montevideo): Archivo Diego de Agüero y Archivo Miguel Fernández de Agüero; AGN (Montevideo), Particulares; MHN (Buenos Aires): Sección libros copiadores del siglo XVIII y AGN (Buenos Aires): Sala IX, Legajo 761, Archivo Diego de Agüero.

El primer dato clave que se desprende del gráfico 1 es la palmaria centralidad de los puertos de Cádiz y el Río de la Plata, en el giro mercantil de Diego de Agüero: mientras que la totalidad de las exportaciones e importaciones tuvieron como destino y punto de partida los puertos de Montevideo y Buenos Aires, del otro lado del Atlántico, la bahía gaditana remitió 80 de los 101 navíos arribados al Río de la Plata, y recibió 103 de los 126 que de allí partieron. La importancia de Cádiz se acrecienta aún más si tenemos en cuenta, como muestra un análisis de las fuentes privadas de Agüero, que el corazón mercantil del Imperio era el lugar de destino/partida de una serie de navíos que arribaron a otro puerto. En primer lugar, sabemos que todos los envíos de y hacia Lisboa fueron realizados como paso previo o posterior a la conexión con Cádiz, adonde no podía accederse debido al bloqueo inglés, tanto en la primera, como en la segunda guerra anglo-española. Lo mismo vale para la mitad de los envíos que pasaron por el Brasil, los que tuvieron ese destino de manera obligada, para ensamblar con los convoyes portugueses que, con dirección a Lisboa, terminarían trasladando las mercancías a Cádiz a través de mar y tierra. Diferente es el caso en que el objetivo del navío era llegar a un determinado destino y no pudo lograrlo.

El cuadro señala los puertos a los que efectivamente llegaron los navíos, más allá de lo que declaraban los registros en el puerto de salida. El haber revisado los archivos de ambos lados del océano, cruzados con la documentación contable de los Agüero, nos permitió observar un fenómeno que, aunque no fue recurrente, sí es significativo: en ocho ocasiones, los navíos no llegaron al destino que figuraba en su registro, por diferentes motivos. En el caso de Londres, no estamos ante exportaciones a la capital inglesa, sino frente al resultado del bloqueo de Cádiz, que capturó 6 navíos en los que viajaban intereses de los Agüero, los que fueron trasladados como presa de guerra a Gran Bretaña. Asimismo, un navío que tenía como destino el Río de la Plata, llegó de arribada (por rotura del buque) a Cartagena de Indias.[11] Y en otra oportunidad, un buque salido desde Buenos Aires, en 1814, y que aparecía con destino Burdeos, Francia (lo que nos habría obligado a revisar las conclusiones en cuanto al vínculo de los Agüero con las naciones europeas), finalmente arribó a la Península, más exactamente a Santander.

En este sentido, también debe tenerse en cuenta que las 15 importaciones realizadas desde Brasil (8 desde Río de Janeiro y 7 desde Bahía de todos los Santos) y 4 exportaciones hacia allí dirigidas, fueron realizadas entre 1812 y 1816 por Blas Antonio Agüero y Manuel José Galup, cuando el vínculo recurrente entre Buenos Aires y Cádiz había sido aniquilado por la Revolución de 1810. Y que, finalmente, fueron escasos y completamente aleatorios los vínculos mercantiles con otros puertos peninsulares (Madrid, La Coruña, Málaga o Santander). Es decir que, en cincuenta años de comercio, el eje del giro mercantil de Diego de Agüero tuvo dos polos fundamentales: Cádiz y el Río de la Plata (región que, como ha probado la historiografía, era indivisible en el período colonial tardío).[12] No obstante, este movimiento no implicaba que las mercancías en circulación hayan sido vendidas en los puertos a los que arribaron. En el caso de las exportaciones a Cádiz, era mucho más común que los frutos fuesen vendidos allí finalmente, y de hecho así es en todos los casos en que pudimos acceder a dicha información. Pero no era el caso de las mercancías importadas las que, en un alto porcentaje, salieron del mercado rioplatense.

Una primera aproximación a dicho movimiento nos lo otorgan los mismos registros de navíos, los que incluyen las instrucciones que recibía el propio Agüero, en su función de comisionista y cargador en Buenos Aires, respecto del destino que debía darle a las mercancías recibidas. Debía recibirlas y reenviarlas al destino encargado (el que era informado, asimismo, a través de la correspondencia). De hecho, en ocasiones, el nombre de Agüero ni siquiera aparece en la partida de registro, y sólo pudimos saber que las mercancías pasaron por él por haber revisado también los índices que contenían los registros, en donde se aclara, junto al destinatario final (chileno, por ejemplo), el nombre de Agüero, como receptor en Buenos Aires.

El siguiente gráfico da cuenta del mercado al que fueron destinadas las mercancías importadas por Agüero, contabilizadas a partir del volumen monetario que cada una de ellas dinamizó (es decir, el precio estimado que cada una de las mercancías tenía).[13] Veamos, entonces, del total de géneros importados por Agüero, qué proporción fue retenida en Buenos Aires y cuántos fueron reenviados fuera del espacio del Río de la Plata.[14]

Gráfico 2. Destino de las mercancías importadas por Diego de Agüero (1770-1816)

Según volumen monetario (valor de aforo +20%). Fuentes: Ídem Gráfico 1.

Los datos dan cuenta de que casi un tercio de las facturas de géneros recibidas por Agüero en Buenos Aires, tuvieron como destino el Reino de Chile, mientras que el 16% fueron hacia el Perú (5% Potosí y 11% Lima). Naturalmente, el grueso de las mercancías (56%) ha quedado en su poder lo que, como veremos en el siguiente acápite, no implica que hayan sido vendidos en el mercado de Buenos Aires. De todas maneras, Buenos Aires aparece como un poderoso polo, que duplica la cantidad de mercancías importadas de su principal competidor, Santiago de Chile. Asimismo, la escasa presencia de los mercados peruanos daría cuenta, o bien de su escasa importancia, o bien de que requerimos de otro tipo de fuentes para medir su lugar correctamente.

Por otro lado, es menester evaluar la participación de los mercados americanos en el otro sentido de la circulación, es decir, desde la perspectiva de las exportaciones. A través de la misma metodología, hemos construido el siguiente gráfico, que da cuenta del lugar de origen de los caudales cargados y exportados por Agüero en Buenos Aires. En primer lugar, hemos ponderado los mercados a partir del volumen monetario de caudales cargados por Diego de Agüero en el Río de la Plata, teniendo en cuenta la residencia de los dueños de los metales. En ese sentido, no siempre significa que los caudales hayan recorrido el camino desde un determinado mercado, hasta Montevideo. En ocasiones, se trata de un movimiento contable, como resultado de una operación comercial conjunta (entre Agüero y otro comerciante del interior) que concluye con la remesa de una parte de su saldo favorable a Cádiz. En otros casos, los metales atraviesan el continente, para terminar siendo cargados en el Río de la Plata. Veamos los primeros resultados.

Gráfico 3. Procedencia de caudales cargados por Diego Agüero y asociados en el Río de la Plata (1770-1816)

Según monto de caudales cargados. En pesos fuertes de América. Fuentes: Ídem Gráfico 1

El gráfico 3 da cuenta del predominio de Buenos Aires como eje articulador, con el 65% de los caudales, remitidos por cuenta del propio Agüero o de sujetos radicados en el Río de la Plata. No obstante, se confirma la centralidad del mercado chileno en el giro de Agüero, el que aporta más de un tercio (32,87%) del total remitido a Cádiz. Asimismo, una pequeña porción (2%) tuvo su origen en diferentes mercados del Perú (Lima, Potosí y Chuquisaca). Este corto porcentaje tiene dos explicaciones: por un lado, la posibilidad que tenían los mercaderes alto-peruanos de remitir caudales a través del Callao; por otro, que los metales hayan sido efectivamente cargados en el Río de la Plata, pero a través de comerciante, dado que las redes en las que participaba Agüero tenía diversos socios y apoderados, que actuaban como cargadores indistintamente. Finalmente, el cuadro da cuenta de una muy pequeña cantidad de caudales que provenían de una variedad de mercados.[15]

Por otro lado, las regiones del interior americano entran en juego en el giro de Agüero al momento de la exportación de frutos. Si bien, como veremos más adelante, dicho tráfico estuvo subordinado al de la venta de géneros por metales preciosos, una serie de factores económicos e históricos, que analizaremos más adelante, determinan la centralidad de su análisis para una caracterización certera del comercio de Agüero. A partir de las partidas de registros, cartas y documentación contable privada, reconstruimos un listado, lo más completo posible, de los productos americanos exportados por Agüero y sus principales socios desde el Río de la Plata, el que resumimos en el Gráfico 5. Dado que no poseemos el valor de aforo de los productos (debido a que los registros consignan su volumen físico, y no monetario), y a que las medidas de peso son variadas e imposibles de equiparar debido a la inexistencia de un patrón común que unifique medidas tan diversas como quintales, pacas, marquetas, bolsas, churlas, tercios, cajas, etc.), hemos ponderado cada región a partir de la cantidad de producciones que aportaban a las exportaciones de Agüero.

Gráfico 4. Origen de productos americanos exportados por Diego de Agüero y sus socios (1770-1816)

Según cantidad de productos por región. Fuente: Ídem Gráfico 1

Como podemos ver, la región rioplatense predomina ampliamente, con casi el 60% (13 productos diferentes), en lo que hace al aporte de frutos exportables. Es seguida, muy de lejos, por una serie de regiones, parejas entre sí, con una primera línea formada por Córdoba, Cuyo y Guayaquil (2 productos cada una) y, en un nivel apenas menor, Chile, el Litoral, y el noroeste de la actual Argentina (un producto cada una). Aunque algunas regiones (como Chile) se encuentran subvaluadas con respecto a otras (como Guayaquil), en tanto hemos confeccionado el gráfico a partir de la cantidad de productos que cada región aporta, en abstracción del volumen (físico o monetario) que aportaron al giro y del período histórico en que fueron comerciados.[16] No obstante, nos permite una nueva aproximación al lugar de las distintas regiones en el giro de los Agüero, que confirma la centralidad del Río de la Plata, aunque con una vinculación orgánica con los mercados del interior americano. En este sentido, el vínculo entre Cádiz y el Río de la Plata no podía realizarse, sin la inclusión del amplio circuito de ciudades del interior, las que intervenían de diferente forma. Por el momento podemos confirmar que el comercio de Agüero poseía, en América, una estructura tripartita, sostenida por el intercambio mercantil entre el Río de la Plata, Santiago de Chile y Potosí (de acuerdo a la distribución de géneros importados), con un aporte menor por parte de una segunda línea de ciudades y regiones secundarias (atendiendo a los frutos exportados).

Tenemos ya una primera aproximación a los mercados que, en primera instancia, aparecen como centrales para el giro de Agüero. En primer lugar, Agüero establece su base de operaciones en el Río de la Plata, más específicamente en Buenos Aires, el corazón de su giro mercantil. Desde su llegada, a mediados del siglo XVIII, salió de la ciudad tan sólo en tres oportunidades: en 1773 y 1777 viajó a Santiago de Chile; mientras que, en septiembre de 1776, visitó Montevideo.[17] Es decir que Buenos Aires fue la casa de Diego de Agüero hasta su muerte, en 1820. Desde allí comandó sus negocios, construyendo un voluminoso tejido de relaciones sociales que le permitió extender su giro desde las principales ciudades sudamericanas hasta la península Ibérica. Para ello, debió primero conformar una serie de vínculos en la ciudad en que habitaba, que le permitiesen establecerse como vecino permanente y potenciar sus negocios. No obstante su residencia y vecindad en Buenos Aires, ya la historiografía ha probado acabadamente la estrecha relación entre los puertos de ambas orillas del Río de la Plata.[18] De hecho, durante las últimas cuatro décadas de la dominación española en América, Montevideo funcionó como puerto de Buenos Aires, a pesar de que los navíos podían arribar a ambos puertos.[19] Algunos registros de navíos, por ejemplo, señalan, para un mismo buque, dos destinos de manera análoga, mostrando que, en España, se tenía como sinónimo a ambos puertos, o no se distinguía el llegar a uno u otro.[20] Inclusive, los propios comerciantes se han visto a sí mismos como un grupo con un cierto grado de homogeneidad, y han existido proyectos para constituir “un mismo cuerpo”, en ambos márgenes del Plata.[21] Este tipo de proyectos se asentaba en que la gran mayoría de los comerciantes viajaban continuamente de una a otra ciudad, solían tener residencia en ambas, o poseían apoderados en la otra orilla.[22]

Asimismo, la importancia de Montevideo está dada por el lugar estratégico que ocupó para el tráfico comercial tardo-colonial, como lo señalaban algunas expresiones de la época al llamarla “llave de todo este continente”.[23] Por último, en la “división” de tareas que ambos puertos poseían, a Montevideo le tocaba la parte de sacar “todos los frutos de estos países”, como aseguraba el ingeniero montevideano de aquel entonces, Eustaquio Giannini.[24] Dato cualitativo que fue confirmado por las investigaciones de John Fisher, quien asegura que, en la época del “comercio libre”, sólo el 8% de 631 registros de buques salidos del Río de la Plata daban como puerto de partida el de Buenos Aires.[25] Asimismo, desde su llegada a Buenos Aires, Agüero se incorpora al núcleo duro de comerciantes porteños vinculados al Consulado de Cádiz, quienes le ayudaron a relacionarse con la bahía gaditana, aunque sus primeras vinculaciones con la Península fueron el resultado de su viaje al Reino de Chile.

Probablemente aconsejado por sus nuevos vínculos comerciales, luego de dar los primeros pasos para establecerse en Buenos Aires, Agüero puso en marcha su plan de extender su giro hasta el otro lado de la cordillera, para lo que viaja, por primera vez, a Santiago de Chile, en 1773. El éxito fue completo, y regresó a Buenos Aires con una nutrida agenda de relaciones y caudales, que sus nuevos vínculos chilenos le habían mandatado remitir a Cádiz. Fue recién entonces, que Agüero inició su comercio comisionista, uniendo a Chile y Cádiz, a través del Río de la Plata. Tan importantes fueron los lazos construidos que emprende un nuevo viaje, en 1777, el que termina consolidando a Agüero como a uno de los principales especialistas en el tráfico con el mercado trasandino. Asimismo, conquistado el mercado chileno, y establecido el vínculo con la bahía gaditana, Agüero se dispuso a abordar al “Cádiz de este reino”[26]: la villa Imperial de Potosí. Desde mediados de la década de 1780, la importancia de Potosí creció notablemente al interior del giro de Agüero.

El comercio terrestre: los mercados americanos

Hemos ponderado la importancia de los mercados en tanto exportadores (de caudales y frutos) e importadores (de géneros y efectos), a partir de lo que señalan los registros de navíos, lo que nos permitió realizar una primera aproximación a la geografía  del giro de Diego de Agüero y sus socios. Vimos, entonces, que poco más de la mitad de las mercancías importadas fue recibida por Diego de Agüero en Buenos Aires. Sin embargo, ellas no fueron vendidas en su totalidad en el Río de la Plata, sino que tuvieron diversos destinos. Para conocer el derrotero de dichos géneros, y tener una mirada más cercana a la diversidad de los mercados americanos implicados, apelaremos a la información que nos otorgan los protocolos notariales respecto del fiado de mercancías y el otorgamiento de préstamos en efectivo a diferentes comerciantes del interior americano. Veamos, entonces, la sistematización de esta información, resumida en el siguiente gráfico.

Gráfico 5. Fiado de mercancías entregado por Diego de Agüero (1767-1816)

 Según cantidad de operaciones escrituradas         |       Según monto de operaciones. Pesos de a 8 reales

Fuente: Archivo de Tribunales y Protocolos Notariales: Registros 1 al 7, 73, 74 y 76 (1760-1815).

El gráfico 5 consigna la residencia del comerciante que recibe el fiado o el crédito por parte de Agüero. Sin embargo, esto no siempre significa que las mercancías se hayan vendido en el mercado en que se hallaba avecindado el mercader. En primer lugar, desde el punto de vista de la circulación de mercancías en América, es destacada, una vez más, la importancia de Buenos Aires, el Perú y Chile. El mercado de Córdoba se encuentra sobrevaluado, debido a que algunos comerciantes no planean vender allí los efectos recibidos por Agüero, sino que señalan en escritura que su objetivo es llevarlo a diversas regiones. Allí, según comentaba otro comerciante de la zona, a Pedro Altamira “le ha ido muy bien, que viene bajando de la Punta recogiendo ponchos y que espera licencia para pasar a Chile a venderlos”.[27] Lo mismo ocurre para el caso de Jujuy/Chuquisaca, en donde la única operación de fiado encontrada (por demás voluminosa), también tiene como fin dirigirse a la villa imperial. También ocurría lo mismo en el caso del fiado atribuido a La Rioja y Catamarca, que fue realizado a mercaderes que recorrían diferentes regiones, vendiendo al menudeo las mercancías hasta liquidar por completo el stock adquirido. Momento en el cual decidían, o bien regresan por un período a sus hogares, o bien volver a “bajar” a Buenos Aires, desde las provincias “de arriba” a comprar más efectos. En otras oportunidades, no se trata de vendedores ambulantes ni mercachifles, sino de un préstamo concedido en Buenos Aires, a un comerciante allí radicado, que está por pasar a otra ciudad a dinamizar un negocio o compañía específicos, o a establecerse por un período en otra región. Así ha ocurrido con Miguel Fernández de Agüero, quien recibía los préstamos (en fiado y en efectivo) en Buenos Aires con el objetivo de motorizar su establecimiento temporal en otros mercados, como Potosí en una oportunidad, y Cádiz en dos.

De allí que también desde esta perspectiva se desprende que los principales mercados son los señalados en el acápite anterior. No obstante, los protocolos nos permiten, además de una aproximación a los sujetos concretos que dinamizan el tráfico (mercaderes del interior americano), observar que las mercancías recibidas desde Cádiz en el Río de la Plata eran realizadas en los más diversos mercados sudamericanos, destacándose la ya mencionada Córdoba, además de Salta, Mendoza y Cochabamba, las que, como mínimo, duplican el volumen comercial traficado, en relación a los mercados menos transitados La Rioja, Catamarca, Santa Fe, Santiago del Estero y San Juan. Pese a que el cuadro muestra que en tres casos (Lima, Santa Fe, y Cádiz), el vínculo se realiza tan sólo a través de préstamos en efectivo, ya hemos visto que se trata de una particularidad de esta fuente, que no nos permite llegar a otros tipos de relaciones que (sabemos) existieron con dichos mercados. Para apreciar la valoración de los mercados desde otro punto de vista, e intentar avanzar en una mirada aún más amplia del papel que han jugado en el comercio, pasemos a evaluarlos desde el punto de vista de la cantidad de vínculos forjados por los Agüero en cada uno de ellos.

Los mercados, según las relaciones sociales establecidas

La historiografía ha destacado, en los últimos treinta años, la importancia de la conformación de redes sociales para el establecimiento de giros mercantiles de larga duración temporal y a una escala geográfica imperial.[28] En este sentido, el establecimiento de sociedades y vínculos de diferentes tipos (mercantiles, burocráticos, sociales, corporativos y políticos) es una de las condiciones necesarias para el establecimiento de un giro de las magnitudes que aquí planteamos. Para evaluar este aspecto, enumeramos los vínculos que Agüero estableció a lo largo y a lo ancho del Imperio español (y más allá también).

Como muestra el cuadro 1, en primer lugar, vuelven a aparecer como predominantes las cuatro ciudades o regiones geográficas que estructuraron el giro de Agüero: la Península Ibérica, el Río de la Plata, el Reino de Chile y el Perú. Como podemos ver en el gráfico, dichas regiones suman el 84% de los vínculos establecidos. De hecho, al interior de estos espacios, el predominio absoluto se lo llevan cuatro ciudades: Buenos Aires, Santiago de Chile, Potosí y Cádiz. Es decir que las mercancías, en América, el giro conformaba un triángulo que, con su vértice principal en el Río de la plata, se comunicaba con la principal ciudad comercial del Imperio español. Por otro lado, aquellas regiones que poseen un porcentaje menor (el Imperio portugués y el Litoral), obedece a que tuvieron al función de “rueda de emergencia” del giro, dado que entraron en funciones en períodos en que el comercio de los Agüero no podía desarrollarse normalmente, atravesando períodos de crisis.  Asimismo, las rutas terrestres americanas conformaban regiones de una importancia que, aunque secundaria, eran fundamentales para dinamizar el giro, como lo eran Córdoba y Salta del Tucumán, además de Cuyo. Finalmente, la mención a regiones que no alcanzan porcentaje significativo alguno (México, Nueva Granada, Inglaterra) obedece a que su contacto fue completamente aleatorio.

Más allá del ya destacado protagonismo de Cádiz, el Río de la Plata (Buenos Aires y Montevideo) y el Perú (Lima y Potosí, junto con Chuquisaca, La Paz, Oruro), el cuadro confirma la existencia de lo que podríamos llamar un segundo nivel de mercados, que oscilan entre los treinta y los cinco vínculos, conformados por Mendoza, Madrid, Córdoba, San Juan, Salta, Río de Janeiro, Santa Fe, Santander, Jujuy y Concepción. El caso de Santiago de Chile es particular, ya que su importancia aparece sobrevaluada, por sobre Buenos Aires, probablemente debido a que, para contactarse con ella, Agüero debía recurrir ineludiblemente a la correspondencia, mientras que en Buenos Aires alcanzaba con el trato personal, al que no podemos acceder de ninguna forma.

Cuadro 1. Mercados y cantidad de vínculos de Diego de Agüero y sus socios (1766-1820)
Mercado Vínculos
Cádiz 130
Santiago de Chile 91
Buenos Aires 89
El Perú 67
Montevideo 50
Potosí 30
Mendoza 28
Madrid 21
Córdoba 10
San Juan 16
Salta 13
Chuquisaca 9
Río de Janeiro 8
Santa Fe 8
Santander 8
Lima 7
La Paz 6
Oruro 5
Jujuy 5
Concepción 5
Málaga 4
Tucumán 3
La Coruña 3
Lisboa 3
Bahía de Todos los Santos 4
Santa Catalina 2
Corrientes 2
Chiloé 2
Cotagayta 2
Cochabamba 1
Ribadeo 1
Tarija 1
Chiclana 1
Chiquitos 1
Villa Rica 1
La Cruz 1
Asunción 1
Santiago del Estero 1
La Rioja 1
Catamarca 1
Colonia 1
Paraná 1
Guayaquil 1
Quito 1
Cuenca 1
Ciudad de México 1
Acapulco 1
San Luis 1
Oviedo 1
Valladolid 1
Granada 1
Salamanca 1
Santa Cruz de Tenerife 1
Puerto de Santa María 1
Londres 1
Total 656

Fuentes: Correspondencia comercial y privada; Registros de navíos y de caudales; Protocolos Notariales. AGN y MHN (Argentina); AGN y MHN (Uruguay); AGI (España); AGdRdJ (Brasil); ABNB (Bolivia).

Algunas de esas regiones desarrollan una función de importancia, sea por tratarse de mercados de venta de mercancías y tránsito obligado en el camino desde el Río de la Plata hasta los grandes centros mercantiles (Córdoba, Mendoza, Salta y Jujuy); o por ocupar un lugar de predominio debido a su estatus político al interior del Imperio español (en Madrid, Agüero defendió sus intereses a través de sus agentes en la corte).[29] Asimismo, aquellos mercados en que Agüero posee entre 1 y 4 vínculos, desarrollan funciones de tránsito de mercancías menores (Cotagayta, La Cruz, Bahía de Todos los Santos), o vínculos comerciales, sociales y políticos coyunturales, a los que nos referiremos en breve, dado que necesitamos acceder a nuevas variables para explicar su lugar en el giro de los Agüero, y los motivos de su escasa presencia. Finalmente, otros tienen una importancia cualitativa de acuerdo a determinadas coyunturas comerciales, desde los primeros años del giro mercantil (San Juan), hasta los tiempos de crisis (Río de Janeiro) y Revolución (Santa Fe). Es decir, que la valoración de los mercados tiene que ver, también, con una perspectiva temporal, a la que también podemos acceder a partir de los documentos trabajados.

Los mercados, a través del tiempo

En las diferentes explicaciones que hemos venido otorgando en torno a la valoración de los mercados, en oportunidades hemos hecho referencia a cuestiones vinculadas al período en que ese mercado estuvo en actividad. Veamos, entonces, una síntesis detallada de esta variable, construida tomando como año inicial de la relación la fecha del primer documento encontrado que pruebe dicho vínculo, y haciendo lo propio para su finalización. Como elemento comparativo, además de las hipótesis referidas a los motivos que determinaron el establecimiento de dichos márgenes, hemos sumado la cantidad total de años en que cada mercado participó del comercio, tomando las salvedades del caso.

Cuadro 2. Mercados unidos por Diego de Agüero y asociados según período de tiempo traficado (1766-1820)
Mercado Período Años
Buenos Aires 1766-1820 54
Montevideo 1766-1820 54
Santa Fe* 1768-1814 46
Cádiz 1773-1811 38
Santiago de Chile 1773-1809 36
Mendoza 1774-1808 34
Salta 1774-1806 32
San Juan* 1768-1800 32
Madrid 1774-1804 30
Lima 1784-1810 26
Potosí 1784-1808 24
La Coruña* 1774-1798 24
Málaga* 1786-1809 23
Tucumán* 1785-1808 23
Chuquisaca 1784-1806 22
Córdoba 1784-1804 20
Río de Janeiro* 1796-1816 20
Jujuy 1789-1808 19
Corrientes* 1789-1808 19
Bahía de Todos los Santos* 1796-1814 18
Santiago del Estero 1789-1802 13
Concepción 1773-1786 13
Lisboa 1796-1807 11
La Paz 1786-1796 10
Oruro 1786-1794 8
Quito 1792-1796 5
Cochabamba 1802-1804 3
Ribadeo 1800-1802 3
Chiloé 1798-1801 3
Oviedo 1790-1792 3
Granada 1793-1795 3
La Cruz 1787-1788 2
Guayaquil 1800-1801 2
Tarija 1794 1
Chiclana 1795 1
Chiquitos 1800 1
Villa Rica 1787 1
Cotagayta 1792 1
Colonia 1804 1
Asunción 1792 1
Paraná 1814 1
Santa Catalina 1795 1
Cuenca 1790 1
Ciudad de México 1794 1
Acapulco 1790 1
San Luis 1791 1
La Rioja 1790 1
Catamarca 1791 1
Valladolid 1801 1
Salamanca 1796 1
Tenerife 1785 1
Puerto de S. María 1799 1
Londres 1805 1
Santander 1814 1

Fuentes: Correspondencia comercial y privada; Registros de navíos y de caudales; Protocolos Notariales AGN y MHN (Argentina); AGN y MHN (Uruguay); AGI (España); AGdRdJ (Brasil); ABNB (Bolivia)

En primer lugar, es evidente que el giro de los Agüero fue comandado desde el Río de la Plata: sólo Buenos Aires y Montevideo permanecen activas desde los orígenes del giro, hasta la crisis terminal del comercio colonial, en la segunda década del siglo XIX. Asimismo, vemos que los otros tres grandes mercados (Perú, Chile y Cádiz) aunque ingresan en el giro de Agüero en diferentes momentos (Chile y Cádiz en simultáneo, a principios de la década de 1770 y el Perú una década después, hacia 1784), son parte del giro comercial hasta los años de la Revolución de 1810. Por otro lado, en relación a lo que decíamos sobre los mercados secundarios, podemos apreciar que el primer pie que Diego de Agüero puso, fuera de Buenos Aires, fue en la zona de Cuyo, primero en San Juan y luego en Mendoza. De allí la importancia de éstos dos mercados, que prepararon su asalto al Reino de Chile, que se dio con su primer viaje, realizado en 1773.

Así como había “conquistado” Chile en la década de 1770, diez años después, Agüero se dispuso a hacer lo propio con el corazón de la América del Sur, emprendiendo el avance sobre Potosí. En ese marco, establece relaciones con Córdoba, y el resto de las ciudades intermedias. El mercado cordobés entra en el giro de los Agüero a mediados de la década de 1780, y permanece, como mínimo, hasta principios del siglo XIX. Probablemente, y dado que no realizaba allí sus ventas, sino que su valor provenía, fundamentalmente, de posta en el camino al Alto Perú, es probable que no haya necesitado mantener allí un contacto fijo y permanente para seguir dinamizando su giro alto-peruano, que sabemos continuó hasta los días de mayo de 1810.

Al igual que el caso de Córdoba, las ciudades de Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy, no cumplieron un papel central en el giro de los Agüero. Mientras que la vinculación con las primeras cuatro es meramente coyuntural (unos pocos contactos entre 1789 y 1791), levemente diferente es la situación de Salta y Jujuy, donde tiene una cantidad de contactos similar a la de Córdoba, pero en un período incluso más grande, permaneciendo en contacto con los Agüero hasta las postrimerías del régimen colonial. Al alcanzar a Potosí, Agüero también se vinculó comercialmente con los principales mercados de la zona alto-peruana, fundamentalmente Lima, La Plata (Chuquisaca, actual Sucre), La Paz y Cochabamba. Asimismo, tal como ocurre con los casos de Jujuy y Salta, el comercio con Potosí se ve secundado por una serie de mercados y poblados secundarios que cumplen funciones complementarias. Cotagayta entra en el giro de los Agüero sólo con motivo del viaje a Miguel a Potosí, como paso obligado de las carretas que transportaban los efectos. Es así que los Vidaurre agilizan esta tarea y mantienen informado a Miguel del paso de sus mercancías.[30] Mientras que el vínculo con Ribadeo, Villa Rica, Chiquitos, Chiclana y Tarija es completamente coyuntural, debido a que diferentes consignatarios de Agüero se encuentran en la región ocasionalmente, o para conseguir algún producto de la tierra, la relación con Oruro es más regular y extendida en el tiempo. Sin embargo, ninguna es estructural al conjunto del giro, limitándose a unos pocos contactos desde 1786 a 1794 en la primera, y a un solo contacto en la primera década del siglo XIX en la segunda.

Asimismo, vemos que un mercado que, en apariencia, abarcó el conjunto del giro de Agüero (Santa Fe), en realidad sólo tuvo cierta participación al comienzo y al final del período señalado: allí se acercó tempranamente para cobrar una deuda (1768); durante el grueso del período colonial no se comerció con la zona (más allá de la representación coyuntural de intereses de terceros); y el número de consignatarios e importancia del mercado aumentó luego de la Revolución de Mayo (1812-1814), lo que, podríamos afirmar, corresponde a una historia diferente a la que aquí contamos. En este sentido, y aunque se trata de uno de los primeros mercados a los que Agüero se acerca, la zona del litoral no ha sido fundamental en su giro: mientras que su contacto en La Cruz es aleatorio, el primer vínculo con Corrientes es representando los intereses de Martín de Álzaga (de viaje por Potosí) y recién entrega fiado propio en 1808. Lo mismo vale para el caso de Asunción, con la que no establece una relación sostenida en el tiempo. Algo similar ocurre con San Juan, La Coruña, Málaga, Tucumán, Río de Janeiro, Corrientes y Bahía de Todos los Santos, los que sólo actuaron en coyunturas específicas, pese a aparecer como activas durante largos períodos de tiempo.[31] Finalmente, el cuadro nos muestra aquellos mercados que entran en juego cuando la crisis del Imperio español se profundiza, a fines del siglo XVIII; y aún luego de la Revolución de 1810. Es el caso del Imperio Portugués, fundamentalmente, Lisboa, Río de Janeiro y Bahía de Todos los Santos.

Párrafo aparte merecen los mercados a los que muchos contemporáneos de Agüero llegaron y, por diferentes razones, él no pudo (o quiso) hacerlo. Su importancia no es menor, dado que se trata de las plazas comerciales más desarrolladas y pujantes de aquel entonces: Londres, Estados Unidos, París, Hamburgo y los Países Bajos. El socio de Agüero, Nicolás de la Cruz, daba cuenta de lo común que era vincularse a éstos mercados por parte de los comerciantes radicados en Cádiz.[32] El único contacto directo (dado que, como veremos en el acápite siguiente, más de la mitad del giro de Agüero se componía de géneros extranjeros) que tuvo un Agüero con uno de estos mercados fue en 1805, cuando Blas Antonio, hijo de Diego se vio obligado a dirigirse a Londres, debido a que su buque había sido capturado por los ingleses. Sin embargo, y a pesar de haber estado allí en persona, no desarrolló actividad comercial alguna.

Esto no quiere decir que no haya evaluado dinamizar un giro de estas características: frente a la crisis del comercio español, Agüero se vio tentado de hacer un giro en buques neutrales, uniendo los puertos rioplatenses con los Estados Unidos de América. Sin embargo, pese a la gravedad de la crisis, nunca terminó por decidirse a tal cosa, probablemente influenciado por las opiniones de su principal socio, Miguel Fernández de Agüero, apoderado del comercio gaditano en aquel entonces. Por otro lado, y a diferencia de uno de algunos de sus más importantes aliados, como Martín de Álzaga, jamás tuvo vinculación con los puertos de los países bajos (Ámsterdam), ni con Hamburgo o París. Por el contrario, los Agüero combatieron ferozmente el tráfico directo con ellos, criticando abiertamente a quienes lo desarrollaban.[33]

Un primer balance

Diego de Agüero desarrolló su giro comercial entre fines de la década de 1760 y la de 1810, es decir, a lo largo de medio siglo, aproximadamente. Es decir que inició sus actividades comerciales en plena profundización del proceso reformista borbónico, hasta 1811, en que las revoluciones de independencia lo ponen en jaque, permitiéndole un breve y menor coletazo posterior (1812-1817). Por lo que se evidencia que, no obstante Agüero es beneficiado por las reformas que colocan a Buenos Aires en el centro del eje mercantil sudamericano, su actividad comercial era previa, y las bondades del “comercio libre”, si bien le permitieron expandir sus negocios, lo hicieron de forma turbulenta, debido a una profundización de la competencia al interior de los mercaderes españoles de las diferentes regiones del Imperio. Pese a esto, los Agüero atraviesan exitosamente las sucesivas crisis políticas y económicas que sufre España, aunque, golpeados por las guerras que se suceden desde 1796, su giro se ve liquidado por los procesos revolucionarios de la primera década del XIX, permaneciendo en actividad tan sólo unos pocos años, luego de 1810.

Comerció desde la capital del Virreinato del Río de la Plata, uniendo a los principales mercados que lo constituían con el corazón mercantil del Imperio Español. Sus negocios se sostuvieron, entonces, en tres vértices americanos: Buenos Aires, Santiago de Chile y Potosí. Asimismo, ese triángulo se encontraba unido por una larga línea imaginaria que llegaba hasta el puerto de Cádiz. En la Península, se destacó particularmente sus vínculos con Madrid, sede de la Corte, donde Agüero promovía sus intereses por medio de apoderados. Claro que no se trataba de las únicas ciudades en las que comerciaba Agüero. Una larga lista de ciudades era parte de sus negocios, ocupando un lugar específico, al que accedemos gracias a su análisis desde una perspectiva histórica.

Así vimos que Santiago de Chile fue el primer gran mercado al que buscó llegar, desde Buenos Aires. De allí su primer abordaje de San Juan y, posteriormente, de Mendoza. Finalmente, su primer viaje al Reino de Chile, en 1773, dio inicio a la etapa consolidada del giro de Agüero, consolidado, en el mismo momento, por sus primeros contactos con Cádiz.

Este sistema no se vio alterado hasta la crisis del imperio Español, a principios del siglo XIX. Fue por su causa que Agüero se vio obligado a establecer vínculos con los mercados portugueses.[34] El acercamiento a ellos comienza en su propia capital, Lisboa, donde Miguel Agüero se vio obligado a pasar, desde Cádiz, para intentar poner en movimiento el giro comercial, jaqueado con las guerras europeas, en 1796. Es así como su apelación a las “colonias extranjeras” se da, estrictamente, frente a la imposibilidad de seguir desarrollando el comercio entre el Río de la Plata y Cádiz. La profundización de los vínculos con los puertos brasileños (Río de Janeiro, Bahía, Santos) y del litoral (Santa Fe, como ya vimos, pero también Paraná), luego de 1810, obedece a la completa quiebra del giro gaditano, y a la necesidad de, para sobrevivir, plegarse a las nuevas reglas planteadas por la Revolución. Allí comienza otra historia, con nuevos puertos, nuevos contactos y un contenido diferente al realizado durante más de cuatro décadas. No obstante este nuevo derrotero, no quedan dudas de que el giro dinamizado por Agüero entre 1766 y 1810 sucumbió frente al desmembramiento del Imperio y a las revoluciones.

En términos historiográficos, no obstante se encuentra probada la dificultad de España por dinamizar un tráfico exclusivo con sus colonias, esto no se traduce en la inexistencia de una sustantiva fracción del capital mercantil que sobrevivía dinamizando el tráfico entre los mercados sudamericanos y el puerto de Cádiz, al calor del resguardo del Estado colonial. Es decir que el caso Agüero habilita la hipótesis de la existencia de una clase específica de comerciantes estrictamente vinculados al puerto de Cádiz, que a lo largo de toda su carrera no dinamizó vinculaciones con mercados extra-españoles, y que se reprodujo al calor del monopolio gaditano, aún en las postrimerías del régimen colonial. En este sentido, y aunque quedan pendientes aspectos a discutir en cuanto a la naturaleza social de la ganancia de Agüero, no puede descartarse el concepto monopolista, más no sea, por el momento, en lo que hace al aspecto más fenoménico del asunto, es decir, al desarrollo de un comercio exclusivo entre el Río de la Plata y la capital mercantil del Imperio español.

Archivos

Archivo General de la Nación de Buenos Aires (AGN); 2. Museo Histórico Nacional de Buenos Aires (MHN); 3. Archivo General de la Nación de Montevideo (AGN-M); 4. Museo Histórico Nacional de Montevideo (MHN-M); 5. Archivo General de Río de Janeiro (AGRdJ); 6. Archivo General de Indias (AGI).

Citas

[1] Este trabajo representa una ampliación de una ponencia presentada en las 5tas. Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Portuarios, Red de Estudios Portuarios (RedeP), Puerto Quequén, Buenos Aires, Argentina, 6 a 9 de noviembre de 2013. Agradezco los comentarios y aportes que allí recibí.

[2] Mitre, Bartolomé: Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana e Historia de Belgrano y de la Independencia americana, en Obras Completas, Kraft Ltda., Bs. As., 1938.

[3] Levene, Ricardo: Investigaciones acerca de la Historia Económica del Río de la Plata, La Plata, 1927-28; Levene, R.: “La política económica desde España y América y la revolución de 1810”, en Anales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, IV (2da Serie), 1941; Molina, Raúl: Las primeras experiencias comerciales del Plata. El comercio marítimo (1580-1700), Bs. As., 1966.

[4] Canabrava, Alicia: O comercio portugues no Rio da Plata (1580-1640), Universidad de San Pablo, 1944.

[5] Romano, Ruggiero: Una Economía colonial, Chile en el siglo XVIII, Eudeba, Buenos Aires, 1965; Garzón Maceda, Ceferino: Economía del Tucumán. Economía natural y economía monetaria, siglos XVI, XVII, XVIII, Córdoba, UNC, 1968.

[6] Villalobos, Sergio: Comercio y contrabando en el Río de la Plata y Chile, 1700-1811, EUDEBA, Buenos Aires, 1965.

[7] Al respecto, véase Moutoukias, Zacarías: Contrabando y control colonial: Buenos Aires entre el Atlántico y el espacio peruano en el siglo XVII, CEAL, Bs. As., 1989; Tjarks, Germán, Vidaurreta, A.: El comercio inglés y el contrabando: nuevos aspectos de la política económica en el Río de la Plata, 1807-1810, Bs. As., 1962; Barba, Enrique: “Sobre el contrabando de Colonia del Sacramento (Siglo XVIII)”, en Investigaciones y Ensayos, 28, enero-junio, Bs. As., 1980, 57-76, 1980; Bentancur, A.: Contrabando y contrabandistas: Historias Coloniales, Montevideo, 1982; Silva, Hernán A.: “Aspectos del comercio ilícito en el Río de la Plata”, en Cuadernos del Sur, Revista del Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur, N° 17, 1984; Jumar, Fernando; Isabel Paredes: “El comercio intra-regional en el complejo portuario rioplatense: el contrabando visto a través de los comisos. 1693-1777”, en IX Jornadas Interescuelas, Córdoba, septiembre de 2003; Olivero, Sandra: “El comercio ilícito en el Río de la Plata: el pago de la costa en el siglo XVIII”, en Temas Americanistas, Universidad de Sevilla, N° 18, 2005, pp. 56-69.

[8] Silva, Hernán A.: “La guerra de 1796 y la apertura rioplatense al tráfico marítimo internacional”, en Lobato, I.; Oliva, J.M. (Ed.): El sistema comercial español en la economía mundial (siglos XVII-XVIII), Universidad de Huelva, 2013.

[9] Es numerosa la bibliografía sobre la recepción, entre los comerciantes, de la apertura comercial auspiciada por la monarquía. Véase Malamud, Carlos: “El comercio de neutrales en el Río de la Plata, 1805-1806”, en Cuadernos de Historia Regional, Universidad Nacional de Luján, Diciembre de 1985, pp. 17-41; Mariluz Urquijo, José María: “El fin del comercio colonial”, en Revista de Indias, Madrid, enero/junio, 1978, p. 287-347; García Baquero, Antonio: “El comercio de Neutrales en Venezuela (1796-1802). Tópico y cambio en las actitudes políticas de las elites venezolanas”, en Revista de Indias, vol. XLIV, n° 173, 1984, pp. 237-271; Silva, Hernán y Tejerina, Marcela: “Españoles y extranjeros en las regiones australes: aspectos económicos y sociales de una vinculación obligada”, en Revista de Historia Económica y Social, Universidad de Alcalá de Henares, N° 13, 1996, pp. 147-154; Silva, Hernán A.: “Formalidades y pseudolegalidades en el establecimiento del tráfico neutral con y a través del Brasil, en “XI Congreso internacional de AHILA”, Liverpool, septiembre de 1996.

[10] Las citas y documentación completa, en Apéndice metodológico y documental 1.

[11] Como especificaremos más adelante, allí se vendieron las mercancías y desde ese mismo puerto fueron remitidos los metales, en forma de pago, a Cádiz.

[12] Jumar, Fernando: “La región Río de la Plata y su complejo portuario durante el Antiguo Régimen”, en Fradkin, Raúl (Dir.): De la conquista a la crisis de 1820. Historia de la Provincia de Buenos Aires. Tomo 2, Unipe-Edhasa, Buenos Aires, 2012.

[13] El valor de las mercancías ha sido obtenido de sumarle un 20% al valor de aforo, porcentaje que permite actualizar el aforo realizado en Cádiz, al precio de compra estimado de los efectos.

[14] Hemos atendido a las escasas ocasiones en que, por diferentes motivos, un conjunto de géneros no cumplía con la orden de traslado, como en 1784, en que una nota del registro de la Fragata “La Santísima Trinidad”, aclara que “el tercio nº 215 con 125 piezas no se ha dirigido a Chile”.

[15] Analizando las cargas a partir de la cantidad de operaciones de cargas que Agüero realizó (es decir, cada una de las veces que completó un conocimiento y entregó una partida de metales preciosos al maestre de un navío) podremos visualizar mejor ese pequeño porcentaje, así como evaluar otro aspecto de la carga de caudales. Lo que aquí se observa es el menor “gasto” que implicó la carga de los caudales remitidos desde el Reino de Chile, dado que eran de mayor volumen (382.521 pesos, en 76 cargas en navíos). Por otro lado, el resto de las regiones implicó una cantidad mayor de cargas, en menores volúmenes y más recurrentes. Así fue como la carga de tan sólo 5766 pesos, por cuenta de mercaderes de Mendoza, Córdoba, La Paz y Chiclana ocupó el 2% de los esfuerzos de Agüero (6 cargas sobre 323). Lo mismo podemos decir para 23.958 pesos de comerciantes del Perú, cargados en 13 operaciones; y de 751.398 pesos de Buenos Aires, en 228 cargas.

[16] Durante el período colonial, el mercado preponderante en lo que hace a las exportaciones de frutos, fue Chile, que enviaba el cobre a Buenos Aires, para su reembarque a Cádiz. Se encuentra subvaluado frente al Río de la Plata, dado que, luego de la Revolución de 1810, y la consecuente aniquilación de la ruta de Cádiz, las generaciones siguientes a Agüero realizaron un tráfico rico en mercancías agrarias rioplatenses. No obstante, se trata de un comercio que no se corresponde con el dinamizado por él.

[17] Su esposa, quien quedó en su casa de Buenos Aires a cargo de algunos negocios, le recrimina no haber escrito en una semana de ausencia. Carta de Petrona de Gregorio Espinosa a Diego de Agüero, 3 de septiembre de 1776, MHN (Montevideo), Archivo Diego de Agüero.

[18] Desde los trabajos clásicos de Pablo Blanco Acevedo y Juan E. Pivel Devoto, hasta los más actuales de Arturo Bentancur y Fernando Jumar, quien planteó el concepto de espacio Río de la Plata, este rasgo es destacado casi sin discusiones. Véase Jumar, op. cit.

[19] Los registros de navíos que hemos analizado, podían apelar indistintamente a Buenos Aires y Montevideo como destino de un mismo buque. En Sevilla, por ejemplo, hacia 1777, se firmaba un poder a favor de un residente en “San Felipe de Montevideo, puerto de Buenos Aires”, citado en Bentancur, Arturo Ariel: El puerto colonial de Montevideo…, p. 190.

[20] El registro del “Nuestra Señora de la Asunción”, que llegó al puerto de Montevideo en 1810, señalaba, en el documento dirigido a Diego de Agüero, que viajaba al “puerto de Buenos Aires”. AGN-M, Fondo Ex Archivo y Museo Histórico Nacional.

[21] Tjarks, Germán: El consulado de Buenos Aires y sus proyecciones en la historia del Río de la Plata, 2 volúmenes, Bs. As., UBA-FFyL, 1962.

[22] Naturalmente, dicha complementariedad no implicaba la ausencia de conflictividad, que mutará en franco antagonismo en la Revolución de 1810, cuando Montevideo acoja a los comerciantes realistas, enfrentados a los porteños. Uno de los más recientes estudios sobre la relación entre los mercaderes de ambas orillas en Bentancur, Arturo Ariel: “Buenos Aires y Montevideo coloniales: entre la comunidad y la controversia”, en Silva, Hernán A. (Dir.): Los caminos del Mercosur. Historia económica regional. Etapa colonial, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, México, 2004, pp. 427-448.

[23] Bentancur, op. cit., p. 182.

[24] Sors de Tricerri, Guillermina: El puerto de la Ensenada de Barragán, 1727-1810, La Plata, Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, 1933, citado en Bentancur: El puerto colonial de Montevideo…, op. cit., p. 195.

[25] Fisher, John: Relaciones económicas entre España y América hasta la independencia, Madrid, Mapfre, 1992, p. 215.

[26] Del Pino Manrique, Juan: Descripción de la Villa de Potosí y los partidos sujetos a su Intendencia [1787], en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/descripcion-de-la-villa-de-potosi-y-de-los-partidos-sujetos-a-su-intendencia–0/html/ff8732ae-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html [consulta 21/02/2013].

[27] Carta de a Benito Rueda a Miguel Fernández de Agüero, 5 de noviembre de 1790, MHN (Montevideo), Archivo Miguel Fernández de Agüero.

[28] Crespo Solana, Ana (Coord.): Comunidades transnacionales: colonias de mercaderes extranjeros en el Mundo Atlántico (1500-1830), Ediciones Doce Calles, 2010.

[29] Ver capítulo 2.

[30] Cartas de José Lorenzo Vidaurre y de Casimiro Vidaurre a Miguel Fernández de Agüero, 8 y 29 de noviembre de 1792, MHN (Montevideo), Archivo Miguel Fernández de Agüero.

[31] San Juan aparece en el giro en sus comienzos, cuando Agüero presta dinero a una serie de mercaderes, en 1768, y luego el vínculo se resume a intentar cobrarles, hasta 1800, en que otorga un pequeño fiado a otro comerciante sanjuanino. Exactamente lo mismo ocurre con Tucumán y Corrientes, con quien se establecen tan sólo dos contactos en ambos extremos del período en que duró la “relación”, y con La Coruña y Málaga, apareciendo en el cuadro como si hubieran tenido una presencia constante en el comercio de Agüero. Y lo mismo, aunque en una mayor cantidad de oportunidades, pasa con los mercados brasileños (Río de Janeiro y Bahía de Todos los Santos), que cobran relativa importancia desde 1796, convirtiéndose en centrales sólo luego de la Revolución, con el vínculo con Cádiz finalizado.

[32] “En el giro de cambio con las plazas extranjeras se podía dar curso a cuantos millones se quisiese, ya poniendo fondos en Londres, en Ámsterdam, en Hamburgo, en París, en Génova, o en tanta plaza de comercio como tiene la Europa, o ya trasladándolos a esta [Cádiz] o a otras donde le acomodase la balanza: en los dos correos de la semana se giraban inmensas sumas de este modo”. De la Cruz, Juan Manuel: De Cádiz y su comercio (Tomo XIII del Viaje de España, Francia e Italia), Cádiz, Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1997 [1° edición, Cádiz, Imprenta de Manuel Bosch, 1813], p. 305.

[33] Schlez, Mariano: “Enemigos declarados de nuestro sistema. La acción política contrarrevolucionaria de Diego de Agüero y Miguel Fernández de Agüero (1770-1816)”, en Anuario del Instituto de Historia Argentina, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación – UNLP, Nº 11, 2011.

[34] Aunque más esporádico, el contacto con Guayaquil se enmarca en el mismo proceso.

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